
Pero lo importante no está visible, ni estará tampoco en esos cambios cosméticos ya mencionados. Oculto entre las casi 2,000 páginas del engendro Obama-Pelosi hay algo que, de saberlo, debía quitarles el sueño a esa enorme cantidad de votantes menores de 30 y a los hispanos que votaron para elegir a Obama. Entre las distintas provisiones que contempla el complicado código federal de impuestos, hay una disposición que establece lo que se llama el índice de inflación, que no es otra cosa que el % de inflación que cada año hace que el salario real disminuya y que en el código de impuestos se compensa para que el salario real no pierda su valor. Lo que quiere decir que al eliminarse esa provisión en esta Ley del ObamaCare, esos grupos poblacionales, generalmente los que menos ganan, verán que a pesar de que sus ganancias se eleven con el tiempo al no haber compensación en los impuestos, pagarán tasas más altas a pesar de que los aumentos en sus ingresos no serán reales.
La conspiración Obama-Pelosi-Reid para lograr suficientes fondos para que parezca que esta engendro malvado no aumentará el déficit, hace que la Pelosi haya ocultado deliberadamente dos importantes características de impuestos en su plan: el umbral de 500 mil dólares para el 5.4% de ingresos por pago de impuestos de sobrecargo en impuestos y el nivel de la nómina de pagos en la que las pequeñas empresas deberán pagar una nueva penalidad en los impuestos por no ofrecer seguros de salud. Esta es una sucia trapisonda política para sacarle más dinero anualmente a los trabajadores sin tener que hacer ninguna ley de aumento en los impuestos. Los efectos negativos que implican el no recomponer el índice de inflación con el tiempo transcurrido, produce una ganancia inesperada para el Gobierno con el paso de los años y una carga insoportable para los sectores menos afortunados de la sociedad, para los más jóvenes y para aquellos trabajadores en los sectores de salarios más bajos. El recargo que impondrá la Ley del ObamaCare de Pelosi se estima que elevará la recaudación del gobierno en 460 mil millones de dólares en 10 años, pero sólo será de 30 mil millones dólares en 2011 y alcanzará los 68 mil millones de dólares para el 2019, según el Joint Tax Committee (Comité Conjunto para los Impuestos).
Los norteamericanos de más edad ya han conocido este viejo y sucio truco de los Demócratas en otras épocas. Por ejemplo, en 1960, sólo el 3% de los contribuyentes pagaron un 30% o más por concepto de tasa marginal de impuestos. Para el 1980, después de la enorme inflación de los 70, la cifra estuvo cerca del 33%, según un análisis de la Fundación Heritage.
Estos silenciosos aumentos en los impuestos, que obligaron a que más norteamericanos pagarán impuestos más altos sobre ganancias inexistentes en sus ingresos, fueron vistas ampliamente como algo injusto y reprensible, pero que ningún gobierno ni congreso demócrata Carter incluido quiso cambiar. Pero afortunadamente llegó Reagan a la Presidencia y en 1981, como parte de sus recortes en los impuestos, una coalición bipartidista votó por reestablecer los índices de inflación en los diferentes niveles de ingresos en función de los impuestos (tax brackets).
También sabemos lo que sucedió con el Impuesto Mínimo Alternativo (Alternative Minimum Tax), el cual fue aprobado en 1969 para golpear sólo al 1% de los norteamericanos, el IMA tampoco contempló el ajuste de los índices de inflación entonces, ni tampoco cuando Clinton en 1993 aumentó la tasa del IMA. La cantidad de familias golpeadas por este impuesto en las sombras fue más del triple en la siguiente década. En la actualidad, a menos que el Congreso pase anualmente una enmienda o parche, aquellas familias con ingresos tan bajos como $75 mil al año pueden ser golpeados por este engendro que los demócratas se niegan a eliminar, por lo que han boicoteado históricamente todos los intentos por hacerlo.
Pues bien, el recargo de impuestos de la Ley de Pelosi y Obama tendrá un efecto similar. El impuesto comenzará en 2011 sobre ingresos superiores a $500 mil para solteros y de $1 millón para casados y parejas. Si asumimos que para la próxima década habrá una tasa de inflación del 4% anual, esos $500 mil para un individuo tendrá un impuesto de $335 mil sin el ajuste para el 2020 y si a ello le agregamos que una familia promedio en los Estados Unidos cuenta con al menos 4 integrantes, no es muy difícil comprender los apuros que pasarán con el vertiginoso aumento del costo de la vida que sufrimos anualmente. ¿Qué sucedería entonces a aquellas familias que ganan menos de esa cantidad o que se sostienen con el salario mínimo? Lamentablemente, en el caso de los hispanos, el Caucus Hispano les esta haciendo un flaco favor y han armado una revuelta, no para cambiar este aspecto que realmente será un mazazo en las cabezas de sus hermanos, sino porque presionados por LULAC, La Raza y otros pajaros de cuenta similares, no quieren que en la Ley aparezca la disposición, apoyada por la Casa Blanca, que prohibe que los inmigrantes ilegales compren seguro médico a través del llamado intercambio gubernamental (Opción Gubernamental).
Además está la penalidad en las nóminas de los negocios, la cual se impondrá en una escala deslizante que comienza en una tasa del 2% para firmas con una nómina de $500 mil y se elevará hasta el 8% en firmas con nóminas por encima de los $750 mil. Pero esas cifras tampoco recibirán ajuste alguno por inflación, por lo que siguiendo con el 4% de tasa de inflación promedio en 10 años, golpeará a las nóminas entre los $335 y los $510 mil en dólares actuales, que para entonces habrán perdido aproximadamente un 30% de su valor, si no más.
Este silencioso regreso a la práctica de no indexar los ingresos según la inflación, demuestra una vez más el violento y totalitario radicalismo oculto en el ObamaCare. Con esta silenciosa omisión, los Demócratas rechazan un consenso bipartidista que data de 30 años, destinado a compensar una injusticia en la relación salario real-impuestos producto de la inflación, lo que, como decía, golperá en sus cimientos a millones de norteamericanos, de clase media y baja, con impuestos que la propaganda Obámica del Change We Can Believe In les prometía que sólo afectarían a “los ricos”; quienes, francamente, serán quienes menos sufran aunque sean los que más tengan que pagar, simplemente porque son los que tienen más, y que Dios se los bendiga porque supieron triunfar, que de eso se trata el Capitalismo. No de nivelarnos a todos como pobres como pretenden hacer Obama y Pelosi el sábado con su Ley del ObamaCare.
Aaron Mayer
Washington, DC, 6 de noviembre de 2009