viernes, 8 de enero de 2010

“¡Estamos en Guerra!”
O de como Obama descubrió el agua tibia


Barack Hussein Obama ordenó ayer que se sigan todas las pistas sobre el terrorismo, ¿será acaso que no se seguían antes de la orden?

Lo más tramposo de lo expresado ayer por Obama, es su aparente reconocimiento de que estamos en Guerra, aunque la sola mención de la palabra ya es algo, a pesar de que la circunscribiera exclusivamente contra Al Qaeda.

Es este enfoque de no reconocer que enfrentamos a un enemigo del que Al Qaeda es sólo una parte, entre otros enfoques erróneos, el que ha permitido que desde que Obama tomara posesión se hayan producido 3 ataques terroristas en suelo norteamericano. El no reconocimiento que son los Jihadis que libran una Guerra Religiosa de odio contra nosotros, los infieles, como su verdadera naturaleza y el origen de ese odio que la motiva, es realmente lo que nos ha hecho más inseguros. Ellos no nos odian porque exista Guantánamo, o por las Guerras de Irak y Afganistán, o por culpa de George W. Bush. El primer atentado a las Torres Gemelas fue en tiempos de Clinton, al igual que el realizado contra el buque USS Cole, que sucedió, casualmente, en Yemen, antes de Bush y el 11 de septiembre, también antes de Gitmo o Irak, por eso resulta extremadamente deshonesto por parte de Obama el culpar a Guantánamo del crecimiento del Jihadismo en la península arábiga y específicamente en Yemen. Esa estrecha visión, para satisfacer su obsesión izquierdista y de paso tirarle un hueso a su base política natural, lejos de enfocarnos en la dirección correcta, aumenta el peligro de que los terroristas tengan éxito en el próximo intento.

“Estamos en guerra”, dijo ayer Obama descubriendo así, por primera vez el agua tibia, y, ante el horror de muchos de sus asesores, casi llega a reconocer totalmente que Al Qaeda alimenta sus fuerzas en el Islam... casi. De todas formas habría que reconocerle que hay una diferencia, ¿acaso una mejoría? en comparación con su respuesta inicial al ataque cuando dijo que Umar Farouk Abdulmutallab era “un extremista aislado” y ordenara que fuera llevado ante un tribunal civil y no ante uno militar. Obama dijo que Al Qaeda representa una variante radical del Islam que promete “sólo miseria y muerte”, lo cual es cierto y también insuficiente, al reducir su afirmación solamente a la red terrorista. Tratando así, como le es habitual, de minimizar el alcance retrogrado y de odio que se encierra en la liturgia básica mahometana y de hecho reduciendo a un minúsculo grupo la naturaleza de la amenaza que se cierne sobre nuestra nación y nuestra civilización.

El resto del discurso... Same old, same old... Obama no inspiró confianza alguna en su capacidad para hacer que los 16 servicios de inteligencia con los que cuenta el país trabajen coordinadamente en un mismo y único objetivo, a saber evitar un nuevo ataque terrorista, como hizo el “odiado” Bush después del 11 de septiembre. Sería bueno, para empezar que volviera a poner en vigor la orden ejecutiva de Bush que cancelaba el uso de los satélites de la CIA en función del estudio del Calentamiento Global, cosa que hoy, gracias a Obama, hacen de nuevo para satisfacer a su “eminencia” Al Gore. Sin dudas ese sería un buen comienzo.

En lugar de su Trumanesco “Ultimately, the buck stops with me” y de diluir la responsabilidad de lo ocurrido al decir que “parece ser que este incidente (de nuevo se niega a calificarlo de acto terrorista) no fue culpa de un individuo o de una organización en particular, sino que fue una falla sistémica de todas las organizaciones y agencias”, lo que equivale a decir, no se le puede echar la culpa a nadie, como no sea a George W. Bush que fue quien estableció el sistema; Obama debía, más bien tiene la obligación como Presidente, volver a poner en vigor todas las herramientas existentes antes de su llegada a la presidencia para combatir el terrorismo y que fueron por él eliminadas. Pero por el contrario, lo que hizo fue obviar toda referencia a la eliminación de las prácticas de interrogación por parte de las fuerzas de inteligencia y la desmoralización a que ha sometido a la CIA y otras agencias de inteligencia al permitir la famosa investigación del Fiscal General sobre los métodos de la CIA y el otorgarles el derecho a la Ley Miranda a los terroristas, y que equivale a decirles que no están obligados a responder ninguna pregunta y por lo tanto sólo nos enteraremos de los planes de los jihadistas una vez que se hayan consumado, porque no siempre tendremos la suerte, como en este caso, de que haya un valiente y sagaz pasajero que pueda intervenir para evitar la catástrofe. Eso se llama casualidad y la seguridad nacional no puede caer en esa categoría.

En su discurso de ayer, lamentablemente, Obama mostró lo esquizofrénico de la política de seguridad nacional desarrollada en casi un año que lleva en la presidencia y que ha permitido que nuestros sistemas de contraterrorismo se deterioren a un extremo tal que estamos igual que el 10 de septiembre de 2001.

Cuando sin sonrojarse es capaz de decir que estamos utilizando todas las herramientas a nuestra disposición para combatir al enemigo, Obama miente, y lo que es peor... Miente a conciencia de que lo hace. Tal es su arrogancia. Al tratar a los terroristas como criminales comunes, sabe muy bien que está eliminando la herramienta fundamental del contraterrorismo, la inteligencia humana obtenida a través del interrogatorio. Esa es la realidad y eso es lo que no tuvo el valor de reconocer ayer Obama.

Convencido de que el poder de su palabra, su nombre intermedio, su condición de integrante de la Umah (comunidad de los fieles), su hostilidad hacia Israel y el dotar a nuestros enemigos de los mismos derechos constitucionales de que gozamos nosotros, haría la “magia” de calmar a nuestros enemigos, Barack Hussein Obama, se dedicó a desarrollar su “Jihad” de extrema izquierda para acabar con los principios y fundamentos que han sostenido a esta nación por más de 200 años y le dio la espalda a su obligación principal como Presidente: la seguridad del pueblo norteamericano.

Esa es, y no otra, la verdadera esencia del truculento discurso de ayer, de este gran simulador. De ahí que de inmediato decidiera concentrarse de nuevo en lograr la aprobación del ObamaCare.

¡Qué nadie se llame a engaño con este farsante!

Nobama
Nueva York, 8 de enero de 2010

jueves, 7 de enero de 2010

Historias de la Corrección Política

La novela clásica de Joseph Conrad de 1897 The Nigger of the Narcissus, ha sido reimpresa con un nuevo nombre, The N-WORD OF THE NARCISSUS que está provocando reacciones mixtas, sobre todo en las generaciones más jóvenes.

La novela fue impresa por primera vez en los Estados Unidos en 1914 por Doubleday & Company, Inc, bajo su nombre original. Claro, entonces los eufemismos de la corrección política no existían y quienes compraban el libro lo hacía basándose en el renombre de su autor. La novela que cuenta la historia de un marinero negro de las Indias Occidentales a bordo del buque mercante Narcissus en un viaje de Bombay a Londres, lejos de ser racista es una bella historia de aislamiento y solidaridad humana hacia James Waitt, el marino negro, por parte del resto de la tripulación. Al parecer, la intención de Conrad era destacar que la solidaridad humana estaba profundamente enraizada en los seres humanos.

Años más tarde, cuando ya en los Estados Unidos, el virus malsano de la corrección política contagiaba a la “inteligentzia” y a insistencia de los editores la novela se publicó con un título diferente: The Children of the Sea: A Tale of the Forecastle, porque, según ellos, nadie compraría o leería un libro con la palabra nigger en su título.

Al margen de la opinión que se pudiera tener del uso despectivo y de la carga racista que posteriormente tuvo la palabreja. Conrad la usaba en su sentido primigenio y en su novela, la usa con su sentido original del latín niger, es decir negro, que al ser trasladado a la lengua inglesa adquirió una segunda g intermedia según la sintaxis inglesa.

Lo ridículo de esta impresión es el uso de la forma políticamente correcta N-Word, que es tan peyorativo como decir claramente nigger y que reduce al personaje principal a un simple vocablo y lo despoja de toda su carga humana. En fin, que el libro no trata de una persona, sino de una palabra y una vez más, la corrección política es capaz de destruir lo más hermoso de la creación: Un ser humano.

¿Qué habría dicho Conrad si todavía viviera?

Nobama
Nueva York, 7 de enero de 2010
(Los interesados en leerla en versión original de 1914, pueden descargarla aquí o haciendo clic en la imagen)

miércoles, 6 de enero de 2010

Como un ladrón en la noche o
al Carajo con la democracia


Finalmente la fase final de las discusiones del ObamaCare no será televisada por C-SPAN tal y como Barack Hussein Obama prometiera 8 veces durante la campaña presidencial, como pueden apreciar en el vídeo que encabeza este artículo. Obama rompe así la reiterada promesa de campaña de que haría del debate sobre la reforma de la atención a la salud el proceso más transparente de la historia de los Estados Unidos. Por el contrario, y como advertimos que sucedería entonces, el Tartufo reunió ayer en la Casa Blanca al liderazgo Demócrata del Congreso para presionarlos para que le presenten, lo más pronto posible una versión final del ObamaCare, estimulándolos de paso a que lo hagan a puertas cerradas y que dejen a un lado las acostumbradas y tradicionales durante más de 200 años, negociaciones públicas entre las dos cámaras para reconciliar dos versiones diferentes de un proyecto de ley, tal y como establece nuestra Constitución.

Pero no crean que esta es la única forma en que el ObamaCare viola la constitución. Por ejemplo, hay otros cinco aspectos que nos roban nuestros derechos constitucionales y que hemos podido detectar y comprobar con expertos en Ley Constitucional:
1. La sección 3403 de la versión del Senado, que establece una comisión para reducir los gastos en Medicare, dice que la Ley no puede ser cambiada o derogada en el futuro. Lo que convertiría este artículo en uno pétreo e inconstitucional, ya que el pueblo siempre tiene el derecho de elegir un nuevo Congreso para cambiar o derogar las acciones y resoluciones del Congreso anterior, eso es lo que establece nuestra democracia.
2. Una enmienda en la misma versión del Senado misteriosamente destina $100 millones a una instalación que no se nombra que “deberá estar afiliada con un centro de salud académico en una investigación pública en una universidad de los Estados Unidos que cuente con una escuela académica médica y dental pública solamente del estado” (Sección 10502, pág. 328-329). ¿Por qué no se nombra claramente a esta instalación? Este grosero soborno fue negociado por el corrupto Senador amigo de Fidel Castro, Chris Dodd, para el Centro de Salud de la Universidad de Connecticut.
3. Ambas versiones establecen la obligatoriedad de comprar un “plan de salud calificado”, independientemente de que uno lo desee o no. Obviamente, el obligar a la gente a comprar un seguro médico reduce la cifra de personas no aseguradas, pero el Congreso no cuenta con la autoridad Constitucional de obligar a los ciudadanos y residentes a comprar producto alguno. Al respecto, el liderazgo demócrata del Congreso aduce que la “cláusula de bienestar general” de la Constitución les otorga el poder de imponer esa obligatoriedad. Pero sucede, como ya este Presidente y este Congreso nos tiene acostumbrados, que la frase está sacada de contexto para intentar engañarnos. La Constitución le otorga al Congreso el poder para establecer impuestos y utilizar esos fondos para el bienestar general, pero no para hacer otro tipo de leyes en nombre del bienestar general. Y en este sentido existen precedentes legales de la Corte Suprema, que facilitan la denuncia del ObamaCare por inconstitucional. Pero en su propósito torticero la versión del Senado insiste en esa prerrogativa, así en sus páginas 320 a la 324, establece que según la cláusula reguladora del “comercio interestatal” el Congreso tiene la autoridad para hacerlo. Pero sucede que durante 50 años, los estados han regulado los seguros de salud. De hecho, las personas no pueden comprar seguros médicos en ningún otro estado que no sea el de su residencia, que es lo opuesto al comercio interestatal. La Corte Suprema ha declarado dos veces inconstitucional, en 1935 y 1995 las pretensiones del Congreso de ampliar las facultades congresionales utilizando la cláusula de comercio. En ambas ocsiones, la Corte falló que el Congreso debía mantenerse dentro de los poderes señalados por la Constitución.
4. Nunca antes, el Gobierno Federal se había inmiscuido en las decisiones tomadas por los médicos en relación con pacientes de seguros privados, excepto en asuntos muy específicos como la seguridad de los medicamentos y nada escrito en la Constitución le autoriza a hacerlo. Pero en la versión del Senado, se obliga a las personas a comprar un plan médico y entonces dice que sólo los médicos que hagan lo que el gobierno determine pueden recibir el pago por dicho plan. Por lo que los “planes calificados” sólo pueden contratar médicos que “pongan en práctica los mecanismos para mejorar la calidad de la atención a la salud según lo que el Secretario (de Salud y Servicios Humanos) pueda determinar por regulaciones” (Sección 1311, pág. 148-49). Ello cubriría toda la práctica médica, desde el corazón, la obstetricia y hasta la determinación de quién sí y quién no puede recibir una mamografía.
5. Por último, la “cláusula de apropiación” en la Quinta Enmienda, prohibe al Gobierno apropiarse de las propiedades sin compensar al legítimo dueño. Esta cláusula en The Bill of Rights, nos protege a todos, hasta las compañías de seguros, por muy impopulares que estas pudieran ser, pero el Congreso la ignoró al escribir el ObamaCare en ambas versiones, aunque en la del Senado, además, se inmiscuye ilegalmente al poner tope a las ganancias de las compañías de seguro, con lo cual despoja... más bien roba, a los accionistas de las mismas sus legítimas ganancias. Esto no es más que el principio marxista de la redistribución y la nivelación económica, y la actuación vergonzosa del Congreso como un Ladrón en la noche. Por este camino, no estaría lejano el día en que el Congreso con la anuencia del Tartufo, implantará topes similares a las tiendas de víveres, pizzerias y McDonalds, utilizando para ello el argumento de que la comida, también una necesidad, está muy cara. Joe The Plumber podría ser el próximo.

Tomando como base las promesas de campaña hechas por Obama y viendo cuan corrupto y podrido ha sido todo el proceso del ObamaCare hasta hoy, el Presidente de la Cadena Pública C-SPAN envió una carta fechada el 30 de diciembre dirigida a los líderes del Congreso para que abrieran al público las últimas discusiones del ObamaCare antes de su votación final.

Pero lamentablemente, los Demócratas, incluyendo a Barack Hussein Obama, ¡qué sorpresa!, están en contra de la Democracia y acordaron ayer con el Tartufo, en una reunión secreta y a puertas cerradas, que utilizarían el mismo procedimiento oculto para escribir la versión final del ObamaCare. Al salir de dicha reunión la Reina de Corazones Nancy Pelosi, salió gritando como es su costumbre: “¡Que le corten la cabeza!” cuando dijo... “Haremos lo que sea necesario para aprobar el proyecto de Ley” y con la complicidad de Harry “Dirty” Reid, el líder de la mayoría demócrata en el Senado y del Mafioso de Chicago alojado en la Casa Blanca, se creaba un panel secreto para escribir, a puertas cerradas, la versión final de esa monstruosidad, de este asalto a mano armada a las libertades del pueblo norteamericano.

El Presidente y los miembros del Congreso, juraron defender la Constitución, pero parece que ese juramento correrá la misma suerte que las 8 promesas de campaña de Obama que aparecen en el vídeo con el que encabezamos este artículo, de ahí que nos toque a nosotros los ciudadanos recordarle a estos bandidos que es la Constitución quien define y limita sus poderes y que no estamos dispuestos a renunciar ni a una coma de los derechos que ella nos otorga y que nos legaron los Padres Fundadores.

Obama y sus secuaces del Congreso están tan, pero tan, borrachos de poder y de arrogancia que creen que podrán, mandar al carajo a la Democracia y que se saldrán con la suya impunemente. Tan ciegos están que no ven los graffitti que comienzan a aparecer en los muros de toda la nación, y como demuestran las encuestas escritos principalmente por quienes decidieron las elecciones de noviembre de 2008 al votar por el famoso “Cambio” y la escritura es clara y diáfana: “Ese no fue el Cambio prometido y en noviembre comenzaremos a rectificar nuestro error”. Ya muchas ratas como Dodd y Dorgan en el Senado y el Gobernador Ritter en Colorado abandonan el buque Demócrata que se hunde.

Nuestros votos se ocuparán del resto. Que no les quepa duda alguna.

Nobama
Nueva York, 6 de enero de 2010

martes, 5 de enero de 2010

Un Cambio en el que sí podríamos creer

Dentro de poco, comenzará la reunión de la Mesa de Pericles, Sección Seguridad Nacional, en la Casa Blanca y, al finalizar esta, Barack Hussein Obama, se dirigirá a la nación para anunciar sus nuevas medidas dirigidas a fortalecer la seguridad aérea después del fallido atentado terrorista del día de Navidad.

Regresa fresco después de unas vacaciones en Hawai y una vez que escuche a los funcionarios encargados de las dos investigaciones que ordenó después del fallido ataque, acerca de la revisión de los pasajeros para viajar por avión y sobre el sistema estadounidense de listas para la vigilancia del terror, según la Casa Blanca, Obama subrayará los resultados de estas revisiones y anunciará una serie de nuevas medidas para mejorar las listas de vigilancia y abortar futuros ataques terroristas.

Todo parece indicar, que no habrá mucho que revelar más allá de lo que ya se conoce, y que son las restricciones ya puestas en vigor desde ayer para los viajeros procedentes de Yemen, donde sabemos que Umar Farouk Abdulmutallab, fue entrenado por Al Qaeda, así como desde Nigeria, Arabia Saudita, Cuba, Irán, Sudán, Siria, Afganistán, Argelia, Irak, Líbano, Libia, Pakistán y Somalia. Además, se ha filtrado que el Gobierno también agregó más nombres a sus listas de sospechosos de terrorismo y a las que contienen los nombres de quiénes tienen prohibido abordar algún vuelo que se dirija a los Estados Unidos. También se supone que Obama explique en detalle la fundamentación para la seguridad nacional en que se basó la decisión de procesar al terrorista por un tribunal civil y la línea a seguir en el futuro, de producirse casos similares, según las recomendaciones del Fiscal General Eric Holder, quien también estará presente en la reunión de esta tarde. Como sabemos, este aspecto, unido a la incapacidad de la Secretaria de Seguridad Nacional, Janet Napolitano, son los puntos más álgidos en todo este desastre del día de Navidad, que puso en evidencia que toda la teoría contraterrorista de la administración Obama, como dice Rich Lowry, “está en harapos”.

De ahí que la pregunta que todos se hacen, nosotros incluidos es ¿qué podría decir Barack Hussein Obama que nos hiciera confiar en que estaremos protegidos en el futuro?

Un colega cercano nos dijo parodiando a Martin Luther King, que él “había tenido un sueño” en el que escuchaba a Obama decir que el terrorismo islámico es real y que los Estados Unidos se empeñarían en una Guerra Global contra este cáncer que amenaza a nuestra civilización. Que su anterior enfoque de considerar al terrorismo como una reacción lógica a la arrogancia de los Estados Unidos de la que éramos responsables, era un error. Como lo fue ir al Cairo a disculparse por las ideas que nos inculcaron los Padres fundadores del excepcionalismo norteamericano y de que los hombres libres no se inclinaban ante nadie. También que lo escuchó decir que él sabía que había irritado a la mayoría de los norteamericanos con sus promesas de cortarle las garras al águila imperial y de que a partir de su llegada a la Presidencia le enseñaría a los norteamericanos como comportarse según las normas de la vieja Europa Socialista.

Que a partir de ahora todos los terroristas que capturemos serán declarados combatientes enemigos y serán internados en el Campo de Detención de Guantánamo para ser juzgados por los Tribunales Militares, tal y como se ha hecho desde la misma fundación de la nación y que en consecuencia anulaba, por errónea y peligrosa, su Orden Ejecutiva de Cerrar Gitmo.

También cuenta el colega que le escuchó decir que los asesinos del 11 de septiembre permanecerían en Guantánamo y que ya no vendrían a Nueva York para ser juzgados a pocos pasos del sitio en que asesinaron a más de 3 mil compatriotas. Cuenta el colega que en la mirada de Obama percibió que finalmente había comprendido que era el Sucesor de Washington y Reagan mientras lo oía decir que era nuestra existencia lo que estaba en juego y que con palabras no se detendría a la locura islámica que ha jurado exterminarnos.

I Have a Dream...” concluyó su relato nuestro colega.

Ese sí sería un Cambio en el que podríamos creer.

Nobama
Nueva York, 5 de enero de 2010