miércoles, 14 de octubre de 2009

Entre pillos anda el juego o El fraude del inexistente Proyecto de Ley de Reforma de Salud del Senado


Ayer, el Comité de Finanzas del Senado votó para aprobar un fraude colosal, quizás el mayor de la historia legislativa de los Estados Unidos... Una vergüenza que al otrora Patricio Cuerpo le costará trabajo lograr que los norteamericanos olviden.

El llamado Proyecto de Ley del Senador Max Baucus, el que todos sabemos es inexistente como tal, y por el que los demócratas de ese Comité y una solitaria republicana, sólo de nombre, han votado a favor y le han llamado “responsable”; es una receta para el desastre de las finanzas de la nación. Esos senadores sabían perfectamente que el informe de la CBO (Oficina Congresional para el Presupuesto) no sólo no reforzaba el criterio de que era neutral en el déficit, sino que exponía claramente todo lo contrario, que de “responsable”, sólo tenía el nombre.

Como quienes han seguido de cerca todo este proceso saben también, Baucus utilizó todas las tretas presupuestarias para obligar a la CBO a que le diera el material que necesitaba para poder anunciar a los cuatro vientos que su No proyecto de ley costaría “sólo” $829 mil millones (billones) en 10 años, con suficientes cortes en otros gastos y subidas de impuestos para evitar añadir su costo al déficit federal. Pero la CBO expuso la verdad que se ha mantenido oculta por los principales medios y los mismos senadores, al dar el inusual paso de calcular lo que el No proyecto de ley costaría en los segundos 10 años.

En la década siguiente a la de su puesta en vigor, la CBO proyecta que el costo se triplicará, alcanzando la astronómica cifra de $2.8 millones de millones (trillones). Los impuestos y multas que impondrá también se triplicarán a $1.8 millones de millones (trillones). Y sus cortes al Medicare y otros programas federales de salud relacionados se cuadriplicarán, alcanzando la cifra récord de $1.9 millones de millones (trillones), por lo que, siempre siguiendo el reporte de la CBO, en sus dos primera décadas de aplicación combinadas, la implantación del No proyecto de ley costará $3.6 millones de millones (trillones) y elevará los impuestos en $2.3 millones de millones (trillones). ¿Es esto locura, disparate o complicidad con el destino que nos quiere imponer el aspirante a dictador socialista de la Casa Blanca? ¿Quiénes serán los que más sufrirán de lograr sus propósitos Barack Hussein Obama y sus compinches? Sin dudas la clase media, la pequeña empresa y los trabajadores con los salarios más bajos y entre estos últimos, los de origen hispano que mayoritariamente se han dejado encantar por el sonido “hameliano” de los discursos y promesas de Obama. Algún día esos mismos hispanos, le reclamarán a sus paisanos de los medios, como el lamentable Jorge Ramos y la mayoría de los periodistas hispanos, el por qué no les dijeron la verdad.

Pero volvamos al pájaro de cuenta del Senado. El truco más elemental del Senador Baucus fue que los “primeros 10 años” de su No proyecto de ley incluyen varios años cuando en realidad todavía no ha sido implantado. Fue analizado por la CBO del año 2010 al 2019, a pesar de que no estaría completamente en vigor hasta el año 2015, cuando su costo habrá excedido el de esos primeros cinco años combinados.

Según se desprende de los datos proporcionados por el análisis de la CBO, el inexistente proyecto no costaría ni un centavo en 2010, pero en su primera década real (2011 al 2020), costará más de $1 millón de millones (trillón). Casualmente, las elecciones para el Congreso serían en noviembre de 2010 y los Demócratas querrán levantar esa bandera como un logro. Y luego se atreven a criticar al ex Gobernador de Illinois Blagojevich, cuando ellos son más pillos todavía.

Pero eso no es todo, la CBO calcula que para finales del 2030, el inexistente proyecto de Ley Baucus habrá rebajado el gasto de Medicare y otros programas de salud existentes en más de $2.6 millones de millones (trillones) y como se sabe ya los fideicomisarios del Fondo en Fideicomiso de Medicare para los Hospitales (Medicare Hospital Trust Fund), el cual financia la mayor parte de Medicare, han advertido que este se irá a la bancarrota en el 2017. El “brillante” juego de Baucus ha identificado cientos de miles de millones de ahorros posibles en Medicare, pero en su No proyecto de ley, estos se utilizan para financiar sus otros gastos y no para rescatar el Medicare Hospital Trust Fund. Hasta un Hombre de las Cavernas, como reza el popular anuncio de Geico, podría darse cuenta que para entonces los ancianos e inhabilitados físicos verían enorme, sino totalmente reducidas, debido al racionamiento, sus posibilidades de recibir atención médica especializada. Lo que le daría la razón a la “odiada” Sarah Palin cuando advirtió sobre los Paneles de la Muerte.

Los legisladores responsables de ambos partidos, que lamentablemente no son muchos, saben de sobra que es necesario encontrar la forma de ahorrar en Medicare para poderlo mantener a flote y que ese no es el sitio adecuado en el que robarse el dinero para gastarlo en otras partes. Pero, además, los supuestos ahorros de Baucus, resultan altamente sospechosos. Como señala la CBO, su inexistente ley rebajará los pagos de Medicare a los médicos en un 25% en el 2011 y los mantendrá en ese nivel de forma perpetua. Dicho de otra forma y a causa de la inflación, las rebajas de Baucus se harían permanentes para los médicos y otros profesionales de la salud. Si asumimos que la inflación se incrementa anualmente en un 3%, en el 2014, el ingreso real de los médicos por concepto de pagos de Medicare, sufrirá una rebaja de un tercio comparado con el 2010 y para el 2025, la rebaja sería de la mitad.

Y he aquí donde el agua le entra al coco. De aprobarse el No proyecto de ley de Baucus, los médicos se negarán cada vez más a recibir pacientes de Medicare en la misma medida en que sus honorarios desciendan, pero si al final la abominación que salga de las calenturientas mentes de la Troika de Washington no tiene en cuenta estas rebajas en Medicare, el plan de Baucus elevaría vertiginosamente el déficit federal. Sin esos ahorros en Medicare y programas relacionados, la CBO calcula que la ley resultante elevaría el déficit federal en $1.3 millones de millones (trillones) en los próximos 20 años y seguiría subiendo hasta convertirnos en un país del tercer mundo. Ese es nuestro brillante futuro. A eso se reducen los lemas electorales de Change We Can Believe In, Hope y Yes, We Can. El futuro de sumisión al gobierno central que este Presidente radical y extremista pretende imponernos en contra de la voluntad de la mayoría.

Ya las avanzadas del Comandante en Jefe han llegado al Capitolio encabezadas por el Reichsfüherer SS Rahm Emanuel, quien trae desplegada la nueva Bandera y que blandiendo el puño cerrado obligará a las ovejas descarriadas demócratas a entrar al redil del Gran y Amado Líder Barack Hussein Obama. De ahí la importancia que tiene que los Congresistas y Senadores de ambos partidos sepan que si se prestan para este descarado Golpe de Estado político, en noviembre del 2010 los haremos ir a aumentar las estadísticas de los desempleados.

Aaron Mayer
Washington, DC, 14 de octubre de 2009

lunes, 12 de octubre de 2009

Ser o no ser: Esa es la cuestión o
Barack Hussein Obama en su laberinto

Barack Hussein Obama fue coronado como Príncipe de la Paz por un Comité de Oslo, pero es el Presidente de un país en Guerra, amenazado por un enemigo cruel y traicionero, que no se deja convencer por sus extraordinarias dotes oratorias. Este Príncipe de la Paz, este Hamlet moderno, se debate ante una disyuntiva que exige decisiones precisas y que no admite juegos de palabras. Si responde como un verdadero Comandante en Jefe, perderá el apoyo de su base doméstica, la extrema izquierda y tendrá que gobernar desde el Centro y olvidarse de su agenda socialista (recordar a Clinton), si por el contrario decide lanzar los dados y apostar a la posibilidad de ganar con lo que proponen los que ya se equivocaron en Irak, o trata de convencer al Talibán y quizás hasta Al Qaeda que deben buscar una salida negociada. El peligro para nuestra Seguridad Nacional será de proporciones catastróficas.

Esta clara disyuntiva que tiene ante sí Barack Hussein Obama, está magistralmente argumentada por Chuck Krauthammer en el artículo que reproducimos a continuación. Y que quienes prefieran leer en inglés pueden hacerlo aquí.

Nobama
Nueva York, 12 de octubre de 2009


La agonía del joven Hamlet


Lo genial de la democracia es la alternancia en el poder, lo cual obliga a la oposición a comportarse seriamente, particularmente en cosas como la guerra. Asunto este en el que los demócratas han sido decididamente poco serios.

Cuando la guerra de Irak (a favor de la cual votaron la mayoría de los Senadores demócratas) empezó a tener problemas y las bajas aumentaron, los demócratas se guiaron por los vientos cambiantes de la opinión pública y se pusieron decididamente en contra de la guerra. Pero como necesitaban de una cobertura política a causa de su reputación de debilidad en la defensa nacional después de Vietnam, adoptaron Afganistán como su guerra predilecta.

“Yo formé parte de la campaña de John Kerry en 2004, la que elevó a la categoría de sabia opinión convencional demócrata, la idea de Afganistán como “la guerra correcta”, escribió el asesor demócrata Bob Shrum poco después de que el Presidente Obama fuera electo. “Esto era necesario como crítica a la Administración Bush, pero también era algo deliberado y a estas alturas puede que resulte hasta engañoso como política”.

Lo cual es una forma inteligente de decir que defender la victoria en Afganistán fue una medida artificial y falsa en la que los demócratas nunca creyeron seriamente, un conveniente garrote para golpear a George Bush con Irak y a la vez dar una imagen lo suficientemente belicista como para rechazar el estereotipo de blandos.

Diseñada cínica y brillantemente, la posición de que la “guerra de Irak era mala, y la guerra de Afganistán era buena” funcionó. Los Demócratas primero ganaron la mayoría en el Congreso y después la Casa Blanca. Pero ahora, lamentablemente, les toca gobernar. Se terminaron los juegos y los pretextos.

De manera que ¿qué hará ahora el comandante en jefe con la guerra que una vez declaró que había que ganar, pero que en forma casi criminal Bush no le había proporcionado los recursos necesarios?

¿Quizás proporcionar los recursos necesarios para ganarla?

Uno podría pensar que eso sería lo correcto. Y eso es exactamente lo que pedía el 30 de agosto el General designado directamente por Obama: un refuerzo (surge) de entre 30.000 y 40.000 soldados para estabilizar el progresivo deterioro de la situación y salvar Afganistán de la misma forma que un refuerzo militar similar logro salvar a Irak.

Eso sucedió ya hace más de cinco semanas y todavía no hay una respuesta. Obama se debate agónica y públicamente mientras el mundo lo observa. ¿Por qué? Porque, según explica el Asesor de Seguridad Nacional James Jones, “usted no compromete las tropas antes de decidir una estrategia”.

¿No hay una estrategia? El 27 de marzo, teniendo a su lado a los Secretarios de Defensa y Estado, el presidente dijo: “Hoy anuncio una nueva estrategia integral para Afganistán y Pakistán”. Y seguidamente detallaba una campaña de contrainsurgencia civil y militar para derrotar al Talibán en Afganistán.

Y para enfatizar lo serio de sus palabras, el Presidente dejó claro que no había llegado a esta decisión por casualidad. La nueva estrategia, declaró, “marca la conclusión de una cuidadosa revisión política”.

Conclusión, afirmó rotundamente. No el comienzo. No un proceso. La conclusión de una amplia revisión, aseguró a la nación el presidente. La cual incluía consultas con jefes militares y diplomáticos, con los gobiernos de Afganistán y Pakistán, con nuestros aliados de la OTAN y los miembros del Congreso.

El General al mando fue entonces sustituido con otro escogido por Obama, Stanley McChrystal. Y es McChrystal quien presentó la solicitud de 40.000 soldados, una solicitud a la que el presidente respondió con un silencio absoluto.

La Casa Blanca comenzó a filtrar una estrategia alternativa, al parecer propuesta (¿inventada?) por el Vicepresidente Biden para lograr la victoria impecable con el uso a distancia de misiles Crucero, aviones no tripulados Predator y operaciones especiales.

La ironía es que nadie sabe más acerca de este tipo de guerra que el general McChrystal. Él estuvo a cargo precisamente de este tipo de “contraterrorismo” en Irak durante casi cinco años, matando a miles de enemigos en operaciones discretas de un éxito considerable.

Cuando el mejor experto del mundo en este tipo de guerra contra el terrorismo recomienda precisamente la estrategia de contrainsurgencia contraria a la que propone Obama, es decir, un importante refuerzo de tropas para proteger a la población, usted tiene ante usted la más convincente argumentación contra el contraterrorismo, hecha por el hombre que más conoce sus logros y límitaciones potenciales. Y McChrystal fue enfático en su recomendación: “Optar por cualquier otra vía diferente a la contrainsurgencia significa perder la guerra”.

Sin embargo, su Comandante en Jefe, joven Hamlet, se agita, objeta, agoniza. Sus Asesores en política doméstica, encabezados por Rahm Emanuel, le dicen que si va en búsqueda de la victoria, se convertirá en otro LBJ (Lyndon Johnson), el visionario destruido por una guerra. Su vicepresidente se aferra a la quimera de un éxito indoloro del contraterrorismo.

Contra Emmanuel y Biden se manifiestan el General David Petraeus, el principal experto del mundo en contrainsurgencia (con ella salvó a Irak) y Stanley McChrystal, el experto más destacado del mundo en contraterrorismo. ¿En quién confiaría usted?

Hace menos de dos meses, el 17 de agosto, frente a un público compuesto por veteranos, el presidente declaró que Afganistán era “una guerra de necesidad”.

¿Quedó en pie algo de lo que dijo después que se apagaron los aplausos de esos veteranos?

(Traducción y revisión de Aaron Mayer y Diego Rodriguez-Arche)

De la Obamanía a la Obamahisteria


Hasta Castro I parece atacado del nuevo mal de la Obamahisteria y dice que una de las mitades bipolar, la Buena, de Obama fue a la que le dieron el Premio Nobel de la Paz y por su parte el Gorila Rojo se desmarca de su mentor de La Habana y dice que no se lo merece.

Lo cierto es que como dice Edurne Uriarte en esta breve pero excelente pieza publicada hoy en el Diario ABC, "La Obamamanía va a camino de convertirse en la Obamahisteria. Incluso más fuera de Estados Unidos que dentro. Al fin y al cabo, es allí donde una buena parte de los analistas y de la opinión pública ha acogido con humor el Premio Nobel de la Paz y broma, parodia, chiste, han sido conceptos profusamente usados. Y es en Europa donde el Comité del Nobel ha enterrado definitivamente el escaso prestigio que le quedaba".

Nobama
Nueva York, 12 de octubre de 2009