viernes, 9 de septiembre de 2011

Regresa Obama el cínico y ofrece…
¡Más de lo mismo!

Con su arrogancia presuntuosa renovada y de vuelta de sus vacaciones presidenciales en la exclusiva isla de Martha’s Vineyard, anoche fuimos testigos del regreso de un personaje que no se mostraba públicamente desde la época de su campaña presidencial: Barack Hussein Obama, llamado el cínico.

Después de meses de incesantes malas noticias desde todos lados (en las encuestas no sube del 41% de aprobación), montó el personaje del cínico con un discurso electoral populista de extrema izquierda, diseñado para satisfacer a su base natural que en los últimos días le ha amenazado con abandonar el barco y a la vez con una retórica engañosa dirigida al votante más golpeado por el actual desempleo galopante, las comunidades negra e hispana y tratando de atribuirle primariamente la grandeza y lo excepcional de la nación americana a la gestión gubernamental.

Con ese cinismo que al parecer adquiere su máximo punto cuando está en campaña comenzó afirmando: “Somos individualistas difíciles de manejar”, con “la creencia de que todos estamos conectados y que hay algunas cosas que sólo podemos hacer unidos como nación”. Estas frases dichas por este simulador profesional que ha dedicado prácticamente todo el tiempo que lleva en la presidencia a aherrojar la iniciativa individual norteamericana y a negar lo excepcional de nuestra nación, suenan tan blasfemas como sería la palabra Dios en boca de Lucifer.

Siguiendo con su Manual para el Cinismo, corregido y aumentado, Obama se lanza a su interpretación particular del legado de Lincoln y nos dice, que su grandeza no fue sólo que salvara a la Unión Americana, sino que colocó al mismo nivel el hecho de que fuera Lincoln quien fundara la Academia Nacional de Ciencias, con un propósito muy bien definido: colocarse él mismo a ese mismo nivel de grandeza al decir que hoy mostramos nuestra grandeza con la construcción de escuelas y community colleges, para no hablar de “nuestras carreteras y nuestros puentes, nuestras presas y nuestros aeropuertos”.

En este punto habría que detenerse y preguntarse: ¿Es realmente eso una señal de nuestra grandeza nacional?

Claro está que esta resultaría una pregunta retórica con sólo pensar en que, por ejemplo, Cuba, Bostwana y Corea del Norte por sólo citar unos pocos ejemplos, también tienen carreteras, puentes, presas y aeropuertos, al tiempo que reprimen y matan de hambre a sus pueblos.

Esa cínica invocación de Obama para glorificar los proyectos de construcción de infraestructura está directamente relacionada con su certeza obsesionada e inquebrantable, a pesar del fracaso de su último estímulo, de que el gobierno federal debe asumir el papel protagónico en la solución de la crisis del desempleo empleando directamente a las personas.

Salir de la crisis aumentando el gasto, esta vez $447 mil millones de millones (billones) con la promesa de que su nuevo plan de estímulo será pagado en el futuro con cortes en los próximos diez años. Es decir gastar ahora y reducir gastos después. Como habría dicho una abuela cubana: “¡Qué barbaridad! Este se come el postre primero y la comida después”.

En resumen: ¡Más de lo mismo!

Una vez Albert Einstein definió la locura como hacer lo mismo una y otra vez y esperar cada vez obtener un resultado diferente. Si nos guiamos por esta definición para juzgarlo, además de cínico Barack Hussein Obama es un lunático izquierdista.

De manera que nada nuevo sobre el tapete. Por un lado la burocracia socialista demócrata encabezada por Barack Hussein Obama, que piensa que el Gran Gobierno resolverá la crisis y por el otro la ideología de libre empresa que ha hecho grande a este país, cuyos exponentes y seguidores creemos que la solución está en la reducción de la carga que representa el Gobierno con su insaciable apetito por el control a través de las regulaciones y el gasto en progresión geométrica alimentado por la carga impositiva que impide el crecimiento de la economía y por ende la reducción del desempleo como la historia de esta nación ha demostrado una y otra vez.

Y de esto precisamente es de lo que se trata la próxima elección general de noviembre de 2012.

En resumen, como siempre, Barack Hussein Obama no nos ofreció ninguna razón para creer que de ponerse en práctica sus “nuevas” ideas para combatir el desempleo y estimular el crecimiento económico, no serían un fracaso al igual que sus “nuevas” propuestas anteriores: combustible para el núcleo principal de su base política del que forman una buena parte los trabajadores sindicalizados que ya tienen su trabajo.

El de anoche fue un discurso hiperpartidista destinado a culpar a los Republicanos por el fracaso de su plan o por no someterse a su chantaje. En resumen un discurso totalmente político en el que Obama apuesta a su reelección en la aprobación o no de una ley de gasto masivo, un discurso cuyo propósito era patente y cínico. Tal y como correspondía a Barack Hussein Obama, llamado el cínico.

Nobama
9 de septiembre de 2011

1 comentario:

Zoé Valdés dijo...

No tiene arreglo, ni cogiéndole tachones.