viernes, 12 de diciembre de 2008

Somos socialistas pa'lante y pa'lante y al que no le guste…

Ya hoy está muy claro que los líderes demócratas en el Congreso, el Presidente electo Obama y, ¡Oh sorpresa!, el Presidente Bush han determinado que las Tres Grandes compañías fabricantes de vehículos automotores son “demasiado grandes para quebrar”. Con la excepción de que la administración Bush esté a bordo, esto no es sorpresa para nadie. La UAW ha empleado décadas en colocar bombas de tiempo en todos y cada uno de los contratos laborales negociados con General Motors, Ford y Chrysler. Desde los costos de las pensiones hereditarias, a los beneficios de salud, más caros que el acero utilizado en la construcción de los vehículos que fabrican, hasta el glorificado sistema de bienestar social para los empleados cesanteados por falta de trabajo, el momento de poner orden a este disparate era algo que debía haberse producido hace mucho tiempo. Algo de eso intentaron hacer 35 Senadores en la noche de ayer en Washington, cuando derrotaron las pretensiones Demócratas de socializar las 3 Grandes de Detroit.

Pero desde que comenzó la crisis financiera en Wall Street, la esquizofrenia ha invadido los mercados y la política incluyendo a la Casa Blanca. Si este fuera todavía un mercado racional, los competidores y los accionistas castigarían a la gerencia de las Tres Grandes por no haberse enfrentado nunca a los endémicos problemas que sufren y mucho menos resolverlos. Negociación tras negociación, los CEO jugaron al “tenme allá” con la UAW antes de enfrentárseles en función de los mejores intereses de sus respectivas compañías.

Pero este proceso lógico de terminar con el cáncer a tiempo, presenta un grave problema para el cáncer, la UAW. Con 465,000 trabajadores sindicalizados, según el último informe al Departamento del Trabajo (y millones más de familiares y jubilados), la UAW pudo contribuir con el 99% de sus $1.9 millones en fondos políticos a las campañas Demócratas, según OpenSecrets.org. Sus principales beneficiados incluyen al Presidente electo Barack Obama y el Presidente del Comité de Educación y Trabajo de la Cámara George Miller. Y sabrá Dios, cuánto dinero más lograron canalizar a través de la AFL-CIO y diversos grupos 527 como MoveOn.org. Y llegó el momento de cobrar y la UAW quiere que el gobierno federal despoje a los contribuyentes para socializar a las Tres Grandes y que de hecho les otorgue el control de las mismas.

Por ahora se conformaría con unos $14 mil millones y para obtenerlos contaría con la ayuda de una irreflexiva y débil presidencia Bush, quien parece que, paradójicamente, pasará a la historia como el Presidente más socialista de los Estados Unidos. De todas formas, qué más da, si después que Barack Hussein Obama jure como presidente, de seguro se abrirá la espita de nuestros dineros de los impuestos y fluirán muchos miles de millones más. Así y a cambio de otorgar “préstamos” y otras “garantías”, el gobierno federal exigirá que pueda comprar acciones de esas compañías a precio de descuento. Hasta qué punto el gobierno será propietario de GM, Ford, y Chrysler es algo que no está muy claro. Pero lo que si está clarísimo es que en lugar de dejar que esas compañías quiebren como se lo merecen, los contribuyentes nos veremos arrastrados, contra nuestra voluntad, en la planificación industrial tipo años 30, sólo porque el poderosos sindicato UAW así lo quiere. Que no por gusto está entre los que más votos ($$) proporcionaron a los demócratas y al flamante Presidente electo.

Por gracia de esta maniobra comprensible en los Demócratas y en Obama, pero fuera de toda comprensión tratándose de Bush, las 3 compañías de Detroit, se convertirán en compañías de servicio público, un tipo de compañía acosada por la ineficiencia que competirá con otras realmente solventes.

¿Qué cantidad puede comprar el gobierno si lo desea? Según Yahoo! Finance, Ford y GM están negociando a un valor combinado de $10.5 mil millones (Chrysler es mayoritariamente propiedad de la firma Cerebus, por lo que es menos claro cuál es su valor en el mercado). Pero al gobierno no le será muy difícil comprar la mayoría de las acciones de estas compañías, por lo que no sería disparatado pensar que el gobierno podría convertirse en su único propietario, sólo habría que preguntarle a AIG, adquirida por el gobierno por $85 mil millones a principios del otoño.
Ya sea que las compañías sean totalmente propiedad del gobierno federal o que simplemente estén bajo su control, no cabe dudas de que el nivel de interferencia burocrática se ampliará. En el borrador de la versión demócrata de la Ley de Rescate existe una sección que establece las normas CAFE, que por sus exigencias determinan que los autos serán más caros en la medida en que sean más eficientes en cuanto al combustible. La EPA del futuro Presidente Obama, sin dudas presionará para que se construyan más autos impulsados por energía eléctrica, híbridos y cualquiera que sea la loca ocurrencia de los ambientalistas de Obama en la EPA y como las compañías fabricantes de vehículos de Detroit, serán compañías de servicio público, no importará pues que pierdan dinero, porque lo importante es llevar adelante la agenda política, que para asumir las pérdidas estamos los contribuyentes. No faltaría más.

Con frecuencia se olvida que la industria automotriz de los EE.UU. incluye subsidiarias extranjeras como Toyota (con un capital de $93 mil millones) y Honda ($73 mil millones) además de BMW y Mercedes Benz en menor escala. Juntas las dos primeras son dieciséis veces mayores que General Motors y Ford. Toyota y Honda tienden a ubicar sus plantas en estados con derecho al trabajo, donde los trabajadores no tienen que unirse a un sindicato como condición para obtener empleo. Estos estados han evitado con éxito los intentos de sindicalización obligatoria de la UAW. Esa es la razón de que gocen de buena salud, porque no cuentan con los disparatados costos de las pensiones hereditarias o los exorbitantes fondos de seguro médico que la UAW ha obligado a las Tres Grandes a adoptar y que les impide competir con ellas. En el último período informado, Toyota y Honda tuvieron ingresos netos combinados de $18.5 mil millones. ¿GM y Ford? Tuvieron pérdidas por más de $34 mil millones.

Después de la socialización real o de hecho de las Tres Grandes, Toyota y Honda harán todo lo que esté a su alcance para evitar que la horda de vagabundos y merodeadores al frente de la UAW extiendan su cáncer sobre ellas. Seguirán pagando religiosamente los impuestos corporativos en los EE.UU. y, por supuesto, seguirán dominando la industria automotriz, de hecho serán la industria automotriz. Por su parte, GM y Ford seguirán pretendiendo que son fabricantes de vehículos y no un absurdo disparate.

Si los Demócratas, el Presidente electo y el Presidente Bush no permiten que GM y Ford afronten la realidad que establecen nuestras leyes para las empresas fallidas, simplemente serán nacionalizadas y se convertirán en una rémora sobre los ya recargados hombros de los contribuyentes. Nuestros hombros. Y lo que es peor, en contra de nuestra voluntad, sin que haya nada que podamos hacer para evitarlo. ¿O sí?

Diego Rodriguez–Arche
Nueva York, 12 de diciembre de 2008

martes, 9 de diciembre de 2008

¿QUÉ PUEDE IMPORTARLE AL TIGRE UNA RAYA MÁS? O RUMBO AL MODELO CHINO

Este tigre gigante, con sus dos orejas alertas,
mira atentamente con su garra extendida


¿Por qué estamos rescatando a Citigroup? ¿Por qué 300 millones de estadounidenses tienen que pagar por sus errores? La forma en que supuestamente funciona el capitalismo es esta: La gente se equivoca. Y a continuación, las personas competentes se hacen cargo de los activos de la persona quebrada, momento en el que se reinicia la actividad con una base más sólida. Lo que estamos haciendo en esta ocasión es apartar a la gente competente de los activos y regalárselos a los incompetentes. De esta manera todo el mundo sale más debilitado.
Jim Rogers, inversionista de éxito y escritor

Los Tigres de Detroit son el equipo de béisbol de la ciudad que alberga a las 3 Grandes compañías fabricantes de automóviles, esas que esta misma semana podrían recibir su “paquete de salvación” otorgado por el Congreso, pero los contribuyentes tenemos muy pocas razones, más bien casi ninguna razón, para pensar que los miles de millones de dólares que recibirán harán que esas compañías sean competitivas, de ahí que pensemos que jamás recibiremos pago alguno por ese “préstamo” que a nuestra costa les hará Washington. Y, como decía mi padre, cuando lo ya ocurrido era tan malo que lo porvenir no tenía casi importancia: “¿Qué puede importarle al tigre una raya más?”

Si le preguntamos al sindicato United Auto Workers, de seguro su respuesta sería que tiene tantas rayas que ni siquiera perdería el tiempo en contarlas para saber si tiene alguna más, así que quizás esa sea la razón por la que ayer, la organización sindical no mostraba señal alguna de que ampliarían las exiguas concesiones que ofrecieron la semana pasada ante la realidad que representa la insolvencia de las 3 Grandes de Detroit, a pesar de que, en primer lugar, esa insolvencia se debe a los altos costos de la fuerza laboral, por lo que Ford, General Motors y Chrysler ya no son compañías competitivas. Sólo hay que ver que el promedio total de compensaciones de la UAW representa más de $75 la hora por empleado, lo que dispara los costos por automóvil fabricado a más de $2,000 en comparación con los fabricantes de autos cuyos empleados no están en la UAW.

Pero, ¿cuál es la mayor “concesión” que el sindicato ha ofrecido hasta el momento? Nada menos que el final acelerado de los vergonzosos “bancos de empleos” (jobs banks), que la UAW impuso a la industria; un eufemismo para llamar al pago a los empleados por no trabajar, además de permitir una demora que los pagos que deben hacer las compañías al fastuoso fondo para el cuidado de la salud de la UAW.

¿Nada más? Ayer Ron Gettelfinger, presidente de la UAW prometió lo siguiente: “Nos reuniremos en una habitación con los demás interesados y en ese momento, tomaremos una decisión acerca de lo que debemos hacer y qué no debemos hacer”. No perdamos de vista que la “decisión” del sindicato sólo vendrá después que las 3 Grandes tengan seguros en sus manos los miles de millones del dinero de los contribuyentes que los corruptos dirigentes demócratas en el Congreso, ditto, Reid, Pelossi, Dodd, Barney Frank, etc., les otorgarán sin consultarnos, total si ya le han agregado tantas rayas al Tigre a ellos no puede importarles agregar otra más. Y en cuanto a que el gobierno supervisará los llamados ”préstamos”, sólo lo creeré cuando lo vea. Según los términos del acuerdo que se cocina en el Congreso, por el que los fabricantes de autos recibirán alrededor de $15 mil millones de dólares en “préstamos”, el trato será supervisado por un llamado “Zar de los autos” nombrado por el presidente. ¿No es esto una desvergüenza sin límites? ¿Alguien podría creer que Washington, con los Demócratas al frente, puede, podrá, o querrá meter a las 3 Grandes en cintura?

Sin mirar mucho más allá, veremos como los Demócratas continuarán con sus regañinas acerca de las normas de eficiencia en el consumo de combustible que debe asumir la industria, un show político que todos sabemos que de nada servirá para mejorar o solucionar el mal real que aqueja a la industria automotriz de Detroit: ¡La falta de competitividad debido a las enormes tajadas que se lleva la UAW y que no les permite ser eficientes! De manera que nadie espere que estos corruptos políticos que en gran medida nos tienen metidos en este berenjenal van realmente a enfrentarse a la UAW, uno de los verdaderos intereses creados que dominan la política Demócrata en Washington y uno de los mayores contribuyentes a la victoria del presidente electo Barack Hussein Obama, quien, no nos olvidemos, tendrá que volver a las urnas dentro de 4 años y como bien sabe la UAW, necesitará nuevamente de su apoyo para ganar.

En cuanto a nosotros los contribuyentes debemos estar preparados para ver una completa supervisión política tipo Fannie Mae y Freddie Mac. Por lo que nuestros $15 mil millones en efectivo sólo durarán unos meses, los veremos irse, como también veremos a los CEO regresar, ya con un Congreso y un Presidente Demócratas, a pedirle a los mismos bribones que nos han llevado a la ruina que necesitan añadirle algunas rayas más al Tigre, porque total, ya tiene tantas que no puede importarle tener otras más. Esperemos que los Republicanos y los Demócratas moderados en el Senado hayan aprendido la lección y no permitan que la hermosa piel del Tigre se vuelva de un color negro abismal.

Diego Rodríguez-Arche
Nueva York, 9 de enero de 2008

lunes, 8 de diciembre de 2008

OBAMA Y CUBA: ¿BUSH DÉJÀ VU?

Aunque no coincide con algunos puntos de su análisis Nobama recomienda este artículo de Jorge Castañeda publicado en el diario español El País.