
“Prometo cumplir mi deber con amor y
fidelidad al Führer y a nuestra bandera”.
Juramento de las juventudes hitlerianas.
fidelidad al Führer y a nuestra bandera”.
Juramento de las juventudes hitlerianas.
Si hasta hoy alguien tenía todavía alguna duda sobre los planes de toma de poder absoluto y de Cambio de sistema de Barack Hussein Obama, debería replantearse esas dudas a la luz de lo que se estaba cocinando en la esfera educacional de los Estados Unidos, en correspondencia con el discurso a los escolares norteamericanos que pronunciará el presidente el próximo 8 de septiembre.
Hasta ayer en que el Periódico de Washington Times reveló el plan y después otros medios como Fox News se ocuparon del asunto, la administración Obama tenía un proyecto de plan lección para las escuelas norteamericanas en el que se le indicaba a los estudiantes que se escribieran cartas a sí mismos acerca de lo que podrían hacer para ayudar al Presidente Obama a llevar a cabo su agenda política para la nación. El plan, antes de ser modificado mostraba claramente su intención de adoctrinar a los niños en las políticas de Cambio del Presidente.
No cabe duda que con ese enfoque, Barack Hussein Obama, utilizaba el manual fascista y comunista de adoctrinamiento. Mussolini, igual que el resto de los dictadores totalitarios como Hitler, Stalin, Fidel Castro, etc. etc., mostraban un marcado interés en los niños y en su educación a través del Sistema Educacional del Estado, ¿por qué? Porque los niños eran los Fascistas, Nazistas o Comunistas del futuro, de ahí que el Estado, del color que fuera, pusiera un énfasis acentuado en la educación.
La carta que la Secretaria de Educación Arne Duncan enviara a todos los directores de escuelas públicas en la que decía, entre otras cosas, que “esta es la primera vez que un Presidente norteamericano le habla directamente a los escolares del país, acerca de esforzarse en lograr el éxito en el aprendizaje”, resulta tan sospechosa porque su propósito iba mucho más lejos que simplemente elevar la moral y el entusiasmo entre los muchachos. A la carta la acompañaban guías con indicaciones sobre la forma en que los maestros debían conducir el magno evento. En esas guías se establecía que a los estudiantes de las escuelas elementales se les indicara “escuchar el discurso” y “meditar acerca de los siguientes aspectos”:
“¿Qué trata de decirme el Presidente?
¿Qué me está pidiendo el Presidente que haga?
¿Sobre qué nuevas ideas y acciones me pide el Presidente que piense?
Los estudiantes deben anotar partes importantes del discurso en las que el Presidente les pida que hagan algo. Los estudiantes deben pensar acerca de: ¿Qué tarea específica me pide que haga? ¿Le está pidiendo algo a cualesquiera otra persona? ¿Maestros? ¿Directores? ¿Padres? ¿El Pueblo Norteamericano?
Después del discurso, los maestros deben preguntarle a los alumnos:
¿Qué piensan que es lo que el Presidente desea que hagamos?
¿El discurso les hizo desear hacer algo en específico?
¿Seremos capaces de hacer lo que el Presidente Obama espera que hagamos?”
Pero las orientaciones no terminaban ahí. Por ejemplo, a los alumnos hasta 6to grado, se les pediría que se “escriban cartas a sí mismos acerca de lo que pueden hacer para ayudar al Presidente. Estas cartas se recogerían y serían retomadas por los maestros en una fecha apropiada futura, de manera que a los estudiantes se les exigieran responsabilidades por sus metas”.
A los maestros también se les orientaba que le hablaran a sus alumnos acerca de “establecer una base de conocimientos de antecedentes sobre el Presidente de los Estados Unidos, a través de la lectura de libros sobre los presidentes y Barack Obama”.
Mussolini y Hitler querían una nación de guerreros y por ello toda la filosofía educacional se dirigía a que los niños crecieran con el deseo de convertirse en fieros soldados. En la era de Obama, el medio es parecido con un fin diferente: convertir a cada niño en una especie de Organizador Comunitario para hacer avanzar la agenda de Cambio Radical de la sociedad norteamericana hasta convertirla en un estado totalitario cuyo color no está claro todavía.
En la Italia fascista a los niños les enseñaban en la escuela que la Italia moderna había comenzado en 1922 con la Marcha sobre Roma. A los niños les decían sus maestros que debían integrarse a los movimientos juveniles comunitarios en sus escuelas y comunidades. Hoy la Secretaria de Educación de los Estados Unidos pretendía una maniobra similar con el desarrollo del culto a la personalidad de Barack Hussein Obama y su agenda de Cambio.
No hay que ser muy perspicaz para darse cuenta de que toda esta maniobra representaba un paso importante en el futuro establecimiento de una política de adoctrinamiento, ya que su esencia era forzar a los muchachos a decir que el Presidente y su presidencia son elementos de inspiración para lograr el éxito académico. Pero ¿qué pasaría con aquellos estudiantes que no apoyan a Obama o a sus políticas en relación con la educación? ¿Serían señalados como la resaca de la clase porque no se sienten inspirados por aquello en lo que Obama trata de convertir a nuestra nación? ¿Qué necesidad hay de introducir la política y la veneración o el culto a la personalidad de un político en la enseñanza? ¿Qué podrían hacer los padres que se opusieran a esta descarada intromisión en la formación ideológica de los niños y jóvenes? No mucho si se lee detenidamente la carta de la Secretaria de Educación a los Directores de las Escuelas. ¿Qué tiene que hacer un Presidente en ejercicio haciendo un llamado a crear “una comunidad de apoyo” a los estudiantes hasta el grado 12. ¿Apoyo para qué?
Afortunadamente, la protesta generalizada hizo que la Casa Blanca diera marcha atrás y cambiara las orientaciones más conflictivas de la directiva de la Secretaria de Educación, pero sólo por ahora...
Como hemos dicho antes, para nosotros no habría ningún problema en que el Presidente aprovechara la oportunidad del inicio del curso escolar para decirle a los muchachos lo importante que es que se esfuercen y que estudien mucho para tener un futuro mejor. Pero hasta ahí, no más allá. Cruzar esa línea es política y un grosero atentado a la libertad que tienen los padres de educar a sus hijos en los principios que consideren adecuados y no los que piense un político que deben estar en las mentes de las generaciones más jóvenes.
La mayoría de los padres de los Estados Unidos quieren seguir escuchando a sus hijos recitar el compromiso de fidelidad a la bandera: “I pledge allegiance to the flag of the United States of America and to the republic for which it stands: one nation under God, indivisible with liberty and justice for all”. No un juramento parecido al que encabeza este artículo.
Nobama
Nueva York, 3 de septiembre de 2009