miércoles, 19 de agosto de 2009

Mi rabia y mi orgullo o ¿de cuál paz nos hablan Juanes, Bosé y compañía?


“En obediencia a la estúpida, vil, deshonesta moda de la Corrección Política, los oportunistas usuales explotan la palabra Paz”.
Oriana Fallaci

Para darle un título a esto que escribo, me he permitido parafrasear el de uno de los más apasionados testimonios que he leído, nacido de la más legítima rabia y del más legítimo orgullo de la enorme Oriana Fallaci: The Rage and the Pride (La rabia y el orgullo).

Escrito de un tirón, como ella misma narra, aquella triste mañana del 11 de septiembre de 2001, en la que desde su ventana en Manhattan pudo ver como ardían primero y después se desplomaban las Torres Gemelas, llenas de inocentes víctimas del terrorismo islamo-fascista. Lo hago por dos razones fundamentales. La primera porque usted, señor Bosé, aunque después se arrepintiera y se disculpara con hipocresía, dijo que los Estados Unidos se merecían el criminal ataque y en segundo lugar porque usted un hipócrita perteneciente a la “brigada española de respuesta rápida de los titiriteros de la ceja” se atreve a opinar, sobre nuestro dolor y nuestra rabia y pretende darnos lecciones de civilidad y establece clasificaciones entre los grupos exilados que no conoce, ni sabe como piensan: “Las jóvenes generaciones cubanas que viven en Florida ya no pueden más de escuchar el mismo mensaje de rencor”, dijo en su pieza del periódico El País y yo le respondo: Usted, señor Bosé, no tiene ni la más puta idea de la rabia que sentimos día a día, cuando vemos que a pesar de la represión, la violación de los derechos humanos y los asesinatos lentos y sumarios, que de los dos tipos hay allí, aparecen falsos redentores y Poncios Pilatos oportunistas como ustedes, que explotan la palabra Paz y que sólo han visto la guerra en películas o en fotos, que llaman a una reconciliación con los asesinos, porque entre los 11 millones de cubanos humillados y reprimidos por una dictadura que ya dura más de 50 años y el exilio nada hay que reconciliar, porque nunca hemos estado peleados y ello lo demuestran los millones de dólares anuales que enviamos a familiares y amigos los que por acá estamos. Nuestra bronca es la misma que la de la mayoría de los cubanos en la isla: Contra la dictadura opresora y los miembros del “sindicato de la ceja” de allá, al que pertenecen esos mismos desclasados con los que se abraza Juanes y otros más y que firman peticiones no por la Paz, sino para fusilar a tres jóvenes negros por querer irse a vivir a Miami, esa misma Miami en la que vive Juanes y a la que usted le endilga el adjetivo de divisionista.

¿Con qué derecho se atreve usted a juzgarnos porque disintamos de la infamia que planearon en la Habana Juanes y la dictadura y lo expresemos con el ardor acostumbrado?

¿De cuál Paz es que nos hablan ustedes? ¿De una Paz “equilibrada” como el Cartel que quieren producir? ¿Por qué un concierto blanco? ¿Quién les dijo que el color blanco es apolítico? ¿O es que acaso ustedes viven encerrados en una concha protectora y no saben que en Cuba existen unas dignas mujeres que desafían a la dictadura pidiendo la libertad de sus esposos presos de conciencia y que se hacen llamar Las Damas de Blanco?

¿Qué saben ustedes acerca del dolor, rencor, rabia, sufrimiento e impotencia que sufren día a día los presos de conciencia que se consumen en las mazmorras de la dictadura?

A que si les pregunto por los 5 espías condenados en los Estados Unidos sí saben y hasta quizás aboguen por su libertad en esas conversaciones tan íntimas que, según Juanes, sostienen con la administración del Socialista Obama.

En lo personal, a mí me da igual que Juanes, usted y comparsa vayan a Cuba y canten en la Plaza de la Revolución y se revuelquen en el fango con represores, confidentes, asesinos, ladrones y toda esa canalla, por demás no serán ni los primeros ni los últimos. Lo que no me da igual es que brinden con Champaña y cenen con excelentes vinos, mientras en un solar de Belén o de la Lisa, o en un apartamento de Alamar o del Vedado o en cualquier sitio de Cuba, millones de familias se acuesten esa misma noche envidiándolos a ustedes porque tienen la libertad de la que ellos carecen de entrar y salir de su propio país, o de ir a cenar con finos vinos, cortesía generosa de la dictadura pagada con el sudor y el sufrimiento de esos cubanos a los que ustedes pretenden entretener y llevar un mensaje de paz y reconciliación.

Y como hoy, siento que mi rabia y mi orgullo de cubano se desborda, haré lo que mi hijo que vive en Madrid me recomendó: “Papa, mándalos a todos a tomar por el culo”.

¡Considérense mandados!

Diego Rodriguez-Arche
Nueva York, 19 de agosto de 2009

3 comentarios:

Reflexiones de Chocolatico Pérez dijo...

Jama, Libertad y Martillo!

Cristina García dijo...

Pocas cosas escritas por cubano alguno me ha hecho sentirme tan completamente parte de Cuba como este magnífico post del Sr Rodríguez-Arche.
No se trata de exponer todos los "puntos de vista" sobre la infamia de los músicos y del concierto, o de los cubanos de dentro y los de fuera de la isla. Es la denuncia honesta y visceral de la cobardía, la traición y el vasallaje de los artistas y de todos los que lo apoyan, vivan donde vivan, lo que hace este post único.
Muchas gracias, Nobama.

Isis dijo...

Brillantìsimo artìculo.