Condenado por su propia vacilación a presentar un boceto repulsivo dirigido a múltiples auditorios políticos,
Barack Hussein Obama utilizó el impresionante marco de West Point para proporcionarle a sus palabras una ilusión de liderazgo grandioso y singular.
El evento fue impresionante: La Academia Militar cuenta con la pompa y la solemnidad necesarias. Los cadetes se veían inmaculados, se comportaron a la perfección y aplaudieron a la señal dada y por supuesto en esta masa súper disciplinada no hubo ningún, Dios lo bendiga,
Joe Wilson que le gritara “¡Usted miente!”
Banderas, formalidad y tradición estuvieron al servicio de un anuncio político que ya la Gran Prensa casi compara con la famosa Oración de Gettysburg, para esta horda de genuflexos izquierdistas cada palabra de Obama es más grandiosa que la que la precedió y cada discurso un evangelio más añadido a la Biblia del Falso Mesías, que ya recoge varios desde el 20 de enero de 2009, Toma de posesión o Génesis, pasando por El Cairo y Fort Hood hasta llegar a West Point.
¿Acaso alguien duda por qué los directores de escena del sainete Obama escogieron West Point para su Sermón de las 4,632 palabras? Muy simple, para en medio de esto que podríamos llamar la glamurización desvergonzada del estamento militar, enviar el mensaje subliminal de que todo aquel que cuestione la infalibilidad y la sabiduría de nuestro Gran Timonel se opone a la tradición de “deber, honor y país” que distingue a nuestras fuerzas armadas.
Pero la elección del entorno también revela lo cobardemente político que es realmente Obama: por encima de todo se trata de que West Point es un lugar seguro, en el que no debe esperar sorpresa alguna.
Como dijo un importante analista militar, “un verdadero Comandante en Jefe habría pronunciado este discurso en la Universidad Nacional Militar (National War College), o quizás ante la Junta de Comandantes en el auditorio del Pentágono, o en una Sesión Conjunta del Congreso, o desde la solemnidad presidencial que otorga la Oficina Oval. Si quería hacerlo en un ambiente militar, él debió explicar su decisión y su estrategia sobre Afganistán ante aquellos que la dirigirán e implementarán”.
Pero no, hasta en esto el “artifice” del “Cambio hacia el desastre” tiene que ser diferente, en lugar de explicarle su estrategia a un auditorio de Generales, lo hace a aprendices de oficiales, cuya responsabilidad cuando terminen sus estudios será mandar a pelotones de entre 20 y 40 soldados. Que nadie discute que son magníficos jóvenes norteamericanos, pero que no son la audiencia apropiada para anunciar cambios político-militares de tal envergadura, pero para este Comandante en Jefe de opereta el continente es más importante que el contenido o, lo que es lo mismo, la puesta en escena es lo que importa y no el drama en sí. Dicho en otras palabras por si no lo expresamos claramente: Obama, como es habitual, ha preparado un evento mediático, pero su liderazgo como Comandante en Jefe brilló por su ausencia.
Su fortaleza principal, cada vez está más claro, radica en un carisma hueco ante el que, para su vergüenza, la Gran Prensa sigue siendo embarazosamente susceptible y perturbadoramente obsequiosa. Siempre que el teleprompter no le juega una mala pasada la actuación de Obama es excelente, pero, como ya resulta habitual, el contenido de su ampulosa verborrea evita hablar y tocar aquellas realidades que deben estar presentes en el discurso de un Comandante en Jefe.
Anoche, anunció un refuerzo de tropas insuficiente, justificándolo con palabras altisonantes y repetitivas, dando vueltas y más vueltas, sonando el tamborcillo sin parar, como el Conejito de Energizer, pero sin explicar claramente por qué ese número de tropas y no el que le pidió el General que él mismo nombró y a la vez trató de suavizar la ira de su base natural en la extrema izquierda, estableciendo límites precisos en nuestro compromiso en la guerra contra nuestros enemigos.
Barack Hussein Obama, como decían nuestras abuelas: ni se peinó ni se hizo papelillos, ni fu, ni fa. Como dijo el mismo analista militar ya citado, “fue como si en la Segunda Guerra Mundial
Roosevelt le hubiera dicho a los japoneses y a los alemanes que en realidad queremos decir lo que dijimos y que nuestro compromiso es inquebrantable, sólo que planeamos abandonar la guerra en 1944”.
Entonces, como ahora, el esfuerzo y las vidas de valerosos jóvenes como los que le escuchaban se habrían derrochado en vano, tal y como hace con nuestros impuestos y, entonces como ahora, habríamos eliminado toda posibilidad de triunfo. Fue como si le dijera al Taliban y a los terroristas de Al Qaeda, que lo único que tenían que hacer era resistir un poco y como hemos visto, ambos son buenos para resistir.
Desde Pakistán, también escuchaba atentamente el enemigo y se refocilaba pensando en el premio que les espera al final del camino: Un Pakistán con armas nucleares, y un Afganistán vecino de Irán en sus manos. Obama firmó anoche la sentencia de muerte de muchos jóvenes soldados y sabe Dios de cuántos civiles inocentes allá y aquí, al anunciar esa estrategia fallida en su mismo comienzo. Esa estrategia y ese refuerzo podrían tener éxito si como un verdadero Comandante en Jefe hubiese dicho que nuestro compromiso es hasta alcanzar la victoria y no que sólo durará 18 meses.
Otro aspecto que demuestra su incapacidad para ser Presidente y por ende Comandante en Jefe, fue pasar por alto el peligro de Irán, que obviamente ya le tomó la medida y muy bien. Para nuestra Seguridad Nacional resulta vital tener rodeado a Irán desde Irak y desde Afganistán, porque digan lo que digan al final del camino sólo se vislumbra una solución posible: El bloqueo en el Golfo Pérsico por mar y desde Irak y Afganistán por tierra. Y, para suerte nuestra y del resto del mundo, de lo demás veremos como los israelíes se encargan más pronto de lo que muchos se imaginan.
Pero ¿quién dijo...? ¿A quién puede ocurrírsele que la principal preocupación de Obama es que su “nueva estrategia” tenga éxito? “
God Bless America?
No, no, no... God Damn America”, como le enseñó su mentor
Jeremiah Wright.
Obama quiere cobertura política y caos para prevalecer, pase lo que pase y caiga quien caiga. Él quiso aparecer fuerte ante el pueblo norteamericano, pero a su base natural y a nuestros enemigos les hacía un guiño cuya traducción era: ¿Captaron el mensaje? Tengan calma y esperen. Aparenten no ser terroristas hasta julio de 2011, y verán como todo irá a las mil maravillas.
NobamaNueva York, 2 de diciembre de 2009