
Para nosotros los 100 días transcurridos desde el 20 de enero han servido para reafirmar el criterio que expresamos sobre el presidente, cuando a menos de un mes de estar el “ungido” en la Casa Blanca afirmábamos lo siguiente en un artículo: “Si esta carrera en Amok hacia el abismo no se frena ahora, puede significar el desmoronamiento de los Estados Unidos como los hemos conocido hasta hoy y la erosión de la ley y el orden como los establece nuestra Constitución; la pobreza masiva que hará pobres a los ricos y más pobres a los que ya lo son. Sólo el Estado será propietario de la riqueza, con lo que enterraremos el legado de los Padres Fundadores y veremos la instauración de un régimen totalitario desconocido hasta hoy”.
En lo doméstico, Obama confirma en estos 100 días, sin duda alguna, que es un Demócrata de la extrema izquierda ortodoxa como ningún otro que se haya sentado jamás en la Oficina Oval. Él piensa que el gasto público masivo resuelve todos los problemas y que el Gobierno debe desempeñar el papel de gestor y no de regulador de la economía. Es decir convertir un país regido por la Libre Empresa y la Ley de la Oferta y la Demanda en otro de economía estatista del que todavía no conocemos hacia cuál de las tendencias totalitarias se dirige. Entretanto, el gobierno ha tomado control del Sistema bancario de los Estados Unidos y de la industria automotriz. En el primer caso, al negarse la administración a que ninguno de los bancos que tomaron dinero federal lo devolviera, se confirma la información que recibimos de que funcionarios del Tesoro estudiaban y consultaban con los suecos la forma y experiencias de la nacionalización de la banca.
En política exterior, Obama ha mostrado, más que nunca, su voluntad de cortejar a déspotas como Hugo Chávez, Mahmoud Ahmadinejad y Fidel Castro, al tiempo que desairaba a aliados tradicionales como la Gran Bretaña. Esta actitud ha hecho que el presidente aumente su popularidad en el exterior y que todo el mundo quiera hacerse la foto con él, igual que le sucede a cualquier estrella famosa de rock cuando se presenta en público. Si esto, como es de suponer, hace muy feliz a un Presidente que cuenta con un ego sediento de elogios, aplausos y al que le encanta ver su nombre en las rutilantes luces de las marquesinas noticiosas, también hace que otros nos preguntemos: ¿Qué será mejor para los Estados Unidos, contar con un presidente que sea un líder mundial o simplemente el mejor amigo de todo el mundo, ya sean demócratas o tiranos? Algunos ven en esta actuación de Obama en el exterior las influencias de uno de sus paradigmas reconocidos, el ex Presidente Carter, en cuya presidencia se llegó a considerar como algo inmoral la visión de los Estados Unidos como Superpotencia o líder mundial, pero como todos sabemos esa política condujo a que el mundo resultara más peligroso e hizo que surgieran y fortalecieran todo tipo de maleantes y terroristas y que fuera una de las causas de que 22 años después un 11 de septiembre murieran más de 3,000 norteamericanos en el acto terrorista más terrible de la historia. Lamentablemente, la historia parece repetirse y los acontecimientos más recientes parecen confirmar nuestros temores.
Podría decirse que ya Obama, tan rápido va, cuenta con su propia “Doctrina”. En lo económico, la estatización de la banca, las finanzas y todo aquello que se considere estratégico en la economía, además de un aumento en los impuestos como nunca antes se vio. Lo necesita porque así es la única forma en que podrá aplicar su Santísima Trinidad de sanidad, educación y energía. De estas tres procederá una transformación radical hacia el llamado Estado de bienestar, la igualación social y económica en nombre de la justicia y un incremento masivo del tamaño, las funciones y el alcance del Gobierno. En cuanto a política exterior y seguridad nacional la negación y el escarnio de todas las políticas y métodos que nos han mantenido seguros hasta el día de su toma de posesión. Y si, como tememos, la “Brillante doctrina” de Obama condujera a un desastre económico y a la bancarrota de la nación, a nuevos ataques terroristas o a humillaciones en política exterior como las que ya se van perfilando, ditto, Irán, Corea y Cuba. Siempre tendrá a mano a Bush para echarle la culpa y de ello se encargarán sus “mujerzuelas” de la prensa izquierdista, quienes de paso convertirán en victorias las derrotas del Obamesías. Todo en el más rancio estilo de Fidel Castro.
Nobama
29 de abril de 2009