martes, 6 de abril de 2010

El peligroso juego de Obama (II)

El Jardín de las Delicias
Hieronymus Bosch (El Bosco)

El 7 de octubre, hace hoy casi exactamente 6 meses, publiqué en Nobama la primera parte de este artículo. Hoy debo confesar que cometí un error de cálculo al decidir que era el momento de publicarlo, no porque lo que en el dijera entonces, lamentablemente, no fuera exactamente lo que sucedía, ni tampoco porque lo que en el mismo avizorara estuviera asimismo equivocado. Simplemente que los pasos dados por Barack Hussein Obama entonces, me hicieron pensar que en sólo unos días publicaría la II parte del artículo, analizando la decisión del Gran Timonel de congelar la producción y el desarrollo de armas nucleares, un viejo sueño de su oscura época de estudiante en la Universidad de Columbia, de la que sólo queda como constancia, un artículo que escribió entonces y que tituló Breaking The War Mentality (Cómo acabar con la mentalidad de guerra) y que me atrevo a asegurar que es el antecedente directo y la fundamentación ideológica del anuncio hecho por Obama ayer a través del New York Times y que hoy materializará oficialmente desde la Oficina Oval.

En aquellos años, los activistas antinucleares en los Estados Unidos compartían las preocupaciones europeas acerca de el despliegue de armas nucleares en Europa y otra de sus preocupaciones fundamentales eran los silos con misiles nucleares en los EE.UU., que era una importante pieza en la urgencia del congelamiento nuclear planteada por el movimiento pacifista. El momento de mayor auge de este movimiento fue entre los años 1982 a 1987, coincidiendo con los años de la Presidencia de Ronald Reagan y con una de las etapas de renovadas tensiones entre los Estados Unidos y la entonces Unión Soviética, durante esta etapa se produjo un nuevo énfasis en la producción y el despliegue de armas nucleares; lo que desató una gran actividad en la extrema izquierda norteamericana que dominaba los movimientos pacifistas de la época, entre ellos Arms Race Alternatives (ARA) y Students Against Militarism (SAM) que tuvieron una influencia determinante en la formación ideológica radical marxista de Barack Hussein Obama. En esta ya mencionada pieza publicada por Obama en marzo de 1983, el futuro Gran Timonel decía refiriéndose a las actividades de movilización en la Universidad de Columbia: “Dos grupos en el campus, Arms Race Alternatives (ARA) y Students Against Militarism (SAM), trabajan dentro de estos límites mentales (se refiere al desconocimiento directo de la guerra por parte de los estudiantes) para fomentar la concienciación y medidas prácticas necesarias para luchar contra la creciente amenaza de la guerra. Aunque el énfasis de los dos grupos es diferente, ambos comparten su aversión por la actual política gubernamental”. También en aquella pieza rescatada agregaba el Tartufo: “Las evasivas de la administración Reagan en las conversaciones de Ginebra sobre armas nucleares han creado una grave tensión que puede finalmente conducir a un peligroso cisma entre los Estados Unidos y Europa Occidental. Al colocarse en una posición intransigente, Reagan le hace el juego a los rusos y se pone directamente en sus manos”.

La coincidencia ideológica que mostraba el entonces estudiante al que llamaban Barry con estos movimientos que demostraron ser los más equivocados de la Guerra Fría, no difiere ni un ápice de la que muestra el hoy Presidente de los Estados Unidos, Barack Hussein Obama, al implantar lo que pomposamente ha llamado Nuclear Posture Review (Revisión de la Posición Nuclear) y que no es otra cosa que la reactivación de lo que entonces se llamó Nuclear Freeze (Congelamiento Nuclear) de forma unilateral a lo que le agrega una peligrosa componente, también unilateral, que representa un giro de 180 grados en la estrategia nuclear de los Estados Unidos desde la Presidencia de Truman, hasta el día de hoy, en que este Comandante en Jefe de Opereta se compromete explícitamente a que los Estados Unidos no utilizarán el arma nuclear contra los estados no nucleares que cumplan con el Tratado de No Proliferación Nuclear aún cuando alguno de estos estados atacara a los Estados Unidos con armas biológicas o químicas o lanzaran un ataque cibernético que paralizara toda nuestra vida económica y lo que es peor, la posibilidad de una respuesta inmediata a cualquier ataque.

La historia, hasta hoy, demostró que de haber tenido éxito entonces aquél movimiento radical, el curso de la Guerra Fría habría tenido un desenlace totalmente diferente y que el holocausto nuclear en nuestra nación difícilmente podría haberse evitado. Sólo la estrategia seguida por el entonces Presidente Reagan de mantener, reforzar y desarrollar cada vez más nuestra capacidad nuclear y de instalar los cohetes Pershing en Europa, resultaron un elemento clave en la terminación de la Guerra Fría y la derrota del totalitarismo soviético sin necesidad de disparar ni un tiro y demostró que el concepto de Nuclear Freeze era totalmente erróneo entonces, tanto como lo es hoy.

Y cayó el Muro de Berlín y la izquierda mundial se quedó sin paraíso soñado para el futuro. No sólo eso: su fracaso fue tan grande que se quedó sin idea alguna sobre el régimen que debían construir, porque allí donde mandaban (China, Cuba, Corea del Norte) la miseria y despotismo se acumulaban en progresión geométrica. Así que, sin utopía futura alguna, aquella izquierda pacifista de la que Barry Obama, antes Soetoro y después Barack Hussein Obama era uno de sus más fieles defensores, se volcó en la otra cosa que sabían hacer bien: destruir el sistema político y social existente. Y la mejor forma de hacerlo, tras el fracaso de la revolución y la lucha de clases, era atacar culturalmente el fundamento moral y político de las instituciones económicas, políticas y militares de occidente desde adentro. Surgieron así estas nuevas formas para viejas obsesiones en las que la izquierda se dispuso a Tomar El Cielo por Asalto, destruyendo desde adentro las mismas instituciones democráticas que les permitieron llegar al poder. Quizás ahora muchos puedan entender por qué Barack Hussein Obama, se negó a asistir a la conmemoración del aniversario de la caída del Muro de Berlín, o cuál fue la razón por la que entrando en la Oficina Oval ordenó devolver el Busto de Sir Winston Churchill que simbolizaba nuestra alianza y relación especial con la Gran Bretaña. O por qué el Gran Timonel está determinado a propiciar un Cambio de Gobierno en Jerusalén y no en Teherán.

En la utopía que domina ideológicamente en el Régimen Obámico, la idea de que no existe ningún “excepcionalismo de los Estados Unidos” está entre los conceptos fundamentales que la cimentan. Para Barack Hussein Obama, resulta decisivo que desaparezcan aquellos Estados Unidos que sobresalían por encima de los demás países y eran el punto de referencia de todos los hombres que buscaban libertad o que ya eran libres en el mundo. Para nuestros enemigos, unos Estados Unidos que reniegan de su historia de modelo de libertades y de la democracia, y que se sienten avergonzados de ella, ya les parecían débiles. Pero no era suficiente, había que sacarle sus colmillos como a un viejo León de Feria. Por eso el próximo paso será, la reducción al mínimo de nuestras Fuerzas Armadas y con ello la capacidad de llevar la guerra allí donde estén nuestros enemigos.

Enemigos de todo el mundo, este es mi mensaje, parece decirles Obama... La temporada de caza está abierta... Chávez, Castros, Evos y demás tiranos y tiranuelos, ya saben... sólo tienen que firmar el Tratado de No Proliferación Nuclear y pueden gasearnos en Miami, Nueva York o Bogotá, dónde mejor les parezca, por fin nos hemos deshecho de la sombrilla nuclear que disuadía a todos nuestros enemigos y comienza, por fin, la era milenaria del Hope & Change.

Diego Rodriguez-Arche
Nueva York, 6 de abril de 2010

lunes, 5 de abril de 2010

El odio, el veneno y la incivilidad
en el discurso político según
Barack Hussein Obama


Entre el 29 de marzo y el 1ro de abril, la cadena de TV CBS realizó una encuesta nacional que arrojó que el pueblo norteamericano se siente cada vez más frustrado con Barack Hussein Obama y su trabajo como Presidente. No es una encuesta de Gallup, ni de Rassmusen, ni tampoco de Quinipac, se trata de CBS, uno de los bastiones de la maquinaria propagandística Obámica. En esta encuesta el nivel de aprobación del Tartufo, alcanzó su nivel histórico más bajo, el 44%, 5 puntos menos que a finales de marzo, antes de que nos embutiera el ObamaCare. Todos los “expertos” e ilustres comentaristas de la Gran Prensa nos han estado repitiendo que después de la aprobación de la abominación tendría un gran salto en su nivel de aprobación, y ciertamente lo tuvo, lo único que a la inversa y la tendencia en todas las encuestas sigue siendo a la baja.

Pero además de lo anterior, ¿qué es lo que vienen a demostrarnos estas encuestas? Pues entre otras cosas que Obama lo que ha hecho es profundizar aún más la división en los Estados Unidos y que lo que muchos, entre ellos nosotros en Nobama, dijimos desde las primarias demócratas y hemos estado repitiendo de una forma u otra: Barack Hussein Obama, vino para dividirnos y ese siempre fue su propósito. Crear una gran crisis dentro de la ya existente en la economía para lograr avanzar su agenda extremista de destruir nuestras libertades. Pero las encuestas también demuestran que aquellos engañados por el mantra del Hope & Change que votaron por Obama, fundamentalmente la gran mayoría de los independientes, hoy ya saben de qué se trata y ya no se dejan engatusar. Ello queda clarísimo cuando vemos lo que sucede con su nivel de aprobación en relación con la llamada Reforma de la Salud: Sólo el 34% lo aprueba y el 55% lo desaprueba. Como es natural estas cifras, cuyos autores no pueden ser acusados de estar manipulándolas en contra de Obama, han desconcertado a la cúpula del Régimen Obámico y al mismísimo Gran Timonel.

Luego, ante tal contingencia inesperada, buscaron en el Manual de Alinsky para dirigir el contraataque de forma tal que pudieran desviar la atención de la esencia que arrojan los números y escogieron para ello el tema del Odio y la Incivilidad que desarrollan lo que llaman la “extrema derecha” y que han personificado en dos elementos concretos:

1) Los participantes en los Tea Party.
2) Los comentaristas radiales individualizados en este caso en su sin dudas máximo exponente de audición: Rush Limbaugh.

Así, CBS rápidamente organizó una entrevista exclusiva con Obama en una locación, la cancha de baloncesto de la Casa Blanca, para dar una imagen popular del Presidente, para ello escogieron a uno de los periodistas más mediocres del medio, alguien que no tuviera imaginación y que ni siquiera le pudiera pasar por la mente salirse del guión o hacer una pregunta de seguimiento. Así entró al periodismo de altura un cuasi desconocido como Harry Smith en un hasta entonces no menos desconocido espacio matutino de la cadena CBS. El inefable Smith entre balón y balón le preguntó entonces al Gran Timonel:

“He estado dedicándole algún tiempo a escuchar a los comentaristas radiales y el más amable de los comentarios referidos a usted es el de socialista y el peor de ellos es que le han llamado Nazi. ¿Está usted consciente del nivel de enemistad que cruza las ondas radiales y que usted es el sujeto de sus conversaciones diarias?”

A lo que Obama respondió: “Cuando usted escucha a Rush Limbaugh o a Glenn Beck... (...) Resulta claro y es molesto. Pero no olvides que han existido períodos en la historia de los Estados Unidos en los que aparece ese tipo de vitriolo. Sucede a menudo, cuando usted ve una economía que pone a la gente cada vez más ansiosas y la gente se siente como que se hacen necesarios toda una serie de cambios. Pero esa no es la mayoría de los norteamericanos. Pienso que la gran mayoría de los norteamericanos saben que estamos esforzándonos, y que yo deseo lo que es mejor para el país”.

No es la primera vez que Barack Hussein Obama, singulariza a algún periodista o comentarista radial o de TV, lo hizo antes y lo seguirá haciendo. Lo que sí es la primera vez en la historia de esta Gran Nación que un Presidente culpa del rechazo a sus ineficiencias y actitudes totalitarias a determinados integrantes de la Prensa. Y francamente no le importa que ello no sea presidencial que digamos, porque el carácter del cargo de Presidente de los Estados Unidos, tiene también que ser modificado para formar parte de ese Cambio que anunciara sin aclarar muy bien que era y que hoy la mayoría de los norteamericanos por fin ha comprendido.

Lo que demuestran las encuestas una y otra vez es que la mayoría del pueblo norteamericano piensa que Barack Hussein Obama no está haciendo lo que es mejor para el país. El pueblo norteamericano está aterrado y a la vez indignado por el futuro de la nación y de ver por vez primera en su vida a un Régimen en franco camino a la dictadura y gobernando completamente en contra de la voluntad del pueblo y lo que es todavía peor, a propósito, siguiendo un plan trazado desde mucho antes. ¿Y es este Tartufo, este farsante que llegó a la Casa Blanca mintiendo y que cada vez acumula más y más poder, el que dice que la culpa de su descenso en las encuestas la tienen el vitriolo que destilan comentaristas como Rush Limbaugh y Glenn Beck? Ese mismo Barack Hussein Obama que durante 20 años se sentó en los bancos de la iglesia de Jeremiah Wright y jamás alzó su voz o se quejó de las intolerantes diatribas de odio antiamericano y racistas de su brújula moral como una vez lo llamó.

Este es el mismo Barack Hussein Obama que llama “Ministro” al antisemita y racista Louis Farrakhan, y que dice que uno de sus mentores en la infancia fue el comunista Frank Marshall Davis. Este es el mismo Barack Hussein Obama que el 9 de marzo del año pasado reía a mandíbula batiente del vitriolo que destilaba la supuesta comediante Wanda Sykes en la Cena de los Corresponsales de la Casa Blanca y que hoy se dice preocupado por el odio y la incivilidad en el discurso político.



Traducción del vídeo:

“Rush Limbaugh, uno de sus (ilegible). Boy, Rush Limbaugh dice que tiene la esperanza de que esta administración fracase. Como, no le importa que la gente esté perdiendo sus casas o sus trabajos o nuestros soldados en Irak, él sólo desea que fracase el país. Para mí eso es traición. Él no dice nada diferente a lo que dice Osama Bin Laden. Saben, puede que ustedes quieran investigar a este señor, porque pienso que a lo mejor Rush Limbaugh era el secuestrador número 20, pero él estaba tan enganchado en el OxyContin que perdió su vuelo. Rush Limbaugh, dice espero que el país fracase. Yo espero que le fallen sus riñones, ¿qué les parece? Necesita un poco de waterboarding, eso es lo que necesita. Sean Hannity, dijo que se dejaría waterboarding para reunir dinero para las caridades, para las Fuerzas Armadas, pero no lo ha hecho. Él debía irse a Pakistán y recibir waterboarding”.

Esa es una línea de ataque, silenciar a los que disienten, tratar de callarlos y hasta desearles la muerte con la aprobación tácita del que hoy se nos muestra como el equilibrio personificado en el discurso político. Viejas mañas aprendidas de sus mentores de infancia y juventud.

Luego está la segunda línea de ataque contra los participantes en los Tea Party. Acusándolos de racismo o como la Representante Jane Harmon, acusando a sus participantes de estar en el terrorismo doméstico. Y Barack Hussein Obama, no dice ni una palabra de esto. Ni tampoco cuando el “no mensch” el Representante Demócrata por Tennessee Steve Cohen vincula a los participantes con el KKK al decir que “sin capuchas y túnicos” muestran un lado violento de América. Pero cómo podría Obama hablar en contra de estas manifestaciones, cuando él mismo se expresa hacia la América profunda como lo hizo en San Francisco al decir: “Usted va a esos pueblos pequeños de Pennsylvania, igual que en muchos pueblos pequeños del Medio Oeste en los que los empleos faltan hace 25 años y nada los ha sustituido y que cayeron a través de las administraciones de Clinton y Bush, cada una de estas administraciones sucesivamente han dicho que esas comunidades se van a regenerar y no ha sido así. Y no es ninguna sorpresa que estén amargados y que se cuelguen de sus armas o su religión o en la antipatía contra personas que no son como ellos, o a sentimientos antiinmigrantes, o anticomercio como una forma de expresar su frustración”.

¿Es o no vitriolo todo lo anterior?

Cómo se atreve este hipócrita a darnos lecciones de civilidad cuando tiene que empezar por dárselas él mismo y a sus compinches más cercanos; incluyendo a sus más queridos mentores.

En el fondo, como todos los dictadores, Barack Hussein Obama nos desprecia porque piensa que somos unos ignorantes que no sabemos reconocer su grandeza y el gran sacrificio que hace por nosotros.

Bull Shit! Decimos en Nobama.

Nobama
Nueva York, 5 de abril de 2010