viernes, 19 de junio de 2009

El Matamoscas en Jefe golpea de nuevo

El Profesor Alberto Acereda vuelve a regalarnos un lúcido artículo sobre el plan Obámico para destruir todo el tejido social y los cimientos de la nación norteamericana. Nobama recomienda su lectura porque en síntesis brillante pone de manifiesto todos los temores y angustias que hacen que las encuestas no se muestren tan favorables a los planes del "ungido". De ahí la velocidad con la que acelera su agenda en el Congreso.
Nobama
Nueva York, 19 de junio de 2009

jueves, 18 de junio de 2009

El Plan Potemkin de Obama para la reestructuración financiera

En su obsesión escenográfica al estilo de las aldeas Potemkin de Stalin, la administración Obama presentó un llamado “Plan” para la reestructuración o reconstrucción de nuestro sistema de regulación financiera, que provocará que las crisis económicas sean más probables y más costosas. Nuestro sistema financiero, particularmente nuestro sistema hipotecario está desecho, pero el “plan” de Obama, ignora las imperfecciones reales y se concentra en objetivos más convenientes para su política de ingeniería social.

En lugar de terminar con los “rescates” bancarios, el plan los convierte en una característica permanente de nuestro sistema de regulación. De hecho, lo amplía a la posibilidad de rescates con dinero de los contribuyentes a cualquier compañía que escoja convertirse en un holding financiero. Esto casi seguro que incluiría a las más importantes compañías de seguros, así como a las compañías más importantes de financiamiento al consumidor como GMAC.

Claro está, la administración nos dice que los “rescates” no serán necesarios, ya que a los mismos reguladores que no detectaron las señales de la crisis actual se les añaden poderes especiales para evitar la próxima.

Se supone que ahora creamos que si la Reserva Federal hubiese tenido los mismos poderes de supervisión que ahora tiene sobre Citibank y Bank of America sobre AIG, se habría evitado el “rescate” del gigante de los seguros. Pero si se aplica esta lógica como fundamentación, habría que llegar a la conclusión que si AIG se hubiera administrado y regulado como se hizo con Citibank, estaría en tan mala situación como el otrora megagrupo financiero. ¿No es así?

En medio de esta crisis, resulta comprensible que se incremente la regulación y la supervisión sobre las mayores instituciones financieras, ¿pero qué sentido tiene hacerlo reduciendo la disciplina mercantil en esas mismas compañías?

Al establecer una lista de instituciones clasificadas como “demasiado grandes para fracasar”, el Presidente nos anuncia que cualquiera de estas compañías selectas recibirán “rescates” gubernamentales en caso de que tengan problemas que puedan conducirlas al fracaso. De esa forma, las mismas enfrentarán costos de financiamiento más bajos que los prestamistas más pequeños, lo que les permitirá adquirir cuotas de mercado. Ello quiere decir que el “plan” de Obama garantiza un incremento en la concentración de nuestros mercados financieros, por lo que tendremos menos bancos, pero serán mayores, lo que recuerda un poco lo que nos contaba Rudolf Hilferding en El Capital Financiero, allá por el 1910.

Más claro. El “plan” de Obama coloca toda la seguridad del sistema financiero en la esperanza de que los reguladores de la Reserva Federal lo hagan todo bien. No olvidar que esta es la misma Reserva Federal y no otra, que en el año 2002, cuando los Estados Unidos estaban sumidos en una fuerte recesión económica como consecuencia del estallido de la burbuja económica de las compañías puntocom y de los ataques terroristas del 11 de septiembre siguió las recomendaciones del hoy Premio Nobel de Economía y actual asesor económico de Obama, Paul Krugman. ¿Cuál fue la solución propuesta entonces por el afamado economista que hoy se sienta en la Mesa de Pericles de Obama?

El 2 de agosto de 2002, Krugman escribió en su columna del New York Times: “Para combatir esta recesión la respuesta de la Reserva Federal debe ser violenta; es necesario incrementar el gasto familiar para compensar la decaída inversión empresarial. Y para hacerlo, Alan Greenspan, (al frente entonces de la RF), tiene que crear una burbuja inmobiliaria para reemplazar la burbuja del Nasdaq”. La genialidad del futuro Premio Noble fue sustituir un boom artificial con otro, animando así la rápida bajada de tipos de interés para salir de la recesión mediante una nueva expansión del crédito. Este proceso está brillantemente explicado en un artículo publicado en Libertad Digital, bajo el título de Krugman recomendó a Greenspan en 2001 crear una burbuja inmobiliaria.

Luego no resulta extraño que el “plan” Obámico apenas mencione a dos instituciones que están en la misma raíz del colapso del mercado hipotecario: Fannie Mae y Freddie Mac. Por el contrario, la administración nos lanza una curva hacia abajo y dice que estudiará el asunto y que en el futuro presentará otras alternativas. Algo así como mandarnos a buscar un “ratito de tenme allá”.

Sin importarle para nada que Fannie y Freddie fueran en su momento pico de expansión las mayores fuentes de financiamiento del llamado mercado subprime, cuando compraron más del 40% de todas las acciones de ese tipo y se convirtieron en los líderes de la reducción de la calidad crediticia de ese mercado, que probablemente serán la causa de que el costo final para el contribuyente de esas “Aldeas Potemkin” sea mayor que los fondos destinados al “rescate” bancario conocido como TARP (por sus siglas en inglés de Troubled Asset Relief Program), sólo le merecen una mención de pasada para posponer sin fecha fija las alternativas gubernamentales a estas instituciones. ¿Curioso, verdad?

Digamos que las pérdidas combinadas de los contribuyentes a causa de Fannie y Freddie pueden muy bien ser de más de $300 mil millones (billones), el doble del costo previsto para “rescatar” a AIG, por lo que cualquier plan de reforma que no contemple a Fannie y Freddie cae de lleno en el terreno de la simulación y el engaño.

Aún en los aspectos en que su apreciación es acertada, se equivoca el “brillante plan” del Presidente. Por un lado, reconoce que las agencias crediticias fallaron, pero no menciona la fuente que provocó ese fallo, que no es otra que el hecho de que dichas agencias son un monopolio creado por el gobierno. Y, por el otro, elude esa realidad e insiste en la necesidad de más transparencia, lo que claramente no resuelve el problema, porque es algo tangencial a su esencia. Lo que el llamado “plan” necesitaría es acabar con los privilegios exclusivos que el gobierno le ha otorgado a las agencias de evaluación crediticia y también la terminación de la práctica de que los reguladores del gobierno encarguen de sus funciones a estas agencias.

Luego tenemos la sección de hipotecas del “plan”. Como era de esperarse, el equipo económico de Obama, pasa por alto lo más importante: la obsesión enfermiza del Gobierno Federal con hacer propietarias a las familias que no cuentan con los medios necesarios para ello. En lugar de enfrentar este grave problema, establece un incremento en las llamadas “protecciones al consumidor” en la industria hipotecaria.

Resulta lamentable que la administración no pueda enfrentar esa cuestión primordial, básica y de cierta forma elemental, de que el indicador hipotecario más importante es la capacidad de pago de quienes reciben el préstamo: la cantidad de su dinero que una familia emplea en los gastos del hogar nos dice mucho más acerca de la probabilidad de impagos, que si el préstamo era de tasa ajustable o si cuenta con una multa por pago adelantado o prepago.

Y así llegamos a la disyuntiva a que se enfrenta la administración Obama: Si admite todo lo anterior, claramente estaría aceptando que programas como la Federal Housing Administration (Administración Federal de la Vivienda) ha estado en la primera línea de presión para otorgar préstamos hipotecarios insostenibles.

¿El resultado?

El equipo de Obama, una vez más antepone las razones políticas a las necesidades verdaderas de la economía y brinda “respuestas” que parecen lógicas y correctas a los contribuyentes, sin, no ya amenazar, ni rozar siquiera con el pétalo de una rosa a los grandes intereses en Washington, los que han desempeñado un papel vital en la creación de la actual crisis. Suponemos que Barney Frank, Chuck Schumer, Christopher Dood, Nancy Pelossi, Harry Read y demás truhanes de su misma especie en el Congreso estarán muy satisfechos con el “Plan” Obamico para la reestructuración de la regulación de la industria financiera.

Una aldea más en el pujante Distrito Potemkin del 1600 de la Avenida Pennsylvania en Washington DC.

Nobama
Nueva York, 18 de junio de 2009

miércoles, 17 de junio de 2009

En Obamaland la antorcha de Lady Liberty ya no resplandece

El lunes, el Presidente Obama dijo que no era asunto suyo inmiscuirse en las fraudulentas elecciones en Irán, en las que Mahmoud Ahmadinejad se aferra al poder utilizando el fraude y reprimiendo a los que se manifiestan por la libertad.

El martes, cambió de idea y escogió el bando de Ahmadinejad, dejando en la estacada a cientos de miles de valientes que protestan en las calles de Teherán en búsqueda de libertad.

“La diferencia entre Ahmadinejad y Mousavi en términos de sus políticas reales, puede que no sea tanta como se ha estado anunciando”, dijo Obama en una entrevista con la CNBC. “Con cualquiera de los dos, estaremos tratando con un régimen iraní que históricamente ha sido hostil hacia los Estados Unidos”. En otras palabras la posibilidad de “cambio” ha sido totalmente sobrevalorada.

Pero lo peor de todo lo dicho hasta hoy, fue lo que dijo cuando al fin se sintió obligado a hacer algún comentario sobre el clamor de libertad que presenciaba todo el mundo. A la pregunta de si tenía algún mensaje que enviarle a los que protestaban y eran masacrados en las calles respondió a la manera de Fidel Castro, con aquello de que Irán era una nación soberana y no debía interferir en sus asuntos internos, lo que en el lenguaje diplomático Obamista quiere decir: lo que allí pasa no es asunto mío. Claro que eso no es válido para Israel, allí si se puede inmiscuir en sus asuntos internos, soltar alguna que otra amenaza y poner en peligro hasta la existencia misma del Estado Judío.

Obama se escuda en la manida salida de que no desea que los Estados Unidos se conviertan en un elemento presente en la elección y sugirió que por eso era tan comedido en sus opiniones. ¿De verdad señor Presidente? ¿No le parece a usted que este es el momento preciso en que los Estados Unidos sean vistos como antaño, antes de que usted llegara, como un faro de esperanza para los oprimidos donde quiera que se encuentren? ¿No le parece que esa es precisamente la razón por la que los que protestan en las calles de Teherán, no lo hacen en farsi, árabe, hebreo o en francés, sino que claman por Libertad en inglés?

¿No le parece bien a usted, a quien tanto le gusta sugerir la comparación entre su presidencia y la de la era de Camelot, que recuerde un poco lo que decía John F. Kennedy?

“Hagámosle saber a todas las naciones, aquellas que nos desean el bien o el mal, que pagaremos el precio que sea, que soportaremos cualquier carga, que asumiremos cualquier penuria, que apoyaremos a cualquier amigo, que nos opondremos a cualquier enemigo, con el fin de asegurar el éxito y la supervivencia de la libertad”.

O recuerde aunque sea por un instante cuando en medio del bloqueo soviético de Berlín habló Kennedy frente a la Puerta de Brandeburgo y exclamó con todas sus fuerzas: “Ich bin ein Berliner”.

Nobama
Nueva York, 17 de junio de 2009

Y la nave va...

No, no se trata de que vayamos a hablar de la famosa película de Fellini. Lamentablemente nos referimos a la nave de la Nación norteamericana, la que con mano firme conduce El Gran Timonel, Barack Hussein Obama, hacia ese sitio abismal que los antiguos marinos pensaban que de aventurarse más allá de donde el horizonte se encuentra con el mar sus naves caerían en un vacío para no volver jamás. Libertad Digital informa sobre el Plan de Reforma Financiera de Obama, un paso más hacia el desastre y el totalitarismo.

martes, 16 de junio de 2009

El vergonzoso maridaje de Carter con Hamas y sus lágrimas de cocodrilo

No en balde los líderes de la organización terrorista Hamas consideran que Jimmy Carter representa la política de la actual administración norteamericana. Durante su visita de hoy a la Franja de Gaza, el ex Presidente Carter declaró que había tenido que “contener las lágrimas” frente a la destrucción sufrida por los residentes palestinos y pidió que se saque a Hamas de la lista de organizaciones terroristas y que forme parte de las conversaciones de paz. Resulta una verdadera ironía del destino que sus comentarios coincidan con las protestas en Irán, donde valientes civiles en Teherán y en todo el país son tiroteados en las calles mientras protestan por el fraude electoral. ¿Llorará también por ellos?

Después de todo, la revolución iraní que llevó al poder a los Ayatollahs ocurrió durante su presidencia y no cabe duda alguna que la revuelta islámica de Teherán debe atribuírsele en parte a su actuación, a sus estupideces y a lo que no hay otra forma de llamarle que sus fechorías; todo lo cual resulta un doloroso recordatorio de las graves implicaciones que pueden tener para la región, el que el Presidente Obama asuma hacia Israel y la región políticas tipo Carter como sucede en la actualidad.

Fue el entonces Presidente Carter, quien en nombre de los “derechos humanos”, estimuló aquella revolución que trajo como consecuencia que 52 rehenes norteamericanos estuvieran sometidos a las más ominosas vejaciones hasta que el Presidente Reagan con sólo asumir la Presidencia acabó con aquella pesadilla. Fue Carter quien al prohibirle al Sha que dispersara por la fuerza las protestas contra su régimen el que llevó a Khomeini al poder y convirtió a Irán en el peligro que es hoy para el mundo civilizado. Carter entonces miró hacia el otro lado para no ver que aquellas manifestaciones eran orquestadas por Mullahs radicales a quienes les importaban los derechos humanos tanto como a él hoy le importan, los miles de muertos palestinos asesinados por Hamas, muchos más de los que han perecido por las balas israelíes en su defensa contra la organización terrorista.

En los últimos 30 años, no sólo los iraníes han pagado el precio de las estupideces megalomaníacas de Carter; también los residentes de la región y todo parece indicar que el resto del mundo las sufrirá igual. Gracias a Carter, además del lamentable episodio de la Embajada norteamericana, la llamada Revolución Islámica provocó la sangrienta guerra entre Irak e Irán y el surgimiento y poderío del grupo terrorista Hizbullah en el Líbano al que, junto a Siria, arma, sostiene y utiliza como peón en la región.

En las últimas décadas, Irán ha sido el mayor patrocinador del terrorismo a escala mundial, que abarca desde el apoyo que brinda a Hamas y a Hizbullah, hasta el asesinato de disidentes iraníes en Europa. Teherán también ha desempañado un papel clave en ataques terroristas devastadores, tales como la colocación de bombas en instituciones judías y dependencias israelíes en Argentina en los años 90.

Hoy, teniendo como Presidente a un loco criminal que niega el Holocausto, Teherán avanza ininterrumpidamente hacia la adquisición del arma nuclear a la vez que amenaza a Israel con que lo borrará de la faz de la tierra.

Pero Carter, otra vez al igual que hace 30 años, mira hacia el otro lado para no darse por enterado que legitimiza a un grupo islámico extremista. Visto desde ese punto de vista, claro que tiene muchísima razón para llorar por los residentes de Gaza, quiénes al igual que el pueblo iraní sufren bajo la tiranía de otro régimen radical islámico.

Una vez más, este lamentable personaje, convenientemente “olvida” que Hamas tomó el poder en Gaza a través de un violento golpe en el que ejecutó a sangre fría a muchos de sus rivales; palestinos árabes fieles al mismo Dios y al mismo Profeta que ellos, no infieles como indica el Corán que deben ser los que mueran degollados bajo el cuchillo de Allah. Una vez en el poder, Hamas utilizó el nuevo territorio adquirido para disparar miles de misiles contra pueblos y ciudades israelíes, con el propósito declarado de aterrorizar y asesinar civiles. La respuesta de Israel y la destrucción en Gaza son el resultado directo de las acciones de Hamas, aunque Carter parece estar muy ocupado mirando hacia el otro lado y derrame sus lágrimas de cocodrilo para beneficiar a una despiadada organización terrorista y resulta cuando menos obscena, sino criminal, la indiferencia mostrada por el ex Presidente hacia las víctimas israelíes del terror desatado en el Hamastan, además de que parece haber olvidado, que Hamas también es responsable del asesinato de ciudadanos estadounidenses.

¿No es este comportamiento de un ex Presidente una vergüenza para los Estados Unidos? ¿No es hora ya que le digamos: Sr. Carter, usted ha causado ya bastante daño tanto cuando era Presidente, como después? Por favor guárdese sus lágrimas de cocodrilo y regrese a Georgia a cultivar maní. No traiga más muertes sobre los inocentes como ya hizo en Nicaragua y Centroamérica. Por favor, cállese ya y termine de vivir su vida en paz.

Nobama
Nueva York, 16 de junio de 2009

lunes, 15 de junio de 2009

Shalom Eretz Israel

Gracias al esfuerzo de nuestros colegas Diego Rodriguez-Arche y Aaron Mayer, podemos brindarle a nuestros lectores la traducción al español del discurso pronunciado ayer por el Primer Ministro israelí Benjamin Netanyahu. Discurso histórico, directo, ponderado y valiente. Que en un lenguaje sencillo pone de manifiesto claramente, lo que el lleno de errores históricos y de torceduras intencionadas de Barack Hussein Obama, jamás dijo en El Cairo. La comparación se hace inevitable y será objeto de un análisis en Nobama. Sin más, el discurso de Bibi Netanyahu:

Honorables invitados, ciudadanos de Israel.

La Paz ha sido siempre el deseo de nuestro pueblo. Nuestros profetas tuvieron una visión de paz, nos saludamos entre nosotros deseándonos paz, nuestras plegarias finalizan con la palabra paz. En la noche de hoy nos encontramos en el centro dedicado a dos líderes que fueron pioneros en la búsqueda de la paz: Menachem Begin y Anwar Sadat y nosotros compartimos su sueño.

Hace dos meses y medio, presté juramento como Primer Ministro de Israel ante el Knesset. Prometí que establecería un gobierno de unidad y eso hice. Creía entonces y todavía lo creo así, que ahora necesitamos estar más unidos que nunca.


En la actualidad nos enfrentamos a tres enormes retos: La amenaza iraní, la crisis financiera y promover la paz.


La amenaza iraní todavía permanece frente a nosotros con toda su fuerza, como quedó bien claro ayer. El mayor peligro tanto para Israel, como para el Medio Oriente y toda la humanidad, es el encuentro entre el extremismo islámico y las armas nucleares. Durante mi visita a Washington, discutí este asunto con el Presidente Obama y lo discutiré con los líderes europeos cuando los visite la semana próxima. Durante años he trabajado sin descanso en la formación de un frente internacional contra un Irán que se arme con armamentos nucleares.

En relación con la crisis financiera mundial, actuamos de inmediato para traer cierta estabilidad a la economía israelí. En el gobierno aprobamos un presupuesto para dos años el cual será aprobado muy pronto en el Knesset.

El segundo reto, más bien el tercero, que enfrentamos en la actualidad es el importante reto de promover la paz. Esto también lo discutí con el Presidente Obama. Yo apoyo decididamente la idea de paz regional que él propone. Yo comparto el deseo del presidente de los Estados Unidos de lograr el establecimiento de una nueva era de reconciliación en nuestra región.


Lo discutí en mis reuniones con el Presidente Mubarak en Egipto y con el Rey Abdullah en Jordania, para lograr la ayuda de estos líderes en esfuerzo de ampliar el círculo de la paz en nuestra región.


Me dirijo esta noche a los líderes de las naciones árabes y les digo: Encontrémonos. Hablemos sobre la paz. Hagamos la paz. Estoy dispuesto a que nos encontremos en cualquier momento en cualquier sitio, ya sea Damasco, Riyadh, Beirut y también en Jerusalén.


Y hago un llamamiento a los líderes de los países árabes a que nos reunamos todos, incluyendo a los palestinos, para promover la paz económica. La paz económica no sustituye a la paz, pero es un componente muy importante para alcanzarla.

Juntos podemos emprender proyectos que puedan vencer los problemas que enfrenta nuestra región. Por ejemplo, la desalinización del agua. Y podemos utilizar las ventajas de nuestra región, como aumentar al máximo el uso de la energía solar, o utilizar nuestras ventajas geográficas para tender oleoductos; oleoductos hacia África y Europa.
Juntos podemos llevar a cabo las iniciativas que veo en el Golfo Pérsico, las cuáles maravillan al mundo entero e incluso con las que yo mismo me maravillo. Yo hago un llamado a los talentosos empresarios del mundo árabe, para que vengan e inviertan aquí, para ayudar a los palestinos y a nosotros, para darle a la economía un nuevo comienzo. Juntos podemos desarrollar zonas industriales, podemos crear miles de empleos y patrocinar el turismo que atraería a millones, personas que desean caminar sobre las huellas de la historia, en Nazareth y Belén, en las alturas de Jericó y en las murallas de Jerusalén, en las orillas del Mar de Galilea y en el sitio bautismal del Jordán. Aquí existe un enorme potencial para desarrollar el turismo. Sólo se necesita que ustedes estén de acuerdo en que trabajemos juntos.

Me dirijo a ustedes, nuestros vecinos palestinos y al liderazgo de la Autoridad Palestina. Comencemos de inmediato negociaciones de paz sin condiciones previas. Israel está comprometido con los acuerdos internacionales y espera que todas las partes cumplan con sus obligaciones.


Yo les digo a los palestinos: Deseamos vivir en paz con ustedes, con buenas y tranquilas relaciones de vecindad. Queremos que nuestros hijos y los de ustedes ‘no conozcan nunca más la guerra’.


No queremos que padres y esposas, hijos e hijas, hermanos y hermanas, conozcan la pena del luto. Queremos que nuestros hijos sueñen con un futuro mejor para la humanidad. Queremos que tanto nosotros como nuestros vecinos dediquemos nuestros esfuerzos al uso de ‘arados y hoces’ y no al uso de ‘espadas y lanzas’… Yo conozco el terror de la guerra, he participado en batallas, he perdido buenos amigos que han caído, perdí un hermano. He visto de cerca, muchas veces, la pena que embarga a las familias en duelo. No deseo la guerra. Nadie en Israel desea la guerra.


Estrechémonos las manos y trabajemos juntos en paz, juntos con nuestros vecinos. No existe límite alguno para el florecimiento y el crecimiento que podemos alcanzar ambos pueblos; en la economía, en la agricultura, en el comercio, el turismo, la educación… Pero por encima de todo, en nuestra capacidad de brindar a nuestras generaciones más jóvenes, la esperanza de vivir en un lugar que sea bueno vivir en él, una vida de trabajo creativo, una vida pacífica interesante, de oportunidad y esperanza.


Amigos, con las ventajas tan claras de la paz, tan obvias, debemos preguntarnos ¿por qué la paz está tan lejana para nosotros, aunque tengamos nuestras manos extendidas hacia ella? ¿Por qué este conflicto que dura ya más de 60 años? Para terminarlo, debemos dar una respuesta genuina y sincera a la siguiente pregunta: ¿cuál es la raíz del conflicto? En su discurso en el Congreso Sionista de Basilea, refiriéndose a su gran visión de una Patria para el Pueblo Judío, Theodor Herzl, el visionario del Estado de Israel, dijo: Esto es tan grande, que debemos hablar acerca de ello sólo de la forma más sencilla posible.


Ahora estoy pidiendo que cuando hablemos del enorme desafío de la paz, debemos hacerlo de la forma más sencilla posible, utilizando las palabras que usan las personas normalmente. Aún cuando tengamos nuestra vista puesta en el horizonte, debemos tener los pies en la tierra, enraizadas firmemente en la verdad. La verdad simple es que la raíz del conflicto ha sido y continúa siendo, el rechazo a reconocer el derecho del Pueblo Judío a su propio estado en su patria histórica.


En 1947 cuando las Naciones Unidas propusieron el Plan de Partición para un Estado Judío y un Estado Árabe, todo el mundo árabe rechazó la propuesta, mientras que la comunidad judía la aceptó con gran regocijo y bailó de alegría. Los árabes rechazaron la creación de cualquier Estado Judío, con frontera alguna.


Quienquiera que piense que la continuada hostilidad hacia Israel es el resultado de la presencia de nuestras fuerzas en Judea, Samaria y Gaza confunde causa con efecto. Los ataques contra nosotros comenzaron en los años 20, y se convirtieron en un ataque generalizado en 1948, cuando se constituyó el estado, continuaron en los años 50 con los ataques de los fedaayyins y alcanzaron su clímax en 1967 en la víspera de la Guerra de los Seis Días, con el intento de estrangular a Israel. Todo esto sucedió cerca de 50 años antes de que un solo soldado israelí fuera a Judea y Samaria.


Para nuestra alegría, Egipto y Jordania abandonaron ese círculo de hostilidad. Firmaron acuerdos de paz con nosotros, los que pusieron fin a su hostilidad hacia Israel. Lo cual trajo la paz.


Con gran pesar nuestro, vemos que lo mismo no sucede con los palestinos. Mientras más nos acercamos a un acuerdo de paz con ellos, más se alejan ellos mismos de la paz. Plantean nuevas demandas. No nos demuestran que quieren terminar con el conflicto.


Muchas buenas personas nos dicen que la retirada es la clave para la paz con los palestinos. Pero la realidad es que todas nuestras retiradas fueron seguidas de grandes olas de terroristas suicidas cargados de bombas.


Hemos intentado la retirada por acuerdo, la retirada sin que medie acuerdo alguno, hemos intentado la retirada parcial y la retirada total. En 2000 y una vez más el año pasado, el Gobierno de Israel, basándose en su buena voluntad, intentó una casi retirada completa, a cambio de la terminación del conflicto y fuimos rechazados dos veces.


Nos retiramos hasta el último centímetro de la Franja de Gaza, eliminamos docenas de asentamientos y sacamos a miles de israelíes de sus hogares. Lo que recibimos a cambio fue una lluvia de misiles sobre nuestras ciudades, nuestros pueblos y nuestros hijos. El argumento de que la retirada acercará más la paz, no resiste la prueba de la realidad.


Con Hamas en el sur y Hizbullah en el norte, ellos siguen diciendo que desean ‘liberar’ Ashkelon en el sur y Haifa y Tiberias.
Hasta los moderados entre los palestinos no están listos para decir las cosas más simples: El Estado de Israel es la patria nacional del Pueblo Judío y así permanecerá.

Amigos, para lograr la paz necesitamos coraje e integridad de parte de los líderes de ambos lados. Yo hablo hoy con coraje y honestidad. Necesitamos coraje y sinceridad no sólo en el lado israelí: necesitamos que el liderazgo palestino se levante y diga simplemente: “Ya basta con este conflicto. Reconocemos el derecho del Pueblo Judío a un estado en su propia tierra. Viviremos uno junto al otro en paz verdadera”. Estoy deseoso de que llegue ese momento.


Queremos que ellos digan las cosas más sencillas a nuestro pueblo y a su pueblo. Ello abrirá entonces las puertas para resolver otros problemas, sin importar lo difícil que sean. La condición fundamental para terminar el conflicto es el reconocimiento público, vinculante y sincero de la patria del Pueblo Judío por parte de los palestinos.


Para que esto tenga un sentido práctico, necesitamos un acuerdo claro para resolver el problema de los refugiados palestinos fuera de las fronteras del Estado de Israel. Como es claro para todos, la exigencia de asentar a los palestinos dentro de Israel, contradice la continuación de la existencia del Estado de Israel como el estado del Pueblo Judío. Debemos resolver el problema de los refugiados árabes. Y creo que es posible resolverlo. Porque nosotros lo hemos probado al resolver un problema similar. El pequeño Israel asimiló a cientos de miles de refugiados judíos provenientes de los países árabes, los que fueron arrancados de sus hogares.


Por lo tanto, la justicia y la lógica nos dicen que el problema de los refugiados palestinos debe resolverse fuera de las fronteras del Estado de Israel. Aquí existe un amplio acuerdo nacional acerca de ello.


Creo que con buena voluntad e inversión internacional podemos resolver este problema humanitario de una vez y por todas.
Amigos, hasta ahora he hablado acerca de la necesidad de que los palestinos reconozcan nuestros derechos. Ahora hablaré de la necesidad de que nosotros reconozcamos los derechos del pueblo palestino.

La conexión del Pueblo Judío con la Tierra ha estado presente por más de 3,500 años. Judea y Samaria, los lugares donde nuestros antepasados Abraham, Isaac y Jacob caminaron; nuestros antepasados David, Salomón, Isaías y Jeremías… esta no es una tierra extranjera, esta es la Tierra de nuestros Antepasados.


El derecho del Pueblo Judío a un estado en la Tierra de Israel no surge de la serie de desastres que sufrió el Pueblo Judío por más de 2,000 años: persecuciones, expulsiones, pogromos, libelos sangrientos, asesinatos, los cuales alcanzaron su clímax con el Holocausto, una tragedia sin precedentes en la historia de las naciones. Están aquellos que dicen que sin el Holocausto el Estado no se habría creado, pero yo digo que si el Estado de Israel se hubiera establecido a tiempo, el Holocausto no habría tenido lugar. Las tragedias motivadas por el desamparo del Pueblo Judío muestran de forma bien clara que necesitamos un estado que nos proteja.


El derecho a establecer nuestro estado soberano aquí, en la Tierra de Israel, está dado por un hecho bien simple: Eretz Israel es el lugar de nacimiento del Pueblo Judío.


Como dijera nuestro primer Primer Ministro David Ben Gurion, en la promulgación del Estado, el Estado de Israel se estableció aquí en Eretz Israel, donde el Pueblo de Israel creó el Libro de Libros y se lo dio al mundo.


Pero amigos, aquí debemos decir toda la verdad. La verdad es que en el área de nuestra patria, en el corazón de nuestra Patria Judía, ahora vive una amplia población de palestinos. Nosotros no queremos dirigirlos. Nosotros no queremos dirigir sus vidas. No queremos imponerles nuestra bandera y nuestra cultura. En mi visión de la paz, veo dos pueblos libres viviendo uno junto al otro en esta pequeña tierra, con buenas relaciones de vecindad y respeto mutuo, cada uno con su bandera, himno y gobierno, con ninguno de ellos amenazando la seguridad y la existencia de su vecino.

Esos dos hechos: nuestro vínculo con la Tierra de Israel y los palestinos que aquí viven, han creado profundos desacuerdos dentro de la sociedad israelí. Pero la verdad es que la unidad es mayor que el desacuerdo.


He venido aquí esta noche para hablar acerca del acuerdo y seguridad que cuenta con amplio consenso dentro de la sociedad israelí. Esto es lo que guía nuestra política. Esta política debe tener en cuenta la situación internacional. Debemos reconocer los acuerdos internacionales, pero también principios importantes para el Estado de Israel. Hablo esta noche acerca del primer principio: reconocimiento. Los palestinos deben reconocer verdaderamente a Israel como el estado del Pueblo Judío. El segundo principio es la desmilitarización. Todas las áreas en manos palestinas deben ser desmilitarizadas, con sólidas medidas de seguridad. Sin esta condición, existe un temor real de que existirá un estado palestino armado que se convertirá en una base terrorista contra Israel, como ha sucedido en Gaza. No queremos misiles cayendo sobre Petah Tikva, o Grads, o en el aeropuerto internacional Ben-Gurion. Queremos la paz.


Y para asegurar la paz, no queremos que ellos traigan misiles o cohetes o que tengan un ejército, o control del espacio aéreo, o que hagan tratados con países como Irán, o con Hizbullah. Existe amplio consenso acerca de este punto en Israel. No se puede esperar que aceptemos un estado palestino sin la certeza de que estará desmilitarizado. Ello resulta crucial para la existencia de Israel. Nosotros debemos velar por nuestras necesidades de seguridad.


Esa es la razón por la que estamos pidiendo a nuestros amigos en la comunidad internacional, encabezados por los Estados Unidos, lo que es necesario para nuestra seguridad: que en cualquier acuerdo de paz, el área palestina debe estar desmilitarizada. No ejército, no control del espacio aéreo. Medidas reales y eficaces para evitar la llegada de armamentos, no lo que está sucediendo actualmente en Gaza. Los palestinos no pueden firmar tratados militares.


Sin esto, tarde o temprano, tendremos otro Hamastán. No podemos aceptar esto. Israel debe gobernar su propio destino y su propia seguridad. Yo le dije al Presidente Obama en Washington: si tenemos garantías de desmilitarización y si los palestinos reconocen a Israel como el Estado Judío, estamos listos para una acuerdo real de paz, un Estado Palestino desmilitarizado junto al Estados Judío. En cualesquiera arreglo permanente que discutamos, Israel necesita fronteras defendibles, manteniendo a Jerusalén como capital unida de Israel.

Los asuntos territoriales se discutirán en un acuerdo permanente. Hasta entonces no tenemos intención de construir nuevos asentamientos o separar tierra para nuevos asentamientos. Pero existe la necesidad de que la gente viva vidas normales y dejar que los padres y las madres críen a sus hijos como todas las personas en el mundo. Los colonos no son enemigos de la paz. Ellos son nuestras hermanos y hermanas.

Amigos, desde mi punto de vista, la unidad entre nosotros resulta vital y la unidad ayudará a la reconciliación con nuestros vecinos. La reconciliación debe comenzar ahora. Un gobierno palestino fuerte, fortalecerá la paz. Si ellos realmente desean la paz y educan a sus hijos para la paz y dejan de incitarles en el odio, nosotros por nuestra parte haremos todos los esfuerzos, para garantizarles libertad de movimiento y facilidad de acceso, facilitando así sus vidas y ello ayudará a lograr la paz.


Pero por encima de todo, ellos deben decidir. Los palestinos deben decidir entre el camino de la paz y el camino de Hamas. Ellos deben vencer a Hamas. Israel no se sentará en una mesa de conferencias con terroristas que buscan su destrucción.


Hamas ni siquiera muestra la buena voluntad de permitir a la Cruz Roja que visite a nuestro soldado secuestrado Gilad Shalit, quien ha estado en cautiverio desde hace tres años, separado de su familia y de su país. Queremos traerlo de vuelta entero y bien.


Con la ayuda de la comunidad internacional, no hay razón para que no tengamos paz. Con la ayuda de los Estados Unidos, podemos lograr lo increíble. En 61 años, con amenazas constantes a nuestra existencia hemos logrado muchísimo. Increíblemente nuestros microchips hacen funcionar las computadoras del mundo, hemos hallado curas para enfermedades incurables. La irrigación israelí por goteo riega tierras áridas en todo el mundo. Los investigadores israelíes hacen descubrimientos científicos mundiales. Si nuestros vecinos sólo trabajaran por la paz, podríamos alcanzar la paz.


Hago un llamado a los líderes árabes y a los líderes palestinos: Sigamos el camino de Menachem Begin y Anwar Sadat, Yitzhak Rabin y el Rey Hussein. Sigamos el camino del Profeta Isaiah, quien habló hace miles de años: "ellos deben convertir sus espadas en arados y no conocer la guerra nunca más".
No conozcamos nunca más la guerra. Conozcamos la paz.

Traducción y cotejo: Diego Rodriguez-Arche y Aaron Mayer

Otra valoración del discurso de Netanyahu

Zoé Valdés publica en su blog una acertada valoración del discurso de Benjamin Netanyahu, desde la perspectiva que le ofrece Francia. Su enfoque de cómo la prensa francesa reacciona al discurso es sumamente interesante. También resulta acertada su impresión de que Bibi Netanyahu puso la pelota en la cancha de Obama, que ni se ha pronunciado en relación con Irán y lo que ha dejado saber sobre el discurso del Primer Ministro israelí a través de su Ministro de Propaganda Robert Gibbs que lo calificó de "importante paso de avance", ya presenta cierto tufillo manipulador.
Nobama
Nueva York, 15 de junio de 2009

Fidel Castro o el Cinismo cotidiano

El dictador Fidel Castro, poder real en Cuba, publica hoy una de sus llamadas "Reflexiones" en la que conviven, como le es habitual el cinismo, la incoherencia y la tergiversación histórica. El panfleto comienza con el párrafor que reproducimos a continuación:

"Recuerdo que cuando visité la República Popular de Polonia, en los años de Gierek, me llevaron a Osviecim, el más famoso de los campos de concentración. Pude apreciar los horribles crímenes cometidos por los nazis contra niños, mujeres y ancianos judíos. Eran las ideas del libro Mein Kampf de Adolfo Hitler aplicadas allí. Antes las habían puesto en práctica invadiendo el territorio de la URSS en busca del espacio vital. Los gobiernos de Londres y París en aquellos años azuzaban al jefe nazi contra el Estado soviético".

El cinismo que encierra este comienzo es de tal magnitud que podría pasar a formar parte de un tratado sobre el tema. Que esta sabandija "vieja, boba y melancólica" como una vez le llamó nuestro amigo Raúl Rivero, mencione al Mein Kampf uno de sus libros de cabecera al que no dudó en copiar el final para concluir su famoso alegato titulado La historia me absolverá, resulta, desde todo punto de vista, algo asqueroso. El libro, además, recoge el alegato de Hitler en su defensa ante un tribunal alemán. ¿Coinciencia entre dos genios del mal o plagio descarado?
Nobama
Nueva York, 15 de junio de 2009

domingo, 14 de junio de 2009

La respuesta Israelí al Sheik Hussein Obama

El Primer Ministro de Israel Benjamin Netanyahu expuso con claridad y ponderación el verdadero camino para la paz en el Medio Oriente y además estableció los requisitos necesarios para la existencia de un Estado Palestino en el futuro. Dejó claro que Israel no acepta presiones externas, al menos en un Gobierno Netanyahu y que no cederá a los antojos del Sheik Hussein Obama, que significarían la destrucción del estado de Israel. Isis Wirth publica en su blog La Reina de la Noche una excelente primera impresión del discurso de Bibi Netanyahu.
Nobama
Nueva York, 14 de junio de 2009