lunes, 24 de mayo de 2010

Barack Hussein Obama anuncia el
Novus Ordu Mundi



El sábado pasado, Barack Hussein Obama, pronunció el discurso de graduación de la Academia Militar del Ejército norteamericano en West Point. En su discurso, el Gran Timonel comenzó a desvelar una parte importante de su cacareado y poco definido concepto de Cambio. Esta vez, anunció que buscaría un nuevo “Orden Internacional”. En su exposición se pudo apreciar cuanto desprecio siente por la soberanía nacional del país y por el excepcionalismo americano y que está dispuesto a llegar muy lejos con tal de lograr una mayor cooperación mundial.

Este discurso del Gran Timonel parece complementar lo expresado por el Vicepresidente Biden en Bruselas el pasado 6 de mayo al hablar ante el Parlamento Europeo, cuando cedió a Bruselas el rol que hasta el presernte había jugado Washington DC, como centro mundial de la libertad: “Como probablemente ustedes sepan, algunos políticos y periodistas norteamericanos se refieren a Washington DC como la ‘capital del mundo libre’ (...) Pero a mí me parece que en esta gran ciudad, que cuenta con 1,000 años de historia y que sirve como capital de Bélgica, el hogar de la Unión Europea, y del cuartel general de la OTAN, esta ciudad tiene el legítimo derecho de reclamar ese título”.

En Nobama, hemos sido acusados de propalar teorías conspirativas alrededor de los planes del Régimen Obamista de destruir nuestra nación tal y como nos la legaron los Fundadores y sustituir esos valores democráticos y de libertad, que nos han hecho excepcionales a través de la historia, por un orden dictatorial de gobierno totalitario. Pero hoy, más bien el sábado pasado con este discurso, ha sido, paradójicamente, el mismo Barack Hussein Obama el encargado de revindicarnos.

Esta idea del Novus Ordu Mundi no es una idea nueva, ni original del Gran Timonel, es una idea tan vieja como el Leninismo, el Fascismo y el Nazismo, ideologías todas que tienen su base filosófica principal en el llamado Socialismo Fabiano. Ya en su libro, The Audacity of Hope, Obama argumentaba al respecto: “Cuando la única súper potencia mundial restringe voluntariamente su poderío y se manifiesta de acuerdo en conducirse según normas de conducta acordadas internacionalmente, está enviando un mensaje de que estas son normas dignas de seguir”. Para nosotros este abandono del excepcionalismo norteamericano y la voluntad de ceder parte o toda nuestra soberanía a un “Gobierno Mundial” por parte de Obama, quedó más que claro cuando nombró a Susan Rice, una de sus ayudantes más cercanas política e ideológicamente, como embajadora ante la ONU y le otorgó el rango de integrante de su gabinete de gobierno.

El sueño trasnochado de establecer un Nuevo Orden Internacional, como le llama el impostor que ocupa la Casa Blanca, es una idea acariciada desde hace mucho tiempo por la elite de la izquierda caviar norteamericana y mundial. Aquí tuvo su primer intento cuando la Comisión Trilateral fundada hace 26 años y presidida entonces por el banquero David Rockefeller, aprovechó la coyuntura de la crisis política y económica existente entonces, para llevar a la Presidencia a un desconocido cultivador de maní del Estado de Georgia, Jimmy Carter, quien a pesar de contar con capaces asesores colocados junto a él por Rockefeller, como Zbignew Brzezinski, su Asesor de Seguridad Nacional y Política Exterior, y gracias a su mediocridad rampante, la suya terminó siendo una de las Presidencias más desastrosas de la historia norteamericana. Así, con la llegada a la Presidencia de Ronald Reagan, el Trilateralismo tuvo que agazaparse y esperar por tiempos mejores.

Este revelador discurso del Sábado en West Point, se muestra como lo que serían los prolegómenos para el establecimiento de lo que será su primera estrategia formal de seguridad nacional, que se espera Obama anuncie la próxima semana, la que estará basada en el concepto de que los Estados Unidos, como país, son sólo uno más entre todos, y que ya no seremos una súper potencia que liderará al mundo libre, concepto que en estos tiempos en que Corea del Norte impunemente hunde buques de nuestro aliado del Sur y que Irán tendrá el arma nuclear en breve, resulta uno tan peligroso, como la misma tendencia que establece.

“A nuestros adversarios les gustaría ver como los Estados Unidos debilitan su fuerza al ampliar demasiado nuestro poderío. (...) Por eso necesitamos dar forma a un orden internacional que pueda afrontar los desafíos de nuestra generación”. Este enunciado unido a su concepto de que la función de nuestras fuerzas armadas necesitan “complementarse” con un mayor compromiso diplomático “desde las grandes capitales hasta los más peligrosos puestos de avanzada”, combinado todo con más asistencia humanitaria a las naciones necesitadas (no importa que seamos el país del mundo que más asistencia humanitaria presta y que pagamos con nuestros impuestos), y la actividad “policíaca que puede fortalecer los sistemas judiciales en el extranjero y protegernos aquí. (...) El Orden Internacional que propugnamos, es uno que pueda resolver los retos de nuestro tiempo, enfrentando al extremismo violento y la insurgencia; detener la proliferación de armas nucleares y asegurando los materiales nucleares; combatir el cambio climático y sostener el crecimiento global; ayudando a los países a alimentarse por sí mismos y cuidar de sus enfermos; prevenir los conflictos y sanar sus heridas”, dijo el Gran Timonel a los oficiales que se graduaban.

Con este discurso y en medio de la Guerra contra el Terrorismo Islámico que por pura casualidad no ha cobrado nuevas víctimas en nuestro territorio, Barack Hussein Obama, completa el giro de 180 grados para alejarse por completo de la “Doctrina Bush”, que nos mantuvo seguros y sin sufrir un ataque en nuestro territorio después del 11 de septiembre de 2001. Alejamiento que tuvo su inicio “oficial” en su lamentable y desvergonzado discurso en El Cairo el verano pasado.

Al separarse totalmente de la “Doctrina Bush” en estos tiempos tan peligrosos, Obama, como ya vimos en sus lineamientos previos sobre seguridad nacional, renuncia al uso del unilateralismo en la defensa nacional y por consiguiente a la extraordinaria arma disuasiva que representa la posibilidad del ataque preventivo a cualquier enemigo y que probó su eficacia con la rendición incondicional de su programa de armas nucleares por parte de Kaddafi, el terrorista de Trípoli.

En Nobama, sabemos qué tipo de Novus Ordu Mundi, pretende imponernos Barack Hussein Obama; él mismo se ha encargado, poco a poco de irlo revelando. No confundirse. Él no pretende combatir lo que la izquierda mundial llama la “arrogancia del Imperio”. No, su verdadero propósito es convertirse en el Gran Timonel de ese Gobierno Mundial a través de sus planes de crear, un acuerdo mundial obligatorio sobre el Cambio Climático negociado bajo los auspicios de la ONU y la creación de una poderosa fuerza militar “Internacional” controlada por la entelequia con sede en esta masoquista ciudad de Nueva York. Esta utopía Obamista sería una entidad con las características de un Estado Mundial, con su cuerpo de leyes que en unos casos sustituirían y que en todos prevalecerían sobre las Constituciones Nacionales existentes.

Estén todos atentos. La maquinaria de dominación totalitaria del Régimen ya echó a andar y es una carrera contra el tiempo. Hasta ahora, Obama lleva la ventaja, de ahí que resulte tan importante que triunfe en noviembre próximo la Rebelión de las Urnas.

Nobama
Nueva York, 24 de mayo de 2010