Todo parece indicar que este no será un buen fin de semana para nuestro Gran Timonel Barack Hussein Obama. La llamada “Magia Obámica” fracasa una vez más en la tierra de Hamlet y por acá, en Washington, no le esperan tampoco buenas noticias cuando regrese. Igual que la cacareada Cumbre sobre el Calentamiento Global, la aprobación antes del receso de navidad del ObamaCare por parte del Senado, parece que no se logrará y “por acá en las Dinamarcas”, como dice Aaron Mayer, no podrán firmar ni una foto de grupo autografiada, porque según nuestras fuentes algunos dignatarios presentes ya hacen las maletas para marcharse y los que no, están casi a punto de enredarse a las trompadas, lanzándose acusaciones a diestra y siniestra. “Yo me marcho”, dijo Yousef Diakite, representante del Parlamento Panafricano. “No me siento feliz, estoy decepcionado y nada agradecido. Todos esperábamos la llegada de Copenhagen. Esta era nuestra oportunidad. Y hoy ya no existe”.Lo que comenzó con mucha excitación y sensación de avance verdadero hace dos semanas, terminó en esta noche del viernes en medio de la frustración y la ira de los miles allí reunidos y en las calles de Copenhagen. La Conferencia auspiciada por la ONU, la mayor de su clase en la historia, atrajo a científicos, activistas del medio ambiente y el Calentamiento Global, y de los Derechos Humanos, además de a ladrones, dictadores, asesinos, truhanes, simuladores, vividores y algún que otro jefe de estado verdaderamente democrático, eso sí, los menos.
Pero ¿qué ha sucedido para que la reunión termine en un rotundo fracaso?
Simplemente que la base sobre la que se erige toda la teoría que le da lugar está viciada por la exageración, el fraude, la mentira, la hipocresía y la avaricia de los dictadores y jefes de estado de los países más corruptos del mundo, por un lado, y la lógica reserva de los más avanzados del Tercer Mundo como China e India que no quieren arriesgar su desarrollo económico a partir de la teoría del Calentamiento Global. También, porque reunir a más de 100 naciones, grandes y pequeñas, pobres y ricas, desarrolladas y subdesarrolladas y ponerlas en acuerdo total sobre un asunto tan espinoso para la esencia misma de sus economías y sus estándares de vida, y encima de eso obligar a los más ricos a que metan la mano en el bolsillo de sus habitantes en la forma de impuesto mundial en esta súper operación de redistribución de la riqueza mundial, era una meta irreal desde sus inicios. Eso comenzó a verse con absoluta claridad en la medida en que los dictadores del Tercer Mundo subían al podio y en sus discursos exigían que los países desarrollados les entregaran fabulosas cantidades de dinero. Particular consternación, irritación y hasta ira provocaron las palabras del Gorila Rojo, Hugo Chávez, quien atacando directamente a los Estados Unidos, dijo que el Imperio le debía a todo el mundo porque había violado al planeta y que “todavía” olía a azufre después del discurso de Obama a quien llamó el “Premio Nobel de la Guerra”.
Lo usual en estas conferencias en las que los Jefes de Estado firmarán el día final un Acuerdo o Pacto o Comunicado o como quieran llamarle, cuando ellos llegan ya está completo al 99%. No así esta vez, debido a demoras de procedimiento, ocasionadas principalmente por China, por lo que el documento estaba muy lejos de estar terminado, dejando así pendiendo sobre las cabezas de ministros y jefes de estado cuestiones verdaderamente críticas, como la verificación de las emisiones acordadas.
Finalmente, Obama logró no irse con las manos vacías como en su viaje anterior y alcanzó con China, India, Suráfrica y Brasil lo que llamó un acuerdo “significativo y sin precedentes” en el Calentamiento Global, según él mismo expresó a los periodistas. Pero como reconoció uno de los funcionarios que le acompañaban el acuerdo alcanzado es “insuficiente” para combatir el Cambio Climático, pero sí “un importante primer paso”.
Al Gran Timonel no le quedó más remedio que reconocer que era una conferencia fallida al referirse a lo acordado políticamente como “esquema de trabajo” y no como “acuerdo”, ya que al no ser de obligatorio cumplimiento simplemente es letra muerta, por lo que aunque regresa con el papelucho en carpeta, su visita a Copenhagen vuelve a ser un sonado fracaso a pesar de los $100 mil millones que tendremos que pagar los contribuyentes norteamericanos, para que se lo repartan las hienas de fauces abiertas que no los utilizarán para resolver problema ambiental alguno.
La “Magia Obámica” se perdió entre la ventisca y la nieve en una fría noche en Dinamarca.
Nobama
Nueva York, 18 de diciembre de 2009





