viernes, 15 de enero de 2010

Barack Hussein Obama: un tratado viviente sobre la impudicia, la mentira, la traición y la estupidez humana (Final)


Hay dos cosas en la tierra que son universales;
el hidrógeno y la estupidez.
Ley de Murphy
La verdad es tóxica para el poder autoritario, extremadamente tóxica diría yo. De ahí que generalmente este trate de mantenerla lo más alejada posible de su entorno y cada vez que tiene la oportunidad la encierra bajo siete llaves para que no salga a la luz. Y Barack Hussein Obama no es ciertamente la excepción. Pero sucede que Veritas, esta resistente y poderosa hija del Dios Saturno y de la Diosa Virtue, como el Gran Houdini, siempre logra escapar de los siete cerrojos y sale a la luz cada vez más resplandeciente.

Los falsarios e impostores que posan de demócratas, según la usanza moderna, para llegar al poder preparan el terreno mucho antes de ni siquiera mostrar un atisbo de que pretenden alcanzarlo y ese es el caso de este manual viviente de la doblez, el engaño y la mentira. Y quizás, después de haber sido testigos de su proceder en Honduras, el caso más notorio para demostrar lo que afirmo resulta su posición frente a Israel.

Cuando se encontraba en la campaña presidencial, siempre afirmó vigorosamente ante los votantes su compromiso con la relación especial de los Estados Unidos con Israel. Pero desde entonces dije en este mismo blog que Obama era un farsante y que sólo teníamos que mirar a sus amistades y mentores antisemitas como Jeremiah Wright de quien él mismo dijo era el encargado de calibrar su “brújula moral”; o Alí Abunimah, fundador de la Intifada Electrónica; o Rashid Khalidi, ex portavoz de la OLP y enemigo jurado de Israel, a quien Obama acredita como alguien que contribuyó decisivamente en la formación de sus puntos de vista sobre el Medio Oriente; o Samantha Power, actual Directora de Asuntos Multilaterales del Consejo Nacional de Seguridad, y su cercana asesora en política exterior, quien cuenta con una larga historia anti-israelí, que incluye la recomendación de eliminar la ayuda militar a Israel para obligarlo a aceptar un acuerdo de paz impuesto bajo los términos norteamericanos aún si ello implicara una invasión militar.

De hecho, Obama, trabajó para ganarse la confianza judía y demostrar su buena fe hacia Israel mucho antes de que ni siquiera anunciara sus intenciones de postularse. En un discurso que pronunciara en 2006 ante el American Israel Public Affairs Committee, Obama relató un viaje en helicóptero sobre la frontera israelí con Cisjordania (West Bank). “Alli pude apreciar lo cerca que está todo y que la paz a través de la seguridad es la única vía para Israel”. En ese mismo discurso, Obama llamó al Estado Judío “nuestro aliado más fuerte en la región y la única democracia allí establecida”.

Durante las campañas de las primarias y de la elección general, Obama envió a una oleada de importantes judíos que lo apoyaban para que argumentaran a su favor en la Florida, y en su ya famoso discurso de 2008 ante la AIPAC, fue tan lejos como para declarar que Jerusalén debía mantenerse como la capital “indivisible” de Israel. Y los judíos americanos creyeron en él y le otorgaron el 80% de sus votos. Tan temprano como en agosto de 2008 escribí en Nobama (refiriéndome a ese discurso en la AIPAC): “‘Jerusalén debe ser la capital indivisible del estado de Israel’, proclamó allí Obama. Sólo que tan pronto como al día siguiente se desdijo y su campaña aclaró que lo que el candidato quiso decir es que el estatus de esa ciudad debía resolverse en las negociaciones pero ¡sin dividirla! Parece que Obama está, como Yasser Arafat, más reciente Mahmud Abbas y, que sorpresa, Jimmy Carter por la creación de un estado binacional en lo que hoy es Israel y el resto de Palestina. O lo que es lo mismo por la desaparición del estado judío”.

El próximo 20 de enero se cumple un año de que Barack Hussein Obama ocupara la Casa Blanca, y en el transcurso de ese año, cada vez se hizo más claro que aquellos que sospechábamos que no era sincero, que dijimos que mentía y que en realidad tenía una agenda oculta anti-israelí teníamos toda la razón. Poco a poco se fue revelando después de la toma de posesión la verdadera agenda de Obama para el Medio Oriente y para Israel; cuya primera manifestación fue la sorpresiva e irreal vinculación del llamado “proceso de paz” como elemento clave para la eliminación del programa nuclear iraní lo que se convirtió según expertos en el tema en el mayor desacuerdo entre los dos países en la historia de sus relaciones.

Pero en realidad sus verdaderos sentimientos hacia Israel se revelaron, digamos que al mundo, cuando Barack Hussein Obama expresó claramente en su infame y traicionero discurso de El Cairo, que convertiría el cese de la construcción y ampliación de los asentamientos judíos en Cisjordania en la piedra angular de su política para revivir el proceso de paz en el Medio Oriente. En ese discurso que vivirá eternamente en la infamia, para parafrasear a Roosevelt, Israel fue el único Estado de la región que mereció una crítica directa de Obama. No tuvo ni siquiera la decencia de hacer una mención velada a la degradación e injusticias existentes en los países musulmanes, como por ejemplo, el criminal trato que reciben las mujeres en Arabia Saudita, ante cuyo Rey se inclinara abyectamente, o a los asesinatos de políticos prooccidentales en Líbano por parte de Siria. No. El supuesto líder del mundo libre sólo criticó al único aliado democrático y confiable que históricamente han tenido los Estados Unidos en la región, pero su traición en El Cairo no se limitó a lo ya mencionado, sino que para hacer más daño aún y aumentar el peligro sobre la amenazada existencia del Estado Judío, hizo suya la falsa leyenda de los árabes acerca de la creación de Israel. Al negarse a respaldar el derecho histórico de los Judíos a la tierra de Israel, Obama dio por buena la versión árabe de que ellos están pagando los crímenes cometidos por los europeos contra los judíos en el siglo XX. Con lo que no ya los árabes, sino el Presidente de los Estados Unidos está diciendo que los judíos son un pueblo de ocupantes ilegítimos y no una raza originaria de Israel.

Desde entonces, su retórica y su diplomacia se han dedicado a mostrar a Israel como el terco y obstinado factor, tan recalcitrante, que es el obstáculo principal para la paz en la región. Barack Hussein Obama traiciona así a Israel con la estúpida creencia de mejorar las relaciones con las naciones árabes y con Irán. Eso no fue lo que prometió en su campaña, pero como ya sabemos y hemos podido comprobar más de una vez, su palabra no tiene ningún valor y sus promesas de campaña son sólo eso, promesas de campaña, que nunca tuvo la intención de cumplir. Como ha sucedido con su cacareada promesa de transparencia en la discusión del ObamaCare ampliamente destacada en Nobama.

Por eso no debe extrañarnos que Obama ignore descaradamente el hecho histórico de que los Palestinos hayan rechazado una y otra vez, la posibilidad de establecer un estado propio, incluyendo las Resoluciones de partición de la Comisión Pearl en 1937, y la de la ONU de 1947, ambas aceptadas por los judíos. Pero hay más, durante 19 años, entre 1948 y 1967, Gaza, Judea y Samaria estuvieron en poder de los árabes (Egipto y Jordania) . ¿Por qué ellos no establecieron entonces un Estado palestino? Esos son los mismos territorios que ellos demandan hoy a Israel. Y en la historia más reciente, en 2000, se celebraron las conversaciones de Camp David, y Ehud Barak estuvo dispuesto a ceder hasta parte de Jerusalén y ¿qué hizo Arafat? Desatar la II Intifada.

Pero además de antisemitas, Obama se rodea de algún que otro mal judío como Rahm Emanuel, que Dios le envíe de las 10 plagas de Egipto... ¡la mejor! Este no-mensch, como le llama mi querido amigo Aaron Mayer, ha amenazado a Israel con la retirada de la ayuda militar y de todo tipo, si sigue poniendo obstáculos al llamado Plan de Paz de Obama el que debe aceptar sin más dilación, incluyendo la partición de Jerusalén y la retirada a las fronteras de 1967. Al parecer, este mensaje fue enviado por Enmanuel a Netanyahu, a través de Jacob Dayan, Cónsul israelí en Los Ángeles y todo indica que fue filtrado al mismo tiempo a Egipto, por lo que la semana pasada el Ministro de Relaciones Exteriores egipcio Ahmed Aboul Gheit, dijo que Netanyahu estaba listo para discutir el hacer del “Jerusalén Árabe” la capital del futuro Estado Palestino. Lo que obligó a unas fuertes declaraciones del Primer Ministro Netanyahu en las que dijo que Israel jamás cedería el control del Jerusalén unificado ni se retiraría a las fronteras de 1967.

¿Haría falta más para demostrar la traidora conjura anti-israelí oculta en la política de la administración Obama hacia Israel?

Nadie está más interesado ni necesitado de la paz que Israel, por lo que no necesita hipócritas lecciones acerca de la misma. Lo que Israel necesita son verdaderos socios interesados en lograrla. Y que paz no signifique suicidio para el Estado Judío. Me consta personalmente que quienes dirigen las diferentes facciones palestinas, desde Hamas hasta Fatah, siguen pensando lo mismo que me dijo Arafat cuando lo entrevisté en Beirut, en 1980: “Los barreremos hasta echarlos al mar”.

En Honduras llamando golpismo al constitucionalismo, como vimos pensó que, como riman, podía confundir al mundo. Con Israel pretende hacer lo mismo al establecer una equivalencia moral entre las aspiraciones de los palestinos y las víctimas del esclavismo y el apartheid, aunque aquí no exista rima. Al equiparar en su discurso de El Cairo al esclavismo y el apartheid con las consecuencias de la ocupación de territorio por parte de Israel como resultado de las guerras de agresión y exterminio lanzadas por los árabes en su contra, Barack Hussein Obama, decía a sus hermanos de la Umah que el Presidente de los Estados Unidos, pensaba, como ellos y todos los antisemitas de la izquierda mundial: Israel es un estado racista que practica el apartheid y por lo tanto tiene que convertirse en un estado laico multinacional como Suráfrica.

Para terminar reproduzco un fragmento de un artículo que publiqué en Nobama en octubre de 2008: “...Obama se opuso a la resolución congresional no vinculante que designaba a la Guardia Revolucionaria Iraní como una organización terrorista. Esta resolución fue aprobada en el Senado por un amplio margen con el apoyo de ambos partidos. También está el hecho de que Obama dijo que los grupos terroristas Hezbollah y Hamas, alineados con Irán y con sangre norteamericana en sus manos, tienen “reivindicaciones legítimas” contra Israel.

Más importante todavía, y en relación con Israel, mucha gente del entorno de Obama son de los que piensan que la influencia judía determina la política norteamericana hacia el Medio Oriente. Por ejemplo el General Tony McPeak, su asesor de seguridad nacional, ha insistido en que la política norteamericana sobre el Medio Oriente está dictada y distorsionada por determinados grupos étnicos que se concentran en Nueva York y la Florida, en otras palabras por los judíos. Y Zbigniew Brzezinski, otro importante asesor de Obama y ex ayudante principal del ex presidente Jimmy Carter, anti-israelí confeso, está en la misma cuerda.

Es a la luz de estas actitudes en que debemos ver la afirmación hecha por Jesse Jackson de que una presidencia Obama acabaría con el “dominio” sionista en la política exterior de los Estados Unidos. Razón por la que Hamas y Hezbollah han declarado su respaldo a la candidatura de Obama”.

A los que se han tomado la molestia de leer este artículo les pido disculpas por su extensión y espero no haberlos aburrido.

Diego Rodriguez-Arche
Nueva York, 12 de enero de 2010

jueves, 14 de enero de 2010

Barack Hussein Obama: un tratado viviente sobre la impudicia, la mentira, la traición y la estupidez humana (II)


Hay dos cosas en la tierra que son universales;
el hidrógeno y la estupidez.
Ley de Murphy
Pero además de impúdica y estúpida, la administración Obama se comportó y se comporta de forma tramposa y falsaria hacia Honduras y su pueblo. Como recordaremos, en el llamado Acuerdo de San José, Oscar Arias propuso en uno de sus puntos y según se dice a propuesta de la Secretaria Clinton, una amnistía general a todos los participantes en los sucesos del 28 de junio. De esta forma se buscaba una aparente equiparación moral y jurídica entre el violador de la Constitución, Manuel Zelaya y las autoridades constituidas hondureñas -Tribunal Supremo, Parlamento y Fuerzas Armadas- y digo aparente, porque como sabemos, ni la OEA, ni Arias, ni los verdaderos autores intelectuales de la componenda de San José, es decir la administración Obama, consideraban que Zelaya había cometido ilegalidad alguna y su propósito era colocarlo nuevamente en el Poder.

Si la trampa de San José hubiera prosperado, al aceptar la llamada amnistía, el Gobierno Constitucional designado por el parlamento hondureño, habría aceptado de jure, es decir legalmente, que había cometido un delito al decidir y ejecutar la orden judicial de sacar del poder al ex Presidente Zelaya. Pero como sabemos, la Habana y Caracas pedían rabo y orejas y le ordenaron a su marioneta que declarara fracasado el Acuerdo de San José, porque no les garantizaba la permanencia indefinida de Zelaya en el poder y la total destrucción del orden constitucional y sus instituciones que era lo que perseguían, para acabar de cerrar el círculo del Socialismo del Siglo XXI en Centroamérica.

Al fracasar esta maniobra y con evidente complicidad de la OEA, de Lula Da Silva y de la Casa Blanca, Chávez, asesorado directamente por su mentor desde la Habana, logró colar subrepticiamente a Zelaya en la Embajada carioca en Tegucigalpa, con el propósito de provocar un baño de sangre en las calles y también que el Gobierno de Micheletti perdiera los estribos y sacara por la fuerza a Zelaya de la Embajada y que hasta quizás se produjera su muerte violenta por parte de las fuerzas gubernamentales o de un pistolero introducido clandestinamente en el país, lo que hubiera dado la posibilidad de que Brasil invocara el Pacto Río y se produjera la intervención militar de la OEA en Honduras para restaurar el Orden Constitucional. ¿De dónde serían las tropas que utilizaría la OEA? Pues claro que de Brasil y Venezuela y quizás hasta de Nicaragua. Ese era el macabro plan que fracasó gracias a la ponderación y la serenidad del Presidente Micheletti y sus colaboradores civiles y militares.

Entonces, a la Casa Blanca no le quedó más remedio que cambiarse el disfraz y, misteriosamente, la Secretaria de Estado Clinton desapareció prácticamente de la escena de la crisis hondureña, dándole paso a un diplomático de carrera, Thomas Shannon, que había sido Subsecretario para Asuntos Latinoamericanos en la administración Bush. Abandonaba así Obama su papel de estrangulador del pueblo hondureño y asumía el de mediador, con la intención de distanciarse del fracaso de Chávez y, como muy bien se valorara en Nobama el 30 de noviembre, “trataba de limpiar la desvergüenza política que significaba que mientras aliviaba el embargo a la asesina dictadura de la Habana y le enviaba algún que otro guiño solapado, sometía al pueblo hondureño a presiones económicas y diplomáticas parecidas a las que un día le fueron aplicadas a la dictadura castrista. Al asumir el papel de mediador, Obama, como Macbeth, trataba de limpiar el baldón que significó acostarse con Chávez, Castro, los principales títeres del ALBA, la izquierda supuestamente democrática de Europa, su amanuense de la OEA el pérfido, José Miguel Insulza y la mayoría de los países que se califican de democráticos, todos en la misma cama en un grosero amancebamiento que les será difícil borrar”.

Pero como se dice en Cuba: “Perro huevero... Aunque le quemen el hocico”. La soberbia y arrogancia Obámica, hicieron que la administración norteamericana siguiera conspirando para encontrar una vía de poner de rodillas al pueblo y al gobierno hondureños y se les ocurrió el famoso Plan Guaymuras, que no era otra cosa que el mismo Acuerdo de San José con leves cambios y que fuera aceptado por el dignísimo Micheletti cuando de él se eliminó el álgido punto de la Amnistía política, que sería inaceptable para su Gobierno por las mismas razones que apuntábamos anteriormente y otras que veremos más adelante.

No obstante la firma del llamado pacto por ambas partes -Micheletti y Zelaya-, los Estados Unidos siguieron presionando para que el Congreso, como parte del acuerdo, decidiera la restitución de Zelaya antes de las elecciones programadas, y se sabe que presiones y sobornos tuvieron una abundante presencia para que el cuerpo legislativo fallara en favor de la restitución, pero los hondureños y su gobierno, una vez más se mantuvieron firmes y se produjo la celebración exitosa, limpia y transparente de las elecciones y como ya es historia los legisladores votaron abrumadoramente en contra del regreso del títere al poder.

He querido extenderme en el episodio de Honduras, porque resulta fundamental para comprender el alcance del entendimiento de Obama con Chávez, Castro y comparsa y porque también demuestra, unido al análisis que más adelante haré sobre Israel, que la errática política exterior de la administración de Obama no lo es por inexperiencia y por tanto involuntaria, sino que por el contrario, responde a una línea ideológica perfectamente trazada mucho antes de que el Presidente jurara su cargo hace ahora casi un año.

Paralelamente, con el reconocimiento de las elecciones y la evidencia incuestionable de que la lección hondureña dejaba al desnudo la impudicia de todos los factores que trataron de asfixiar a Honduras, desde la OEA hasta los Estados Unidos, pasando por la ONU y la Unión Europea y que fracasaron en su intento; la administración Obama comenzó una campaña de presión diferente. Esta vez dirigida a deslegitimizar en el terreno jurídico internacional, el camino tomado por los Hondureños apegados a su Constitución y sus leyes para defender su democracia y su orden jurídico particular. Como recordarán, al primero que utilizaron con este propósito fue a su instrumento de San José, el Presidente Oscar Arias, quien en una entrevista de Prensa en el Programa Al Punto del lamentable Jorge Ramos, calificó a la Constitución hondureña de “adefesio”. De ahí que las acciones se concentraran en tres aspectos fundamentales para enviar un mensajes al resto de los países latinoamericanos bajo la esfera de influencia del Alba y el Socialismo del Siglo XXI, que el camino de la defensa de su soberanía, democracia y el orden constitucional tomado por los hondureños no sería tolerado en el futuro.

Así, a la vez que se producía la visita de Craig Kelly, Subsecretario adjunto para América Latina a Tegucigalpa y que provocó la digna respuesta de Micheletti a que nos referimos anteriormente; desde Santiago de Chile, el Secretario de Estado Adjunto para América Latina de los Estados Unidos, Arturo Valenzuela, declaraba lo siguiente: “El golpe de estado en Honduras significó un gravísimo revés para la región, similar a lo que ocurrió en Haití” (...) “Que presidentes hayan tenido que renunciar en esta época no había ocurrido hace años y es un precedente que no se puede tolerar” (...) “La elección presidencial del pasado 29 de noviembre en Honduras fue un paso necesario para la solución de la crisis, pero no un paso suficiente, porque no se puede pretender blanquear un golpe de estado con una elección” (...) “Con America Latina tenemos un manejo de relaciones y no de crisis (...) Tengo un gran optimismo con la región, veo el vaso mitad lleno, hay muchos desafíos, porque si pensamos, los tiempos dictatoriales y los de la inflación se han superado”. Voilà, más clara, el agua. El mensaje para el presidente electo Porfirio Lobo es cristalino, usted desde el poder debe revertir y denunciar lo sucedido el 28 de junio como un golpe de estado militar y al gobierno surgido del mismo como una dictadura. Y lamentablemente, los primeros pasos dados por el Presidente electo parecen dirigirse en ese sentido, ya que favorece las 3 exigencias norteamericanas, a saber:
  1. Renuncia del Presidente Roberto Micheletti antes de su toma de posesión y una llamada “salida honorable” para Zelaya.
  2. Gobierno de Unidad Nacional que incluya a los sectores que apoyaban la 4ta urna electoral, es decir la violación de la Constitución por parte de Zelaya.
  3. Amnistía General.
Pero como hemos visto, no logran amedrentar a los hondureños. Micheletti, se mantiene firme como una roca y Zelaya tiene que pedir asilo político o entregarse a la justicia.

El Gobierno de Unidad Nacional ya existe y fue Zelaya el que se negó a designar a sus representantes porque no lo presidía él.

Y en cuanto a la Amnistía, esta es la exigencia más tramposa de todas las hechas por la administración Obama. Y el Congreso Nacional hondureño y la mayoría de los ciudadanos no se dejaron engañar y la rechazan de plano. Es la más tramposa porque de adoptarse de la forma en que está planteada, significaría que podría revertirse la situación al 28 de junio. Según la mayoría de los expertos jurídicos, existen figuras legales que de aplicarse como están propuestas podrían usarse para “blanquear” otras acusaciones mucho más serias. Una absolución de los delitos cometidos por Manuel Zelaya, el único delincuente en esta historia, sería un precedente funesto, en el que los únicos que saldrían manchados serían los comandantes de las fuerzas armadas, el Tribunal Supremo de Justicia y los actuales legisladores que votaron contra su restitución. El decreto presentado deja sin aclarar hasta dónde llegan los delitos políticos y dónde comienzan los “comunes conexos”.

La valoración más clara hecha al respecto es la de Ramón Custodio, Comisionado Nacional de los Derechos Humanos en Honduras, quien dice que de aprobarse la amnistía, tal y como está planteada, “el ex Presidente José Manuel Zelaya Rosales puede, al acogerse a la misma, reclamar su restitución inmediata a la Presidencia de la República y hasta reclamar los meses faltantes a su período”. De ahí que la mesa directiva del Congreso Nacional después de consultas celebradas determinara no discutir la amnistía y recomendaron que “mejor integremos la comisión de la verdad, y que la comisión de la verdad se pronuncie y posteriormente hacia la amnistía, porque no tiene sentido declararla a ciertos delitos de tipo políticos o conexos, sin conocer un informe de la verdad”. Ah, la verdad... Eso es algo que no interesa mucho, verdaderamente nada, a Barack Hussein Obama.

Diego Rodriguez-Arche
Nueva York, 12 de enero de 2010

Nota aclaratoria: Esta es la 2da parte del artículo que por su extensión hemos dividido en tres partes. Mañana colocaremos la tercera parte y final del mismo.

Nobama
Nueva York, 14 de enero de 2010

miércoles, 13 de enero de 2010

Barack Hussein Obama: un tratado viviente sobre la impudicia, la mentira, la traición y la estupidez humana


Hay dos cosas en la tierra que son universales;
el hidrógeno y la estupidez.
Ley de Murphy
Cada día que pasa, Barack Hussein Obama, pierde más apoyo entre aquellos que lo eligieron en noviembre de 2008. Del Mesías Salvador, cuya magia personal con su palabra y su sonrisa haría que el mundo -amigos y enemigos- se rindiera a sus pies, sólo queda una caricatura maltrecha, un figurín encartonado y arrogante que cada vez más le da la espalda al pueblo norteamericano y a sus verdaderos intereses, sacrificando en nombre de una ideología extraña los principios y valores que han hecho grande a esta nación durante más de 200 años.

Cada día que pasa, entre el pueblo norteamericano aumentan aquellos que abren los ojos y despiertan del letargo populista del Hope and Change y comprenden que su Presidente cada vez se parece más a Hugo Chávez y se aleja a toda velocidad del propietario de la Biblia sobre la que juró defender la Constitución y al pueblo norteamericano contra enemigos externos e internos y defender nuestro derecho a la búsqueda de la felicidad.

Cada día que pasa, vemos como su Presidencia se convierte en un Gobierno autoritario como etapa de transición hacia un nuevo totalitarismo en el que las figuras de asesinos como el Ché Guevara y Mao son celebradas y en el que comienzan a tener cabida Stalin y Hitler, con los que según Oliver Stone se podría sentir “empatía”.

Cada día que pasa, el Socialismo le gana más terreno a la libertad y a la democracia y como siempre pasa con esta ideología malvada el país se hunde más y más económica y políticamente. En lo económico, se mantiene el 10% de desempleo y la tendencia es a que aumente esa cifra, el viernes, cuando se suponía que después de las Navidades se notara un aumento en las contrataciones, resultó que en diciembre se perdieron 85 mil empleos, para la Casa Blanca esa cifra sólo merece el calificativo de “decepcionante” como la caracterizara el Ministro de Propaganda de Obama, Robert Gibbs, pero para esos 85 mil desempleados y sus familias resulta “trágica”. Trágica porque lamentablemente esa cifra no toma en cuenta a los que “ya no están dentro de la fuerza laboral”. ¿Quiénes serán ellos? ¿Acaso serán aquellos a los que no se les cuenta ya porque se han dado por vencidos de encontrar un empleo? A ese grupo el Buró de Estadísticas del Trabajo, les aplica un término burocrático que podría haber sido sacado del léxico soviético: “trabajadores desalentados”, para que parezca que son ellos los culpables de no encontrar empleo porque son perezosos y no porque el Gobierno del Hope and Change le ha declarado la Guerra a las pequeñas empresas, el verdadero cimiento del capitalismo y cada día las abruma más con impuestos y les prepara el golpe de muerte final con el ObamaCare y la Ley Cap & Trade.

¿Pero cuántos de estos llamados “trabajadores desalentados” hay hoy de costa a costa? Pues bien, de octubre a noviembre fueron 326 y de noviembre a diciembre ya suman 843 mil, pero no, estos “perezosos” no cuentan en las estadísticas como desempleados, ellos son sólo “trabajadores desalentados” que no buscan empleo.

¡Qué desvergüenza!

Al principio comentaba que cada día que pasa Barack Hussein Obama se parece más a Hugo Chávez. El viernes, el Gorila Rojo, acosado por la recesión, la escasez de productos básicos, la falta de energía eléctrica y con su popularidad en picada, anunció una enorme devaluación de la moneda nacional para aumentar las finanzas del gobierno y “estimular el crecimiento económico” antes de que se produzcan importantes elecciones este año. Hasta hoy, el aventajado alumno de Fidel Castro, nacionalizó a las compañías petroleras; cerró la cadena de televisión más vista en el país y amenaza, multa y pretende intimidar así, a la única cadena opositora que queda en el país y de paso cerró 34 estaciones de radio, y se adueñó de bancos y otros importantes sectores económicos del país. Hoy, lanzó a los militares a las calles y ocupó más de 70 pequeños comercios porque, según él, especulaban al alterar los precios de sus productos. Sin dudas Fidel le debe haber dado un sobresaliente.

Pero dejemos a Castro y veamos que dice al respecto Mark Lloyd, el Comisario para la Diversidad, nombrado por Obama: “En Venezuela, con Chávez, realmente se ha producido una revolución increíble... una revolución democrática. Para así, comenzar a poner en su lugar las cosas que tendrán un impacto sobre el pueblo de Venezuela”. Pero además, Lloyd fue más lejos y refiriéndose a la llamada Fairness Doctrine que pretenden aplicar los Demócratas dijo: “Lo que en realidad queremos decir con esto es que la Doctrina de la equidad (Fairness Doctrine) no es suficiente”. Chávez ha trabajado y trabaja sin descanso para callar a sus críticos. ¿Y Obama, qué hace? El 16 de junio de 2008, se refirió a la “oposición” en la prensa: “Hay una estación de televisión completamente dedicada a atacar a mi administración (...) Y ese es un megáfono bastante grande”. Comenzando así su Guerra contra Fox News y la declaró proscrita acusándola de no ser una organización noticiosa.

En el terreno económico Chávez se apropia de los bancos venezolanos y en Estados Unidos, Barack Hussein Obama, a nombre del Gobierno norteamericano, pone en práctica un llamado plan de rescate en algunos de los mayores bancos de Estados Unidos, por el que, por ejemplo, hoy el Gobierno Federal es dueño del 35% del capital tangible de Bank of America.

Muchos se preguntarán entonces, ¿por qué Chávez, Castro y sus acólitos atacan a Obama y lo muestran casi similar al “odiado” Bush? En mi opinión esa actitud responde a dos aspectos básicos:

Primero ninguno de esos sátrapas se puede dar el lujo de perder al Gran Enemigo de la Humanidad para mantener a sus países en un virtual estado de guerra en defensa de la patria amenazada por el Imperio. De ahí que veamos una sincronía casi perfecta en las declaraciones procedentes de la Habana y en las acusaciones hechas por el Gorila Rojo sobre el peligro inminente de agresión imperialista desde Colombia y las Antillas Holandesas, lo que le permite justificar como defensiva cualquier acción agresiva externa que emprenda y a la vez aumentar la represión interna y el control policiaco sobre la sociedad civil, la oposición y los medios periodísticos, así como aprovecharse de esa coyuntura para lanzarse en una carrera armamentista en su perspectiva de dominación geopolítica de la región, para la que también utiliza la poderosa arma que representa el petróleo venezolano.

Segundo a Barack Hussein Obama le conviene políticamente que esos compañeros de viaje ideológicos lo ataquen para poder seguir representando su papel de demócrata interesado en solucionar las diferencias a través del diálogo, mientras sigue socavando y destruyendo el tejido social y económico del país. Esto cuando menos es un acuerdo tácito, si no pactado en las varias conversaciones conocidas y secretas, pero no tan secretas, entre funcionarios de alto nivel de los Estados Unidos y las dictaduras de la Habana y Caracas.

La crisis de Honduras demostró cuan estrechas eran esas relaciones cuando de inmediato la administración de Obama hizo frente común con Chávez en la OEA, para tratar de ahogar la rebelión hondureña contra los designios del Sátrapa de Miraflores. Pero ni Obama, ni Chávez, ni Castro, ni el resto de sus acólitos de esa vergüenza latinoamericana que es la OEA contaban con la determinación del pueblo hondureño y de sus instituciones democráticas constituidas de no dejarse amedrentar ni avasallar, ni tampoco supieron ver que detrás del aspecto de abuelo bonachón del Presidente Constitucional de Honduras, Roberto Micheletti, se encontraba un demócrata firme en la defensa de los verdaderos intereses del pueblo hondureño y de la democracia en la región. En el caso hondureño lo intentaron y lo siguen intentando todo, aún después que saben que de la única forma que podrían revertir la historia es por la fuerza de las armas, siguen con sus maniobras por un lado para salvar la cara y por otro para debilitar la determinación de la nación hondureña de no dejarse pisotear. De ahí que en su soberbia estúpida, pretendan humillar al Presidente Micheletti obligándolo a renunciar antes de la toma de posesión de Porfirio Lobo, quien dicho sea de paso, está pareciendo un poco servil ante los deseos de Washington. Pero como dice el Chapulín Colorao, “no contaban con su astucia” y el Presidente Micheletti de inmediato reveló el juego sucio que se planeaba: “Estados Unidos desea que me retire el 15 de enero con la promesa de otorgar muchos millones de dólares de ayuda a Honduras. Sin embargo, Washington debe respetar la decisión soberana de nuestro pueblo”. Parece que Barack Hussein Obama confunde a un hombre digno con uno de esos Senadores corruptos que vendieron su voto para aprobar el ObamaCare, otra muestra más, entre muchas, que la impudicia y la estupidez de esta administración no tienen límite.

Diego Rodriguez-Arche
Nueva York, 12 de enero de 2010

Nota aclaratoria: Por su extensión hemos dividido este importante análisis. Por lo que esta es sólo la primera parte del mismo.

Nobama
Nueva York, 13 de enero de 2010

lunes, 11 de enero de 2010

El estúpido concepto de Guerra de Barack Hussein Obama: Nos declaramos en guerra, pero actuamos como si no existiera

Jihadi del calzoncillo

Después de su última aparición pública para hablar de Seguridad Nacional, algunos parecen convencidos de que Barack Hussein Obama, por fin despertó del letargo y reconoció, finalmente, que estamos en Guerra, muchos incluso han llegado a compararlo con George W. Bush. En Nobama opinamos todo lo contrario... pero no nos apresuremos. Comencemos, por ejemplo, con Yemen, allí fue el atentado del USS Cole y allí está el clérigo Anwar al-Awlaqi que asesoró tanto al terrorista del calzoncillo Umar Farouk Abdulmutallab, como al asesino de Fort Hood, Nidal Malik Hasan.

Yemen es en muchos sentidos parecido a Afganistán, en cuanto a que en ambos países, la población es más leal a los clanes y al tribalismo que al Gobierno Central. De ahí que su presidente Ali Abdullah Saleh, dijera ayer que combatiría a los terroristas, para inmediatamente declarar que está dispuesto a negociar con Al Qaeda.

Pero el problema no es sólo Yemen, es regional y crece cada vez más. En África, vía el puerto yemenita de Bab el Mandab, Somalia es el punto más álgido y donde radica la versión local de Al Qaeda llamada Al Shabab. Luego están, cada vez más complicados el Sahara Occidental, Líbano, Siria y Gaza. Y por último, está Irán que cada día que pasa se envalentona más por la débil e insensata política de Obama de insistir en convencer a los Mullahs de abandonar sus aspiraciones atómicas. Es tan estúpida esa política que no conduce a ningún sitio, que ya muchos analistas piensan que es deliberada y que Obama ya aceptó un Irán nuclear, que de paso postraría de hinojos a los israelíes los que, finalmente, según la fantasía Obámica, acabarían aceptando el dictado norteamericano y su llamado Plan de Paz. De ahí que ya su enviado especial esté anunciando la posibilidad de sanciones económicas como la suspensión de las garantías de pago a los préstamos de Israel en caso de que este siga demorando el proceso de paz. Al igual que sin éxito trató de coaccionar a Micheletti en Honduras, Obama trata de forzar a Netanyahu a ceder en Jerusalén y que acepte el retorno de los palestinos, lo que como sabemos significaría la desaparición del Estado Hebreo. En resumen, Obama no puede aspirar a ese mundo idílico de Paz logrado por su poder de convencimiento y su “magia” que tanto proclaman sus incondicionales. Esta guerra será tan larga como la Guerra Fría y no será tan fría como aquella.

Pero Barack Hussein Obama, siente aversión y un profundo desprecio hacia la llave del éxito en este tipo de Guerra: las operaciones clandestinas llevadas a cabo por fuerzas élites como los Navy Seal. Y si alguien tenía alguna duda de la determinación ideológica Obámica de destruir la posibilidad de obtener inteligencia humana en el terreno, la más valiosa, ahora amenaza a tres integrantes de los Navy Seal con llevarlos a una Corte Marcial, porque unos terroristas asesinos que capturaron en Irak, los mismos que después de masacrar cruelmente a unos contratistas norteamericanos los colgaron por los pies en un puente, ahora acusan a nuestros soldados de haberlos golpeado y de partirles los labios. Si Obama quiere tener éxito en esta guerra, tiene que cambiar las políticas de sus secuaces en posiciones estratégicas como el Fiscal General Eric Holder, quien amenaza con demandas legales contra nuestros guerreros en primera línea y el caso del terrorista del calzoncillo, Umar Farouk Abdulmutallab, nos revela un claro patrón de cómo Obama y su administración planean “enfrentarse” al terrorismo: juzgarlos en tribunales civiles con los mismos derechos de los ciudadanos norteamericanos.

Cuando Abdulmutullab descendió del avión en Detroit, comenzó a hablar con el FBI y les dijo que había más terroristas como él, es decir, terroristas suicidas entrenados en Yemen dispuestos a inmolarse en el nombre de Allah, librando la Jihad contra America. Pero una vez que le garantizaron sus derechos en la Ley Miranda, de inmediato tuvo abogados asignados y ¡Chitón! Ni una palabra más.

Por eso, jamás sabremos si Abdulmutullab sabe quién será el próximo terrorista que nos atacará, si sabe dónde se producirá ese ataque y qué armas se utilizarán para el mismo.

El tratamiento dado al nigeriano es coherente con la política propuesta por Eric Holder, y aceptada por Obama, de juzgar a Khalid Sheik Mohammed, el cerebro confeso detrás de los ataques del 11 de septiembre, en tribunales civiles a la vista del público, a pesar de que según lo que establece la Ley las evidencias existentes en su contra podrían ser eliminadas del sumario porque no se le leyeron sus Derechos Miranda; de que su testimonio proporciona una plataforma propagandística a la red terrorista y que todo el proceso presenta un suculento blanco para posibles terroristas suicidas.

Además, como ya hemos dicho en otras ocasiones, Obama sigue encaprichado en el cierre de Guantánamo y él y su equipo están tan saturados de corrección política que se niegan a utilizar la individualización (profiling) para identificar a potenciales terroristas, a la vez que desarrollan un Kabuki, una simulación Bhrezneviana tipo avance del Tren del Socialismo, de aumento de seguridad en los aeropuertos de la nación, mientras en la mayoría de las terminales europeas el cuartito se mantiene igualito.

Y como este tipo de guerra impide que tengamos una sola, para de una vez acabar con este enemigo fanático que nos amenaza minuto a minuto de nuestras vidas, no queda otro remedio que poner en práctica de nuevo las tácticas que asquean a Obama y a su elite izquierdista: desde derribar del poder a jefes de estado enemigos, que, como Irán, cooperan, apoyan y amenazan a nuestro único y verdadero aliado en el Medio Oriente, Israel, hasta el asesinato en caso de ser necesario y estar listos para seguir llevando la guerra dónde estén los terroristas y no tener que pelearla aquí, lo que tanto éxito tuvo hasta la llegada de Obama, y decidiera terminar con la Guerra contra el terrorismo en enero de 2009, por lo que según muestran los más recientes informes de seguridad, un tercio de los intentos de ataques terroristas en suelo norteamericano después del 11 de septiembre se hayan producido también después que Obama jurara defender la Constitución contra sus enemigos internos y externos.

Si estamos en guerra, hay que actuar en consecuencia. Y que nuestros enemigos sepan que cuando decimos Negro es Negro, no Rosa, ni Fucsia, ni Verde. Y pelear la Guerra contra el Terrorismo como se pelean las Guerras: utilizando todas las armas disponibles para ganarla.

Nobama
Nueva York, 11 de enero de 2010