lunes, 8 de junio de 2009

Garrote Vil para Israel

El viaje del Presidente Obama al Oriente Medio ha sido elogiado como un “nuevo comienzo”. Y en realidad tienen razón, lo es. Como ya hemos señalado, Obama quizo dejar bien claro su alejamiento de Israel al eliminarlo de su primer viaje a la región, rompiendo así con una histórica tradición norteamericana de apoyo a Israel.
 El Presidente Harry Truman se atrevió a reconocer a Israel en 1948, sólo unos minutos después del difícil nacimiento del estado judío y también sólo unos minutos antes de que Egipto, Arabia Saudita y el resto del mundo árabe tratara de estrangularlo en el momento en que declaró su independencia. El Republicano Richard Nixon, despreciado por la Gran Prensa, salvó la vida a Israel, al re-avituallarlo con armas durante la llamada Guerra del Yom Kippur en 1973. Como vemos, el compromiso de los EE.UU. con la seguridad de Israel ha sido una constante en ambos partidos… hasta Obama. Al exigir que se detenga el crecimiento natural de los asentamientos judíos en Cisjordania y Jerusalén, Al Masih le aplica el Garrote Vil a Israel. La razón es muy sencilla y nada tiene que ver con la paz: Si se le impide crecer, Israel morirá. Que curiosamente es lo que los “nuevos amigos” de Obama han deseado desde 1948.

Los israelíes están que trinan y a nadie debe sorprenderle que se pregunten por qué los norteamericanos que hoy pueblan lo que antaño fueron los territorios Iroqueses quieren asfixiar el crecimiento israelí. También dicen: “bueno, las guerras tienen consecuencias, pero según la lógica Obamista los agredidos debemos devolver todo el territorio que perdieron los agresores, aún a costa de nuestra propia seguridad y existencia”. Y podríamos agregar parodiando aquel versito humorístico: “Y siguiendo el parecer de esa lógica absoluta…”, los Estados Unidos, en aras de las relaciones de buena vecindad y para solucionar el grave problema de la inmigración ilegal, debían devolverle a México los territorios que ganaron en la Guerra de 1846 y que quedaron fijados en el llamado Tratado de Guadalupe Hidalgo, en el que México reconoció la independencia de Texas y vendió lo que es hoy California y Nuevo México por 15 millones de pesos.

Sí, ya sé y es así: Eso sería un soberano disparate. A quién podría ocurrírsele semejante dislate. Apliquemos el versito una vez más, esta vez a la situación existente en los asentamientos judíos en Cisjordania y Jerusalén y llegaremos a la conclusión de que sería un soberano disparate y además suicida que los israelíes aceptaran asfixiarse para complacer los deseos de Al Masih.

Luego las guerras, al igual que las elecciones, tienen consecuencias y Barack Hussein Obama Al Masih, lo sabe muy bien, pero resulta que pretende erigirse en portavoz del mensaje enviado por el misericordioso Allah a todos los fieles a través de él como Sheik de la nación norteamericana, una de las de mayor influencia musulmana en el mundo, según nos contó en la Sura dirigida desde El Cairo a todos los musulmanes del mundo y parece que Israel no tiene vela en ese entierro, porque sería el suyo propio.

“El Islam ha formado parte siempre de la historia norteamericana”... Israel debe cesar de “asolar a las familias palestinas”, nos dijo el Sheik. Y recibió aplausos y aclamaciones del auditorio entre las que a algunos nos pareció escuchar: ¡Allahu Akbar! ¡Obama Rahbar!

Nobama,
Nueva York, 8 de junio de 2009

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