lunes, 12 de abril de 2010

Cantemos Kumbaya, nos dice Obama
en Washington

En octubre de 2007, el entonces candidato a la nominación a la presidencia por el Partido Demócrata, Barack Hussein Obama, anunció su nueva estrategia política para diferenciarla de la de su oponente de entonces, la hoy Secretaria de Estado Hillary Clinton. En aquel anuncio declaró que la noción de que ella y él estuvieran “cantando Kumbaya tomados de las manos” en cada una de las cuestiones políticas a debate era completamente falso. Como muchos recordarán, en aquella fase del proceso electoral, la entonces Senadora Clinton se mantenía como líder de la puja demócrata y basaba su plataforma de ataque en la falta de experiencia del político de Chicago, su colega en el Senado, y para muchos, este parecía una copia al carbón, sin ánimo de ofensa por el color del carbón, de la ex Primera Dama.

El sustantivo Kumbaya, ha sido utilizado de formas muy diversas en la historia de los Estados Unidos y se refiere a una canción del género spiritual cuyo origen se atribuye a una palabra mezcla del creole Gullah de los negros del Sur norteamericano Kum Ba y el hebreo Yah por Yahve (Come By My GOD), y su sentido original era la unidad humana y espiritual y claro que este no era el sentido que le dio Obama entonces, sino que usó la expresión de forma sarcástica para calificar las ideas de su oponente como de un optimismo ingenuo.

Y hoy, como entonces hiciera el candidato, el ya Presidente Barack Hussein Obama, en medio de un frenético propósito para librar al mundo de las armas nucleares, inaugura una nueva estrategia política y militar de varios componentes: Primero anunció la Revisión de la Posición Nuclear de los Estados Unidos, que no es otra cosa que su decisión de implantar sus ideas que datan de su época de militante en el movimiento pacifista por el desarme mundial, comenzando con la derogación de la histórica política de disuasión de nuestro país, la cual ha mantenido la paz por más de 60 años y reemplazarla con un plan mucho más limitado que cierra la sombrilla nuclear que hasta hoy protegía a nuestros aliados de todo el mundo.
 Luego firmó un nuevo Tratado de Reducción de Armas Nucleares con el Presidente Medvedev, el títere del verdadero Hombre Fuerte de Rusia, Vladimir Putin, el cual reduce sustancialmente nuestro moderno arsenal nuclear y limita el desarrollo de nuevos dispositivos a la vez que la parte rusa reduce su obsoleta masa nuclear. Y, finalmente, hoy da inicio a lo que ha llamado pomposamente la Cumbre Nuclear de Washington, Kumbaya pacifista organizada por él, en la que reunirá a 47 naciones para discutir cómo controlar los materiales nucleares dispersos en el mundo y cómo evitar que caigan en manos de los terroristas.

Y mañana, cuando todos los presentes ya se hayan cansados de girar alrededor del fuego con las manos tomadas cantando su Kumbaya, el Gran Timonel pretende que nos sintamos seguros después de tan magno espectáculo de buena voluntad y amor por la paz. Y nosotros nos preguntamos ¿a santo de qué tendríamos que sentirnos más seguros? Los más “moderados” llaman al espectáculo “la mayor muestra de ingenuidad que nos ha regalado Obama desde su ascensión a la presidencia”, nosotros en Nobama que no somos familiares con esa “moderación”, le llamamos por su nombre: arrogancia ideológica de extrema izquierda que no sólo hace peligrar nuestra seguridad como nunca, sino también la de nuestros aliados no nucleares de todo el mundo que siempre se sintieron protegidos por nuestra política de disuasión materializada en la llamada sombrilla nuclear.

Como en los años 80, Barack Hussein Obama, anuncia una política que lejos de reducir la proliferación de armas nucleares lo que hará será desatar una hiperproliferación. ¿Por qué? Pues porque las llamadas iniciativas nucleares de Obama, un cut and paste de los principios pacifistas de la izquierda mundial y norteamericana de los años 80, con el que parece establecer una fuerte política antiproliferación nuclear, pero en realidad es del tipo Potemkin; es decir de utilería, porque nos deja indefensos ante la realidad de un ataque con armas de destrucción masiva.

Ahmadineyad desde Irán lo vio claramente y sus carcajadas ya retumban en el Potomac. La mayor amenaza a la paz mundial en la actualidad no es el obsoleto arsenal nuclear de Rusia o nuestra eficaz política nuclear hasta el presente, Señor Presidente, la verdadera amenaza es el programa de armas nucleares de Irán, y todo parece indicar que ya usted está resignado a aceptar ese Irán nuclear al que el resto del mundo libre ve también como la verdadera amenaza. Y su ceguera, su arrogancia de poder y su narcisismo no le permiten ver que una vez que Irán posea esa arma nuclear que busca con afán, con mucha más determinación que la que usted y sus amigos rusos y chinos muestran por impedirlo, Arabia Saudita, Egipto, los Emiratos Árabes y otros concluirán convencidos de que ellos necesitan sus propias armas nucleares, simplemente porque no confían ni un ápice en usted. Y no confían en usted no sólo porque ya le han visto la punta de la oreja peluda, sino porque, a diferencia suya y como dice el amigo Chuck Krauthammer, saben que una “doctrina nuclear consiste en pensar lo impensable. Y consiste en amenazas y promesas de represalias tan crueles y destructivas que escapan a la imaginación. Pero que tienen un propósito: evitar la guerra en primer lugar”.

Los israelíes lo tienen bien claro: saben que si Irán logra hacerse del arma nuclear los días del Estado Judío estarían contados y que por el camino que va la llamada política nuclear revisada de los Estados Unidos, la guerra con Irán es inevitable, ya que Israel no tendría otra opción más que la de lanzar un ataque preventivo contra las instalaciones nucleares iraníes. Y como piensan la mayoría de los expertos en el tema, una guerra entre Irán e Israel rápidamente se extendería a toda la región y fácilmente podría alcanzarnos directamente en esta parte del mundo, principalmente a través de los “delegados” de Ahmadineyad en la región.

Imagínense sólo por un instante la siguiente escena: Se produce un ataque masivo con antrax o algún tipo de gas nervioso en el corazón de cualquier ciudad del Sur de los Estados Unidos, miles de muertos yacen en las calles. El ataque se originó en uno de los países aliados de Irán con el armamento apropiado para ello, no hay muchos para escoger, la cuenta se nos acaba en dos: Hugo Chávez y los Hermanos Castro. Según la nueva Doctrina Nuclear Obámica, lo primero que sucedería no sería una respuesta devastadora contra el país agresor. No. Primero que todo los abogados tendrían que determinar si el agresor está en cumplimiento con el Tratado de No Proliferación Nuclear, si resulta que sí, sería inmune a una represalia nuclear, a pesar de los miles de muertos en las calles.

¿Alguien podría explicarnos cómo esta estupidez nos hace más seguros?

Barack Hussein Obama, nuevamente ofrece esperanza, esta vez de que logrará ¿quizás en su primer mandato? un mundo libre de armas nucleares. Pero hasta hoy, su presidencia es todo lo contrario a lo que promete que siempre se queda en eso: la esperanza. Y en cuanto a la seguridad nacional y a nuestra vida y la de nuestras familias, nos trata de vender como si del ObamaCare se tratara, un falso sentido de seguridad en un momento en que este ya peligroso mundo post 11 de septiembre está a punto de convertirse ciertamente en un lugar mucho, pero mucho más peligroso.

¿Según su propia evaluación, quién es quien padece hoy de un optimismo ingenuo, Señor Presidente?

Nobama
Nueva York, 12 de abril de 2010