viernes, 23 de enero de 2009

Barack de Chicago, llamado El Cínico

El término viene del latín cynĭcus, el que a su vez proviene del griego kuvιkóç y es uno de esos términos que con el tiempo han perdido su significado original y que hoy tiene otro muy distinto al que tuvo en sus orígenes. Sin embargo hay uno de los rasgos de los cínicos originales, la autosuficiencia, que ha llegado hasta hoy y que, por lo general, la poseen todos los cínicos modernos, incluido, claro está el que nos ocupa en este artículo. Este presidente, Barack Hussein Obama, pasará a la historia como el más cínico, impúdico, desvergonzado, hipócrita y manipulador que hemos visto en esta nación. Algunos dirán que exagero y hasta me acusarán de racista. No me importa, prefiero ser fiel a mis convicciones que ser como la mayoría de esos personajes temerosos que hoy lideran el Partido Republicano; que han destruido el Partido de Reagan y que sufren hoy de un complejo de inferioridad derrotista. Pretenden ser aceptados por aquellos que los odian y los desprecian y para ello están dispuestos a renunciar a los principios conservadores y liberales que hicieron grande al Partido desde Lincoln. Sí ese mismo Lincoln, Presidente Republicano, del que hoy los Demócratas pretenden apropiarse y los Republicanos no se atreven a decirle en la cara al Presidente Obama: Usted no tiene derecho a jurar con la Biblia de Lincoln, usted proclama, peor, usted aparenta ser como Lincoln, cuando en realidad es la versión aumentada de Jimmy Carter y uno de los discípulos más aplicados de Saul Alinsky, más que Hillary Clinton, que escribió su tesis en el Wellesley College, sobre este teórico extremista de la función del Organizador comunitario, como pieza clave para destruir desde adentro el sistema capitalista utilizando las libertades democráticas. Usted, Sr. Presidente, define la democracia en dos niveles, uno con la hipócrita apariencia del que jura defender la Constitución que la protege y otro en el que aplica la máxima de Carlos Marx de que la Democracia es la vía hacia el socialismo.

“Esta dolorosa crisis nos da la oportunidad de transformar nuestra economía y mejorar la vida de la gente corriente”, dijo el propio Obama. Afirmación reveladora donde las haya. La crisis le ha brindado la ocasión y los votos el poder para hacer realidad su meta de redistribuir la riqueza, que los que hemos vivido en el infierno de una sociedad estatista, sabemos bien que significa la destrucción del individualismo y el ansia de superación individual como llave para el éxito de la sociedad democrática. De manera que como su intención es “transformar nuestra economía”, su plan económico no tiene como finalidad solamente crear empleos a partir de reparar los puentes, reformar las escuelas, establecer un sistema universal de salud, etc. También pretende imponer una visión utópica de que la economía es una materia que debe planificarse desde el Gobierno. Se trata de una presunción arrogante como pocas. Nadie puede saber lo suficiente como para rediseñar algo tan complejo como “una economía”; por cierto, “una economía no es más que la suma de gente que intercambia bienes para alcanzar sus fines”. Planificar la economía significa planificarnos a nosotros. En pocas palabras, la destrucción de lo que ha hecho que esta nación sea sui generis en sus libertades y relaciones sociales a pesar de sus imperfecciones; porque se renueva y se reinventa a sí misma y, paradójicamente, el que hoy Obama se siente en la Oficina Oval se debe justamente a esa capacidad de renovación de la democracia norteamericana. Habrá quienes digan que no hay nada que objetar a este deseo y tendrían razón si su propósito fuera fortalecer la economía de Libre Mercado, fortalecer el papel del Gobierno como árbitro y regulador del mercado, hasta donde ello fuera necesario. Pero no, su propósito no es este, su agenda, bien clara en el nuevo sitio Web de la Casa Blanca, es terminar nacionalizando la Banca, a partir de acciones preferenciales para el Gobierno y modificar así toda la estructura. Por eso ya no hablan de equilibrar el presupuesto, lo que ayer era una vergüenza de la administración Bush, ya hoy en la de Obama no es importante. Ahora lo importante es tener un Gobierno con una burocracia poderosa, que tenga un control absoluto sobre la economía para poder cumplimentar su plan de convertirnos al socialismo tipo Europa Occidental.

¿Y mientras tanto qué hacen la mayoría de nuestros flamantes legisladores Republicanos en la Cámara y el Senado? Con contadas excepciones tratan de pasar inadvertidos, de no parecer hostiles al nuevo presidente. Parecería que han aceptado el papel de “oposición” permanente y que es mejor no arriesgar sus curules defendiendo los principios del Partido al que dicen representar. Se han convertido en lo que los verdaderos Republicanos llaman RINOS, siglas que responden a Republicans In Name Only, es decir, Republicanos sólo de nombre. A ellos, los verdaderos conservadores tendrían que decirles como el Cínico Diógenes de Sinope le dijera a Alejandro Magno: “Muévanse que me están quitando la luz”.

Diego Rodríguez-Arche
Nueva York, 23 de enero de 2009

jueves, 22 de enero de 2009

Una visión inteligente sobre Obama

Hoy, cuando nuestro flamante nuevo presidente a puesto a riesgo nuestra seguridad por congraciarse con Europa, la progresía internacional y la extrema izquierda nacional que tanto contribuyó a su elección, da gusto leer una certera valoración sobre el “ungido” en un periódico como ABC, que a pesar de ser conservador, está gravemente infestado por esa nueva peste que llamamos Obamanía. Hermann Tersch, como es usual, pone los puntos sobre las íes ¡y de qué manera!

miércoles, 21 de enero de 2009

Plan Obama: Retroceso en la economía, no recuperación

Poco a poco se va aclarando el horizonte de lo que podemos esperar del Presidente que se estrena: la arrogancia propia del iluminado. Este artículo de John Stossel publicado en Libertad Digital, da en el blanco de lo que se avecina.

Comienza a despejarse la incógnita

El liberticida Zapatero dice que el discurso de toma de posesión de Barack Hussein Obama, “Tiene una seña de identidad socialdemócrata”. No lo decimos nosotros lo dice un compañero de viaje del “ungido”.

martes, 20 de enero de 2009

Kumbaya con Barack Hussein Obama o Y ahora qué

Hoy 20 de enero, en lo que parece más una coronación que la toma de posesión de un presidente elegido democráticamente, Barack Hussein Obama, se convirtió en el cuadragésimo cuarto presidente de los Estados Unidos de América, en una sucesión de festividades que a pesar de que nuestra economía está en recesión serán las más costosas de nuestra historia, costarán la bicoca de $160 millones.

Después de la más prolongada campaña electoral en la historia de los Estados Unidos y de un período de transición de 10 semanas en las que no han faltado crisis domésticas y externas, Barack Hussein Obama se convirtió hoy en el 44to presidente de los Estados Unidos. Ahora está en su pleno apogeo el Kumbaya de la toma de posesión, la gran celebración y la apoteósica presencia de público en la toma de posesión, pero después que esta noche finalicen los bailes y fiestas programadas y que el flamante nuevo presidente duerma por primera vez en la Casa Blanca, mañana en la mañana empieza la parte más difícil.

Puede ser que en cualquier otra época, el pobre currículo de Obama habría hecho de él una figura electoral pasajera, una fugaz presencia en la escena nacional; pero esta vez, el esperanzador mensaje del elocuente senador de Illinois logró entrar a las casas de los votantes y se convirtió en discusión obligada en reuniones familiares y entre amigos.

Ahora le toca demostrar que él no es un error del entusiasmo, o un producto de la inmadurez y la rebeldía natural de los más jóvenes, ni del llamado de la raza que hizo que más del 90% de los afroamericanos votaran por él, incluyendo a algunos que, como Colin Powell, nada tienen que ver con la ideología socialista que su historial muestra. Cierto es que después de derrotar a Hillary Clinton en las primarias, su movimiento al centro fue a la velocidad de la luz, lo que a muchos de nosotros, lejos de tranquilizarnos nos preocupó aun más, porque si alguien puede renunciar tan rápido a las ideas que defendió durante toda su vida política anterior, no olvidemos que se le consideró el senador demócrata más a la izquierda durante el tiempo que estuvo en la cámara alta, qué no haría para lograr llegar a la posición de poder más importante del mundo. Su giro de 180 grados en asuntos como el matrimonio Gay y la guerra en Irak por citar solamente dos, pueden ilustrar lo que decimos.

Hacia dónde se dirigirá ahora, mañana lo sabremos. Aunque algo ya podemos vislumbrar a partir de sus últimos discursos. El domingo en el monumento a Lincoln el todavía entonces presidente electo expresó un concepto aterrador: “Necesitamos una nueva declaración de independencia para independizarnos de la ideología, el partidismo y la intransigencia”. ¿Qué quiso decirnos? ¿Que a partir de ahora el dictará nuestra ideología y un único partido? ¿O acaso llama intransigencia a nuestra lealtad a principios ideológicos diferentes a los suyos? O que tal hoy cuando nos dijo que tenemos que “rehacer a los Estados Unidos”, ¿qué nos propone, acaso una nueva revolución? O cuando acusó por inferencia a la administración saliente de haber renunciado a nuestros ideales en aras de la seguridad, ¿nos está diciendo que abandonará lo que nos ha mantenido seguros hasta hoy?

En los discursos del entonces candidato Obama, siempre nos llamó la atención que su forma de expresar el tiempo en que alcanzaría las metas que se proponía como Presidente, por lo general iban más allá de los 8 años que puede servir un ciudadano como presidente, según establece la Constitución de los Estados Unidos. Hoy esas dudas se van aclarando poco a poco. Ya en la Cámara de Representantes hay una propuesta de Resolución Conjunta, exactamente la H.J. 5, presentada por el Representante demócrata Serrano, para eliminar la 22da enmienda de la Constitución: ¡la enmienda que limita el tiempo a servir como presidente a dos períodos consecutivos!

Entonces, ¿tenemos o no razones para preguntarnos y ahora qué?

Nobama
Nueva York, 20 de enero de 2009

Para los que dudan pueden ver la resolución aquí

lunes, 19 de enero de 2009

Una nueva religión


Oh, la vida es más grande
Es más grande que tú
Y tú no eres yo...

R.E.M.

Losing my religion

En una extravaganza con reminiscencias Fellineanas que mucho recuerdan a Julieta de los Espíritus o a La nave va, mañana será la coronación del nuevo Mesías Barack Hussein Obama. A pesar de la recesión que azota a nuestra economía y cuando muchos ciudadanos temen perder sus casas y sus empleos, o no pueden pagar sus cuentas, la ceremonia amenaza con ser la más cara en la historia de los Estados Unidos, se calcula que costará entre 150 y 160 millones de dólares. Todo parece indicar que la izquierda norteamericana y mundial han encontrado una nueva deidad a la que rendirle culto. De eso trata este artículo publicado en Libertad Digital por Cristina Losada, que Nobama recomienda a sus lectores.