viernes, 11 de septiembre de 2009

11 de septiembre de 2001

Hace hoy 8 años, aquí en la ciudad de Nueva York, 19 musulmanes llenos de odio hacia los infieles, como su religión se los ordena, llevaron a cabo uno de los atentados terroristas más terribles en la larga cadena que adorna la historia de esa religión de odio y con toda justicia nuestra nación emprendió una guerra total contra el terrorismo. Pero hoy, esa voluntad de llevar esa lucha hasta sus últimas consecuencias, que entonces mostraron la mayoría de los norteamericanos atraviesa por una dura prueba.

Hoy, los actos de recordación a las víctimas inocentes de la maldad islámica y a los valientes bomberos y policías que dieron sus vidas ese día, nos harán revivir aquellos momentos de angustia y de rabia, mientras escuchamos los toques a silencio y la lectura de los nombres de los caídos. Esto sucederá, principalmente, en ese sitio que conocemos como Ground Zero y que gracias a la insensibilidad y la corrupción de políticos y magnates constructores encargados de los proyectos de reconstrucción, a ocho años de la tragedia, se ha convertido no en un monumento de recordación a las víctimas y a la voluntad de resistir y triunfar del pueblo norteamericano en esa guerra iniciada contra los asesinos islamofascistas, sino que ha devenido en monumento a la desidia del establishment político de Nueva York.

Pero una vez terminadas las ceremonias, volveremos a nuestras vidas cotidianas y los recuerdos del 11 de septiembre se irán borrando gradualmente de nuestra memoria inmediata, principalmente porque, Gracias a Dios y a quienes tuvieron bajo su responsabilidad durante los últimos 8 años nuestra seguridad, no se ha producido ningún nuevo ataque que los haga saltar a nuestra memoria presente, pero por desgracia esa sensación de seguridad recuperada y las malas intenciones de quienes creen que los culpables fuimos nosotros han hecho que algunos norteamericanos comiencen a preguntarse si realmente vale la pena librar esa guerra.

En Nobama pensamos que sí, más aún que resulta imperativo para nuestro futuro como nación libre y para todo el mundo habitado por quienes ellos llaman infieles, porque la amenaza no es menor hoy que en aquel día aciago hace 8 años, el día en que el Islam reveló de forma atroz su verdadera esencia asesina.

Hoy en Nobama rendimos homenaje a aquellos que cayeron víctimas del odio y la intolerancia y también a los hombres y mujeres que desde las más altas posiciones hasta los marines y soldados que se enfrentan al terror en Iraq y Afganistán, han estado durante estos 8 años en la primera línea de combate defendiendo nuestra democracia y nuestra libertad.

En este homenaje hemos querido incluir un extraordinario artículo de Ralph Peters, publicado hoy en el New York Post. Los que deseen leerlo en inglés hagan clic aquí o sobre la imagen.
Ralph Peters escribe columnas de Opinión en el New York Post desde 2002. Tambiés es el Analista principal de Estrategia de Fox News. Fue oficial del Ejército norteamericano hasta 1998 en que se retiró con el propósito de escribir y hablar libremente. Tiene experiencia en más de 70 países y es el autor de 24 libros, incluyendo novelas, memorias de viajes y sobre estrategia militar.

Nobama
Nueva York, 11 de septiembre de 2009

Una traición a nuestros muertos
Hemos olvidado las promesas que hicimos
Por RALPH PETERS

Hace hoy ocho años, nuestra patria fue atacada por musulmanes fanáticos, inspirados por la intolerancia de Arabia Saudita. Tres mil ciudadanos norteamericanos y residentes murieron.

Entonces prometimos que nosotros, el Pueblo, no olvidaríamos jamás. Pero después nos olvidamos.

No hemos aprendido nada.
En lugar de reprimir el islamismo extremista, lo hemos excusado.
En lugar de matar terroristas, los ponemos en libertad.
En lugar de dar caza sin descanso a los locos islamistas, buscamos la forma de calmarlos.
En lugar de reconocer que el islam radical es el problema, elegimos a un presidente que culpa a los Estados Unidos y cuya idea de libertad es el derecho de las mujeres a sufrir en silencio detrás de un velo y que cuenta entre sus mentores y amigos a aquellos que maldicen a nuestro país o que creen que nuestro propio gobierno montó la tragedia del 11 de septiembre de 2001.
En lugar de insistir en que la libertad no se afectará por las amenazas terroristas, censuramos trabajos que podrían ofender a los asesinos en masa. Los musulmanes radicales de todo el mundo se permiten decir pérfidas mentiras sobre nosotros, pero no nos atrevemos siquiera a publicar caricaturas en las que hacen burla de ellos.
En lugar de proteger a norteamericanos cumplidores de la ley, rechazamos establecer perfiles étnicos para evitar ofender a los terroristas. Así le confiscamos a una abuela su champú en el aeropuerto, porque el contenedor medio vacío podría contener 3.5 onzas de líquido.
En lugar de insistir en que el odio y el apartheid religioso islámico no tiene lugar en nuestro país, permitimos que los Sauditas continúen proveyendo fondos para mezquitas y madrassahs en las que se predica el odio a judíos y cristianos como algo esencial para el Islam.
En lugar de confrontar a los traficantes del odio sauditas, nuestro presidente le hace una reverencia y se inclina ante el Rey saudita.
En lugar de reconocer que el culto Wahhabi patrocinado por los sauditas es la raíz del problema, nuestro presidente culpa a Israel.
En lugar de preguntarse por que la civilización en el Medio Oriente ha fracasado tan miserablemente, nuestro presidente sugiere que los que hemos fracasado somos nosotros.
En lugar de tomar todas las medidas eficaces para obtener información de los terroristas, la actual administración amenaza a los agentes de la CIA con procesarlos judicialmente por habernos mantenidos seguros.
En lugar de con orgullo haber reconstruído de inmediato el sitio de las Torres Gemelas, nos hemos comprometido en la tarea sin esperanza e inútil tarea de reconstruir Afganistán. (Quizás debíamos haber construído una mezquita en Ground Zero, de seguro los sauditas la hubieran financiado).
En lugar de enfrentar resueltamente al fanaticismo islámico, hemos hecho de las negociaciones un culto; mientras que nuestros enemigos buscan tener armas nucleares; patrocinan el terrorismo; torturan; encarcelan; violan y asesinan a sus propios ciudadanos y se ríen de nosotros.
En lugar de insistir en que el Islam debe convertirse en una religión responsable, nuestros líderes en ambos partidos continúan balando como ovejas que “el Islam es una religión de paz”, ignorando la ausencia de Bautistas suicidas que se hagan explotar como bombas humanas.
En lugar de exigir que los nuevos inmigrantes se integren a nuestra sociedad y se rijan por sus valores públicos, en nombre de la tolerancia estimulamos y subsidiamos la intolerancia que odia a las mujeres y niega la libertad.
En lugar de perseguir a nuestros enemigos hasta el fin de la tierra, los ayudamos a que presenten demandas en contra nuestra.

Hemos deshonrado a nuestros muertos y blanqueado a nuestros enemigos. Una clara e impía alianza entre islamistas fanáticos en el exterior y la “elite” políticamente correcta en los Estados Unidos, ha reducido al 11 de septiembre a la categoría de no evento, en un día para que los políticos puedan pavonearse de lo poco que han hecho.

Hemos olvidado el choque y la furia patriótica que sintieron los norteamericanos en aquella brillante mañana de septiembre hace ocho años. Hemos olvidado nuestra identificación con los compatriotas que se lanzaban desde lo alto de los rascacielos condenados. Hemos olvidado el coraje de los pasajeros de la aeronave que no se rindieron ante el terror.

Hemos olvidado a los hombres y mujeres que murieron quemados o asfixiados en el Pentágono. Hemos olvidado nuestras promesas, nuestros votos, nuestros compromisos.

Hemos olvidado lo que debemos a nuestros muertos y lo que debemos a nuestros hijos. Hemos olvidado hasta quiénes fueron los que nos atacaron.

Hemos traicionado la memoria de nuestros muertos. Y al hacerlo, nos hemos traicionados nosotros mismos y a nuestro país. Nuestras tropas continúan combatiendo, cuando se lo permiten, pero nuestros políticos se han rendido.

¿Permitiremos que los terroristas sean los ganadores?

(Traducción y revisión de Diego Rodriguez-Arche y Aaron Mayer)

jueves, 10 de septiembre de 2009

Decir ¡No! al ObamaCare es decir ¡No! al Obamunismo


Una vez más, Barack Hussein Obama, habló ayer al Congreso y al pueblo norteamericano tratando de vendernos su ObamaCare, es su discurso # 29 sobre el tema. Él lo ha apostado todo a este plan y no puede entender por qué la mayoría de los norteamericanos siguen estando en contra y no se dejan convencer por las notas de su flauta hameliana.

El problema básico de Obama es que toda su agenda está impulsada por su ideología de extrema izquierda que está totalmente en las antípodas de las profundasd raíces capitalistas y democráticas en que se fundan los Estados Unidos. En lugar de proponer un país que sea autosuficiente, quiere establecer una nueva ola de dependencia, a través de la vieja fórmula marxista de quitarle a unos para darle a “otros”... convencido de que esos “otros” terminarán votando por él. Como habría dicho un querido amigo ya difunto: “Eso ya es gaveta 99”. En resumen, que la mayoría de los norteamericanos ya abrieron los ojos y se despojaron del letargo provocado por la suave tonada de la flauta y comienzan a ver cómo funciona la arrogancia y la ideología de Obama y continúan diciéndole: “¡No! El ya viejo mantra Obámico perdió la magia y como dice el maestro Chuck Krauthammer: “Obama, Mesiah No More”.

La mayoría comprende ya que lo que se discute aquí es la esencia misma de nuestro carácter como nación. Como se muestra en una nueva encuesta de la Associated Press, “la desaprobación del público a la forma en que el Presidente Barack Obama está manejando el tema de la atención médica saltó a un 52%” y la tendencia es que seguirá aumentando. En Nobama estamos seguros que él esta muy sorprendido con estas cifras. El ObamaCare es el mascarón de proa de su nave, su vía para pagar a sus secuaces de la extrema izquierda, construirse un respaldo de votantes entre esos “otros” a quienes repartirá lo que no es suyo y aumentar cada vez más el poder en manos del Gobierno, habría que decir de ¡su Gobierno!, que no es, precisamente, del pueblo y para el pueblo. Esta es la razón por la que cada vez más ciudadanos se oponen a sus planes. Si Obama no fuera tan soberbio, prepotente y arrogante, habría recibido el mensaje. Pero como pudimos ver anoche su actitud lejos de conciliadora fue agresiva y llena de la soberbia de los caudillos infalibles. “Sólo escucharé a quienes están de acuerdo con mi plan, con los demás no perderé mi tiempo en escucharlos”. Con lo que lanzó una velada amenaza de que apoyaría la llamada “opción nuclear” en el Senado.

Pero hay más cosas que Obama, encerrado en su burbuja napoleónica, se niega a ver. En esa misma encuesta de la AP que mencionamos, se muestra que Obama no sólo está perdiendo el apoyo de la mayoría de los norteamericanos en cuanto al ObamaCare. El nivel de desaprobación a su gestión en la economía llega ya al 52%, y un % similar desaprueba su política de impuestos, ya que para todos está claro que para aplicar el ObamaCare y sus planes de gastos sin control, el aumento de impuestos resulta ineludible. Además un contundente 56% desaprueba su manejo del déficit presupuestario, el que se ha disparado a causa de sus rescates financieros y la recesión que han ocasionado que los ingresos federales se hayan reducido de forma pasmosa.

Todo parece indicar que Obama piensa realmente que los norteamericanos son tan tontos que no son capaces de ver la enorme diferencia que existe entre lo que dice y lo que hace. Por ejemplo, anoche dijo:

“Bien, el tiempo de la discusión ha terminado. El tiempo de los juegos ya pasó. Ahora llegó la temporada para la acción. Ahora es cuando tenemos que unir las mejores ideas de ambos partidos y mostrarle al pueblo norteamericano que todavía podemos hacer aquello para lo que nos enviaron aquí. Ahora es el momento de sacar adelante la atención a la salud”.

¿Discusion y juegos? ¿Unir las mejores ideas de ambos partidos? ¡Qué cinismo! Obama presentó un plan de extrema izquierda y hasta amenazó con que los Demócratas lo llevarán a cabo ellos solos. Quien dice esto no parece ser alguien que esté interesado en obtener las mejores ideas de ambos partidos.

Pero además, Obama se refirió a dos asuntos sobre los que dijo que “la radio y la televisión por cable” estaban “propagando declaraciones falsas de aquellos cuya única agenda es acabar con la reforma a cualquier precio”.

“El mejor ejemplo es la especie de que... planeamos establecer paneles de burócratas con el poder de matar a los ciudadanos de la tercera edad. Esa acusación sería risible si no fuera tan cínica e irresponsable. Simple y llanamente, es una mentira. También hay aquellos que dicen que nuestro esfuerzo en la reforma proporcionará cobertura de salud a los inmigrantes ilegales. Eso también es falso. Las reformas que propongo no se aplicarán a aquellos que están aquí de forma ilegal”.

Ante todo, Obama debía leerse las versiones de la ley ya aprobadas en los diferentes comités de la Cámara y comprobará que los paneles están ahí, vivitos y coleando. Luego, quien miente descaradamente es él. Pero si esto no fuera suficiente para mostrar la desidia de este Tartufo, sólo habría que recordarle como su administración promueve la consejería para que los veteranos de nuestras fuerzas armadas terminen con su vida, que “tiren la toalla” como cínicamente enuncia el manual vigente al respecto. En segundo lugar, en el ObamaCare no existe ningún mecanismo legal que asegure que los impuestos de los norteamericanos no terminarán pagando por la atención a la salud de quienes están aquí ilegalmente.

Fue en este momento del discurso cuando el Representante por Carolina del Sur, Joe Wilson, no pudo contenerse y exclamó a voz en cuello: “¡Usted está mintiendo!” Más tarde el Representante Wilson se disculpó por la violación de las normas parlamentarias de respeto y civilidad. Pero no por llamar mentiroso a quien en realidad lo es.

En Nobama, para decirlo francamente, nos alegramos que el Representante Wilson le haya dicho en su cara lo que se merecía. Obama está lleno de mentiras, el mismo es toda una pirámide de mentiras, un ídolo hueco en el que habitan las ideas y el odio racista del Reverendo Wright, Bill Ayers, Van Jones, y todos sus compinches de la extrema izquierda. Anoche, el pueblo norteamericano pudo por fin ver al “Obama Mortal”, al “Mesiah No More”, cuya profética retórica ya no convence, porque, gracias a Dios, el pueblo norteamericano todavía conserva intactas en su ADN la libertad y la independencia en que se fundó esta nación.

Señor Presidente: Decir No a su ObamaCare es decir No a su Obamamunismo. ¿Captó ahora el mensaje?

Nobama
Nueva York, 10 de septiembre de 2009

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Borrón y cuenta nueva, Señor Presidente. Esta vez no logrará vendernos gato por liebre


Como ya hemos dicho, las últimas encuestas muestran una significativa oposición a las actuales propuestas contenidas en el llamado ObamaCare, tanto las que ya se han aprobado en la Cámara como las que se discuten en el Senado. ¿No debían el Congreso y el Presidente escuchar al pueblo norteamericano y desechar esas propuestas y comenzar todo de nuevo?

Barack Hussein Obama pronunciará esta noche un discurso ante una sesión conjunta del Congreso para tratar de vender su Reforma de la Atención a la Salud y a pesar de lo que muestran las encuestas como la opinión de la mayoría, según hemos podido conocer de fuentes de toda confianza, el Presidente volverá a presionar por el establecimiento de una Opción Gubernamental en la propuesta de Ley para la reformulación completa del sistema de salud en los Estados Unidos, que es el punto más álgido y conflictivo del debate sobre el tema y que mantiene dividido desde hace meses a legisladores y votantes. Según esas mismas fuentes, esta vez Obama hablará en detalle de qué es lo que él desea que contenga la reformulación del sistema de salud y como hasta ahora, utilizará la expresión retórica de que está abierto a ideas mejores propuestas por los legisladores, en caso de que estos tengan alguna. Obama sabe que existen otras ideas que pueden considerarse y que recibirían un apoyo bipartidista y de los llamados Blue Dogs (Demócratas conservadores), pero al final cuando se las presentan termina diciendo que las descarta porque él ganó las elecciones.

En el fondo, Barack Hussein Obama, no desea escuchar ninguna alternativa al ObamaCare, porque este representa una importante pieza en la Santísima Trinidad que le permitirá ejecutar su Plan de toma de poder absoluto y cambiar para siempre a esta Gran Nación. En Nobama somos de la opinión de que este es un momento crucial y definitorio en nuestras vidas y para nuestras libertades. Si Obama logra amedrentar al Congreso y convertirlo en una marioneta que responda a sus indicaciones, el camino hacia el abismo del Socialismo y el totalitarismo quedará prácticamente abierto y sólo nos quedará la posibilidad de librar la batalla final con nuestros votos en noviembre de 2010. Ese será sin dudas nuestro Álamo.

En ese sentido y como anunciamos, hoy presentamos un extraordinario, lúcido y esclarecedor artículo de la ex Gobernadora de Alaska Sarah Palin, publicado hoy en The Wall Street Journal, al que pueden tener acceso aquí o haciendo clic sobre la imagen si desean leerlo en inglés.

Nobama
Nueva York, 9 de septiembre de 2009

Obama y la burocratización del cuidado de la salud
Las propuestas del presidente darán poderes de racionamiento y de vida o muerte a funcionarios no electos.
Por Sarah Palin
En un artículo que escribió el mes pasado para el New York Times, el Presidente Barack Obama pidió a los norteamericanos que “conversaran uno con el otro y no uno sobre el otro” en la medida que avanzaba nuestro debate sobre la atención a la salud.

Yo no podría estar más de acuerdo con él. Discutamos los argumentos de la otra parte y dejemos que sean los norteamericanos quienes decidan por sí mismos si las propuestas Demócratas deben convertirse en la ley que gobierne la atención a la salud.

Hace alrededor de 45 años, Ronald Reagan dijo que “a nadie en este país se le debía negar la atención médica porque no tuviera suficiente dinero para pagarla”. Cada uno de nosotros sabemos que tenemos la obligación de cuidar del anciano, del joven y del enfermo. Somos más fuertes cuando nos ponemos del lado de los más débiles entre nosotros.

También sabemos que nuestro actual sistema de atención a la salud con frecuencia resulta abrumador para las personas y los negocios, particularmente para los pequeños negocios, con gastos insostenibles. Y sabemos que si permitimos que continúe el gasto en la atención a la salud del gobierno a los niveles actuales, ello serviría sólo para aumentar nuestro déficit ya más amplio que nunca.

¿Cómo podemos asegurar que quienes necesitan atención médica la reciban a la vez que reducimos los costos en la atención a la salud? Todas las respuestas ofrecidas por los Demócratas en Washington descansan en un sólo principio: que el aumento de la participación gubernamental puede resolver el problema. Yo estoy fundamentalmente en desacuerdo con ese principio.

El sentido común nos dice que los intentos del gobierno por resolver grandes problemas, con más frecuencia lo que hace es crear otros nuevos problemas. El sentido común también nos dice que un plan desde arriba que sirva a todos, no mejorará el funcionamiento de un sistema de atención a la salud para toda la nación que comprende la sexta parte de toda nuestra economía. Y el sentido común nos indica que debemos ser escépticos cuando el Presidente Obama nos promete que las propuestas de los Demócratas “proporcionarán más estabilidad y seguridad a cada norteamericano”.

Con todo respeto, los norteamericanos estamos acostumbrados a este tipo de promesa abarcadora desde Washington. Y sabemos por nuestra vasta experiencia que esa es una promesa que Washington no puede cumplir.

Entremos en las especificidades. En su artículo de opinión, el presidente argumenta que las propuestas de los Demócratas “finalmente lograrán poner control a los disparados costos de la atención a la salud”, a través de “eliminar (. . .) el desperdicio y la ineficiencia en los programas federales de atención a la salud como Medicare y Medicaid y en subsidios sin garantías a las compañías de seguros...”

Ante todo debemos preguntarnos primero si podemos creer en ese gobierno que nos proporcionó ese “desperdicio e ineficiencia” y esos “subsidios sin garantías” cuando nos dice que esta vez si hará las cosas bien. La Oficina Congresional del Presupuesto (CBO), que no es partidista, tiene otra opinión. Su director, Douglas Elmendorf, dijo en julio al Comité de Presupuesto del Senado que “en el proyecto de ley reportado no vemos el tipo de cambios fundamentales que serán necesarios para reducir la trayectoria de los gastos federales de salud en una cantidad significativa”.

Ahora, mirando en una sola dirección, el Sr. Obama quiere eliminar ineficiencia y desperdicio: Él ha pedido al Congreso la creación de un Consejo Asesor Independiente para Medicare (Independent Medicare Advisory Council), un grupo de expertos no electos que en gran medida no tendrán que rendir cuentas, encargado con la contención de los costos de Medicare. En una entrevista con el New York Times en abril, el Presidente sugirió que ese grupo, funcionando fuera de los “canales políticos normales”, deberá guiar las decisiones en relación con esos “que aumentan enormemente los costos (. . .) los enfermos crónicos y aquellos que están llegando la final de sus vidas (. . .)”.

Con ese tipo de declaraciones, no en balde muchos de los enfermos y ancianos están preocupados con que las propuestas Demócratas conducirán finalmente al racionamiento de su atención médica a través de... me atreveré a decirlo... ¿paneles de la muerte? Voces dentro del establishment rechazan esa frase, pero para muchos norteamericanos resulta algo muy cierto. Funcionar a través de los “canales políticos normales”, les permitió ser escuchados y como resultado, todo parece indicar que el Congreso rechazará una propuesta mal dirigida que autoriza la consejería para terminar la vida, en este contexto de reducción de costos. Pero el hecho cierto es que todavía las propuestas de los Demócratas, darán poder a burócratas no electos que tomarán decisiones de vida o muerte en asuntos de atención a la salud. Ese tipo de abusiva extralimitación gubernamental es lo que hemos llegado a esperar de esta administración.

Hablando de extralimitación gubernamental, ¿cómo influyen las propuestas de los Demócratas en el déficit? La CBO calcula que la actual propuesta de la Cámara no sólo no reducirá el déficit, sino que en realidad lo aumentará en $239 mil millones (billones) en un período de 10 años. Sólo en Washington un plan que añade cientos de miles de millones al déficit puede ser aclamado como una medida de reducción de costos.

Los efectos en la economía no se limitarán a números abstractos del déficit; esas cifras alcanzarán los bolsillos del norteamericano común. Porque al expandir la cobertura médica sin reducir las tasas de inflación en la atención médica, las propuestas Demócratas tendrán como resultado que los norteamericanos vean reducidas las cifras en sus cheques de pago. Un nuevo estudio de Watson Wyatt Worldwide, realizado por Steven Nyce y Syl Schieber, concluye que si el gobierno expande la cobertura médica mientras continúa aumentando la inflación en la atención a la salud “los costos más elevados conducirían a que los salarios disponibles se redujeran en casi todo el espectro salarial, aunque la reducción sería más profunda para los trabajadores con salarios más bajos”. Salarios más bajos es lo último que los norteamericanos necesitan en estos tiempos de dificultades económicas.

Por último, el Presidente Obama argumenta en su artículo de opinión, que las propuestas de los Demócratas “proporcionará a todos los norteamericanos algunas protecciones básicas al consumidor, las que finalmente exigirán responsabilidades a las compañías de seguros”. Por supuesto que la protección al consumidor parece una buena idea. Y es cierto que las compañías de seguros pueden ser instituciones irresponsables y que no den respuestas, muy parecidas al Gobierno Federal. Esta similitud hace que este cambio de enfoque, parezca sólo un intento de desviar la atención de los detalles contenidos en las propuestas Demócratas; propuestas que incrementarán nuestro déficit, reducirán nuestros sueldos y aumentarán el poder de tecnócratas gubernamentales que no nos rinden cuenta.

En lugar de “soluciones” impulsadas por las encuestas, hablemos de una reforma real de la atención a la salud: orientada al libre mercado, enfocada en el paciente e impulsadas por los resultados. Como han argumentado Michael Cannon y otros en el Cato Institute, dichas políticas incluyen proporcionarle a todas las personas los mismos beneficios en los impuestos que reciben aquellos que reciben cobertura proporcionada por su empleadores; darle a los recipientes de Medicare vales que les permitan comprar su propia cobertura; reformar las leyes de responsabilidad civil, lo que potencialmente ahorraría miles de millones cada año en gastos innecesarios; y cambiar las costosas regulaciones estatales para permitir que las personas puedan comprar seguros más allá de las fronteras de su estado. En lugar de otro plan gubernamental implantado desde arriba, dejen que los norteamericanos tomen control de su propia atención médica.

Los Demócratas nunca han considerado en serio estas ideas, en lugar de hacerlo se apresuran para implantar sus propias controversiales propuestas. Después de todo, ellos no necesitan a los Republicanos para aprobarlas: los Demócratas controlan la Cámara, el Senado y la Presidencia. Pero de aprobarse, las propuestas Demócratas alterarán de forma extraordinaria un gran sector de nuestra economía. Ellas no mejorarán nuestra atención médica. Ellas no nos ahorrarán dinero. E, independientemente de lo que dice el Presidente, no “proporcionarán más estabilidad y seguridad a cada norteamericano”.

Con frecuencia escuchamos ese tipo de promesas exageradas desde Washington. Con los primeros principios en mente y con los hechos en la mano, díganle que esta vez no conseguirá engañarnos.

La Señora Palin, fue la compañera de fórmula del Senador John McCain en las elecciones presidenciales de 2008 y fue Gobernadora de Alaska de diciembre de 2006 hasta julio de 2009.

(Traducción y revisión de Diego Rodriguez-Arche y Aaron Mayer)

martes, 8 de septiembre de 2009

Un complicado final de verano para Barack Hussein Obama y pronósticos de tormenta en el Congreso


Barack Hussein Obama, no ha tenido un buen fin de semana festivo del día del trabajo. Dos escándalos que han estremecido a su administración y un futuro nada promisorio para el ObamaCare, el punto de su agenda política que todo parece indicar definirá si su administración es exitosa o un fracaso.

En la semana previa al fin de semana festivo, estallaron los escándalos del Plan de lección previsto para el discurso del Presidente a los estudiantes de Primaria y Secundaria y el de la obligada renuncia del llamado Czar de los empleos verdes.

Como sabemos, la reacción de una gran mayoría de los padres obligó a la administración a cambiar totalmente el sentido político que tendría el evento y que el discurso se publicara en Internet con anticipación para que los padres pudieran evaluarlo y decidir si sus hijos debían o no ver el mensaje presidencial y participar en las actividades posteriores. Lo cierto es que la polémica desatada alrededor del evento mostró hasta qué punto existe una gran desconfianza en el pueblo norteamericano hacia los planes de socialización y Cambio radical de la sociedad norteamericana que Obama quiere implantar en nuestra nación. Ha sido tanta la reacción adversa de la mayoría de los padres, que muchos de ellos, a pesar de la publicación anticipada y los cambios al famoso Plan lección, todavía muestran una enorme desconfianza y no quieren que sus hijos estén envueltos en la actividad. Por lo que algo que podría haber sido un tanto a favor de la administración si se hubiese limitado a lo que finalmente será, ha dejado, cuando menos, una sensación de desconfianza en cuanto a las intenciones del Gobierno Federal al inmiscuirse cada vez más en la educación, que siempre ha sido un asunto puramente local.

El otro sonado escándalo de fin de verano, la obligada renuncia del llamado Czar para los “empleos verdes” de la administración Obama, Van Jones, puede convertirse en un importante punto de retroceso en los planes de ingeniería social de la administración Obama, porque a partir de este los votantes puede que comiencen a ver con más claridad la agenda oculta detrás de la retórica Obámica de “Cambio en el que podemos creer” y la enorme toma de poder que se propone en nombre de los llamados “empleos verdes” y lo que es peor aún, el establecimiento de un Gobierno Paralelo, los llamados Czares, sin control por parte del Poder Legislativo como establece nuestra Constitución.

A pesar de que su desarrollo prácticamente ocupó gran parte de la semana pasada, el “VanJonesGate” como le bautizó nuestro colega Aaron Mayer casi no recibibió la atención de la llamada Gran Prensa Norteamericana, ditto, The New York Times, The Washington Post, CBS, etc., etc. Los norteamericanos que descansan en estos medios para mantenerse informados puede que se hayan enterado del escándalo en el mismo momento del anuncio de la renuncia de Van Jones el pasado domingo. Nada extraño, claro está. Los norteamericanos comienzan ya a preguntarse ¿para qué necesita el Presidente más de 30 de esos llamados Czares que no han pasado ningún proceso de investigación previa, ni de audiencias ante el Senado? El caso de Van Jones demuestra que estos individuos encargados de ejecutar la agenda de la Casa Blanca no representan, digamos, a la mayoría de los ciudadanos norteamericanos que según las encuestas se proclaman mayoritariamente conservadores o de centroderecha, sino que son en su mayoría representantes de la extrema izquierda radical como en el caso de Van Jones, un autoproclamado marxista y anarquista, famoso por sus puntos de vista extremistas y que firmó la petición hecha circular por la extrema izquierda en la que se sugería que los ataques terroristas del 11 de septiembre fue un trabajo interno de la administración Bush, para lanzar la Guerra contra Iraq y Afganistan. Ahora resulta que, como le sucedió con el Reverendo Wright a quien durante 20 años no le escuchó sus sermones antinorteamericanos y racistas, Obama no sabía estos detalles acerca de Van Jones. Pero de este Gobierno Paralelo sin la revisión y el control que establece la Constitución nos ocuparemos en detalle muy pronto en artículos futuros.

En cuanto al ObamaCare las encuestas más recientes muestran que la mayoría de los Norteamericanos siguen oponiéndose al que se ha convertido en el Cambio emblemático de la administración Obama. Según la encuesta publicada hoy por Gallup, sólo el 37% apoya al ObamaCare y el 39% de los votantes encuestados quieren que sus Congresistas voten en contra de la Ley. Y lo que resulta peor todavía, la encuesta muestra que el tema será uno de los más fuertes políticamente en las elecciones Congresionales de 2010, ya que el 64% de los votantes dicen que la posición de sus Representantes en este asunto será determinante para ellos a la hora de votar. Y aunque las opiniones están divididas de forma casi pareja entre Demócratas y Republicanos, la mayoría de los votantes independientes se inclinan hacia el rechazo del ObamaCare, lo que hace que la cifra de quienes se oponen supere a la de quienes están a favor.

Según se desprende del discurso pronunciado ayer en Ohio por Obama, todo parece indicar que el Presidente piensa apostarlo todo al que pronunciará mañana ante el pleno del Congreso. En el discurso de ayer ante la AFL-CIO, utilizó la retórica de barricada que le resultó eficaz durante la campaña presidencial. El discurso fue cualquier cosa menos conciliatorio. Desoyendo el clamor del pueblo Norteamericano en los Town Hall Meetings, el tono de ayer fue agresivo y soberbio. Mientras la mayoría de la nación exige arrancar de cero en la Reforma de Salud y analizar las diferentes propuestas existentes. Obama lanzó una vez más su lema de campaña: “Es tiempo de actuar”.

Mañana veremos a un Napoleónico Barack Hussein Obama, imperial y soberbio, que exigirá a la mayoría de su Partido en ambas cámaras, la rendición incondicional del Poder Legislativo, algo muy parecido a lo que vemos hoy suceder en la Venezuela de Chávez. Pero por suerte para nosotros, todavía nuestros votos cuentan y los legisladores saben bien que en noviembre de 2010, los ciudadanos los podemos dejar cesantes con nuestro voto.

Nobama
Nueva York, 8 de septiembre de 2009