viernes, 17 de julio de 2009

OBAMACARE: PRIMER GRAN ASALTO A NUESTRAS LIBERTADES

El llamado Plan de “Reforma” de la Salud Pública, al que la sabiduría popular ya bautiza como ObamaCare está siendo impulsado a toda marcha en el Congreso. El radical paquete que Barack Hussein Obama y los Demócratas presionan para que sea aprobado al final del verano está encontrando bastante resistencia entre sus propias filas, ya se sabe de 52 demócratas en la Cámara que dicen que votarán en contra de la versión de Pelossi y en el Senado hasta el Senador Baucus quien preside el Comité se muestra vacilante. Y para colmos, el pueblo norteamericano ya comienza a enterarse cuánto costará el capricho socialista de Obama y, lo que es más importante, quién pagará la cuenta.

¿Que cuánto? Una cifra que oscila entre los $600 mil millones (billones) y $1.5 millones de millones (trillones), en dependencia de la versión que se apruebe entre las del Senado y la Cámara.

¿Que quién pagará la cuenta? Nosotros. We The People. Los contribuyentes. Y claro está, en ¡efectivo! Nada de al crédito y puede que hasta en el precio estén incluidos muchos de nuestros empleos. ¿Exageraciones? ¿Alarmismo? Para nada.

Un análisis del grupo no partidista Tax Foundation, muestra que la tasa máxima de impuestos sobre los ingresos federales y estatales combinados en 39 Estados de la Unión sobrepasará el 50% en la versión de la Cámara.

Al renunciar abiertamente al control de Gasto Público para complacer al Socialista en Jefe y por lo tanto al no incluir ningún tipo de reducción en el mismo, la versión de la Cámara está llena de nuevos impuestos, sobrecargos y tasas en sus más de 1,000 páginas.

Tanto en una como en otra versión los grandes perdedores serán los pequeños negocios, compañías con tantos como 5 empleados, las cuales tendrían que pagar una multa de hasta el 8% de sus ingresos a menos que proporcionen a sus empleados un Seguro Médico.

¿Acaso estos no eran los mismos negocios que Obama dice que contratarían trabajadores cesantes durante la recesión? ¿Qué sentido tendría que lo hicieran si ya Washington les anuncia que les impondrá un impuesto de contratación?

La versión de la Cámara también prevé un aumento en los impuestos para las familias cuyos integrantes tengan un ingreso bruto combinado de $350,000 o más, fíjense que hablamos de núcleos familiares y no de individuos. Esas tasas se dispararán aún más si, como todo parece indicar, el llamado ObamaCare no logra ahorros en los costos del cuidado de la salud.

Pero si todo lo anterior no fuera ya suficiente como para que nos preocupemos, todo aquel que no cuente con un seguro médico tendría que pagar una multa de alrededor del 2.5% de sus ingresos brutos, independientemente de la cantidad de esos ingresos. Desde ya le auguramos a este polémico punto tórridas discusiones y de aprobarse, podemos asegurar que será de inmediato retado en las Cortes como inconstitucional y violador de los derechos individuales de los ciudadanos. ¿Quién le ha dicho al Gobierno y a Obama que puede promulgar una Ley que nos obligue a comprar un seguro médico si ese no es nuestro deseo? Parece que ni Obama ni sus fellow travelers de la Cámara y el Senado se han dado cuenta de que esta no es la Cuba de Castro ni la Venezuela de Chávez... Todavía.

Todo ello sin contar con los análisis de los expertos que predicen que la llamada “Reforma” Obámica de la salud establecerá restricciones desconocidas hasta hoy en los Estados Unidos a los servicios médicos a los que tendremos acceso los contribuyentes.

Las dos propuestas demócratas simplemente están destinadas no a beneficiar al ciudadano común, sino que están concebidas para reforzar el presupuesto gubernamental que conllevará el enorme aparato burocrático que exigirá su aplicación, lo que nos endeudará quizás para siempre no sólo a nosotros, los que aún estamos en este mundo, sino a nuestros descendientes mucho después que ya no estemos.

Y ahora, cuando el Gobierno Federal crece cada vez más, que interviene en la economía de forma pasmosa al adueñarse de las compañías fabricantes de automóviles, bancos y compañías de hipotecas, utilizando nuestro dinero y despreciando la mayoritaria opinión de quienes estamos en contra de esta toma masiva de poder, este Presidente y sus acólitos Pelossi, Reid, etc., etc., también quieren Dictarnos, sí, esa es la palabra, ¡Dictarnos!, cuando y dónde debemos obtener la atención médica que necesitemos. Y como saben que cada día que pasa las encuestas les son menos favorables, que francamente están en caída libre, apresuran el calendario para que cuando ya no sean mayoría en el Congreso, los que vengan se encuentren con un fait accompli, es decir un hecho consumado muy difícil de revertir, por las maniobras obstruccionistas en ambas cámaras, como siempre han hecho, y los esperados vetos presidenciales de Obama. De ahí que el Líder de la mayoría Demócrata en el Senado Harry Reid quiere comenzar el lunes el debate en el Pleno del Senado a la versión aprobada en estricta votación partidista en el Comité de Salud Pública del Senado, que cada vez se parece más al de Robespierre.

Hace unos instantes habló el “Ungido” nuestro infalible “Mesías” y nos dijo: “Comprendo que las últimas millas en cualquier carrera son las más difíciles. Pero debo decirles que ahora no es el momento de aflojar el paso. Y no es el momento de perder el entusiasmo”, dijo con su mirada acerada posada en el teleprompter. “Vamos a lograr terminar con esto. Reformaremos la atención a la salud. Y sucederá este año”. Y ya se escuchan las voces llenas de arrogancia que proclaman que Obama ya está listo para dejar a un lado el bipartidismo y aprobar la ley sólo con los votos Demócratas. Puede ser, todo depende de la cantidad de llamadas y faxes que reciban los legisladores y de los Town Meetings a los que asistan en sus distritos, porque, por otro lado y afortunadamente, aquí todavía celebramos elecciones libres. ¿Hasta cuando? ¿Quién sabe?

Nobama
Nueva York, 17 de julio de 2009

Nota: Durante los próximos días estaremos hablando de la Ley del ObamaCare y de la de Energía, los dos asaltos inmediatos a nuestras libertades.

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