Barack Hussein Obama estuvo ayer en Gotham para dispararle un sermón a Wall Street y pedirle que se suicide y apoye su nueva ofensiva contra el Capitalismo y la continuación del aumento sin control de la burocracia gubernamental, todo ello en nombre de la “fiscalización financiera”. Esto seguramente sonará a música en los oídos de la izquierda demócrata y de la gente de pueblo o de Main Street, como le llaman aquí, constantemente bombardeada por los grandes medios nacionales, convertidos en su gran mayoría en el aparato propagandístico del Régimen Obamista.
Pero el problema es que en Nueva York, Wall Street es Main Street, el corazón de la economía de esta masoquista ciudad. Está claro que tanto Obama como el Partido Demócrata ven en esta jugada una políticamente ganadora, tanto que ayer, con el dinero de los contribuyentes, lanzó un llamado para recolectar fondos de campaña basado en lo que llaman el plan de Reforma de Wall Street de Obama, en el que como buen propagador del miedo, al estilo Alinsky, advierte en contra del regreso a los días en que los “grandes bancos festejaban mientras casi todos los demás sufrían”. Pero esa ampulosa, exagerada y mentirosa retórica es una bomba de demolición en los cimientos de una industria que es, como decíamos, el corazón del bienestar económico de la ciudad de Nueva York y de una buena parte del de toda la nación.
De cada 12 neoyorquinos que trabajan, uno de ellos está vinculado con el sector financiero, lo cual genera el 40% de los negocios de la ciudad y de los ingresos por concepto de impuestos. Cada $1,000 millones de ganancias en Wall Street, representan $70 millones en impuestos directos a las arcas municipales. Según expresa en su sitio Web la legisladora por Nueva York, Carolyn Maloney, Demócrata, no Republicana, “los servicios financieros son la industria más importante de la economía de la ciudad de Nueva York y el mayor creador de empleos de la región”. Y al verse amenazada Wall Street por este corrupto patán, esos empleos y esos ingresos por concepto de impuestos, fácilmente se trasladarán a otros sitios más amigables, por ejemplo, Londres o Hong Kong, por mencionar sólo a dos. Hacia cualquier sitio, excepto los Estados Unidos, lo que obviamente haría un daño quizás irreparable a toda la nación.
No se trata de que Wall Street no sea la causante de muchos de los problemas por los que atraviesa el sector, sin dudas sobre los ejecutivos de numerosas de esas compañías recae mucha de la responsabilidad. Los peligrosos riesgos asumidos y las frecuentes políticas temerarias que provocaron la crisis de 2008, son ciertamente más que suficientes razones para que Wall Street se vea sujeta a una nueva y más precisa supervisión. Pero cuando esa regulación está impulsada por el extremismo y la retórica partidista de la extrema izquierda, los resultados nunca serán positivos, porque sería la aplicación, una vez más, de la teoría de “aprovechar una buena crisis para avanzar la agenda socialista”.
Barack Hussein Obama y sus secuaces saben perfectamente el impacto económico destructivo que representan las draconianas regulaciones y los impuestos confiscatorios que pretenden implantar. Cómo no habrían de saberlo si sus principales secuaces en el plan de Cambio de la América que conocemos provienen precisamente de ese Wall Street que hoy han designado como el Enemigo Público # 1.
Si el Congreso finalmente adopta las regulaciones financieras que recogen los proyectos de Ley propuestos, el resultado será menos préstamos, el crédito será mucho más costoso y el nivel de riesgo será mayor. El Gran Timonel dijo ayer que su reforma es necesaria para evitar “una segunda Gran Depresión”, pero no mueve ni un dedo para componer los destrozos causados por el Gobierno y principalmente por esos mismos que hoy han escrito y tienen a su cargo los proyectos de Ley de ambas cámaras: El corrupto Senador Dodd y el arrogante, abusivo y no menos corrupto (recordemos que su ex compañero sentimental era un funcionario de Fanny Mae) Representante Barney Frank. Nada se hace en este nuevo ataque legislativo para reformar a Fannie Mae y Freddie Mac, a pesar de sus problemas de fraude y los $400 mil millones que han costado a los contribuyentes en “rescates”. Nada se hace tampoco para cambiar las regulaciones gubernamentales que obligan a los bancos a realizar hipotecas riesgosas a nuevos propietarios que no pueden asumir los gastos de comprar determinadas propiedades.
Los poderes que se le otorgarán al Gran Timonel y a la Reserva Federal no tienen precedentes en la historia de esta nación. Ambos proyectos le dan al Gobierno el poder para regular el Capital, la liquidez y las actividades permitidas a una larga lista de firmas, incluyendo sociedades de valores, compañías de seguros, sociedades controladoras de bancos, fondos de cobertura, compañías financieras y otras muchas. El Gobierno también tendrá la facultad de limitar el tamaño de esas compañías. Barack Hussein Obama dijo ayer aquí que “cree en el poder del libre mercado”, a pesar de que constantemente se la pasa demonizando a estas compañías y de que estos proyectos de Ley en el Congreso cuentan con un asombroso parecido a las Leyes de Control Financiero puestas en vigor por el Régimen del Gorila Rojo Hugo Chávez, en cuanto a los poderes que le otorga al Presidente.
Por eso, la solución es menos y no más control gubernamental. Como explicara ante el Congreso el ex Presidente de la Reserva Federal Alan Greenspan, refiriéndose a la causa de la crisis: “Aunque las raíces de la crisis son globales, fueron las hipotecas subprime las que sirvieron como disparador inmediato de la crisis. El aumento en la demanda de valores respaldados por hipotecas fue fuertemente impulsado por Fannie Mae y Freddie Mac, que a su vez fueron presionados por el Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano y el Congreso, (Dodd y Frank) para ampliar los compromisos de viviendas asequibles”.
La realidad que se desprende de toda esta crisis es que el Gobierno no es la mejor opción, ni la más sabia, a la hora de fijar la autoridad para tomar decisiones comerciales y financieras, ya que no tiene ni la experiencia, ni la pericia, ni el incentivo económico para dirigir la economía. ¿Por qué? Porque tampoco es capaz de mantener la política fuera de estas decisiones y el regaño de hoy de Barack Hussein Obama es la demostración más palpable. Por eso si queremos realmente resolver el problema y detener la marcha hacia el abismo que nos conduce el Régimen Obamista, debemos atarle las manos al Gobierno a través del filibuster en el Congreso y ganando la mayoría de una o ambas cámaras en noviembre de 2010, de lo contrario el espejo a mirarse está en Suramérica, en el Régimen Chavista, no en la Europa decadente del estado nodriza como muchos piensan, o quieren hacernos creer.
Nobama
Nueva York, 23 de abril de 2010
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4 comentarios:
Lo de Obama responde a un muy bien pensado plan de aniquilación de EE.UU. este se estaba fraguando desde decadas atras, primero infiltracion de centros univeritarios y educacionales, los medios de comunicacion, cine, prensa, música, libros, ONU, etc., lo que ven es solo el comienzo, el siguiente paso sera constitucional (Una constituyente) para la perpetuacion en el poder, el fraude, la demonizacion, control de los medios, internet y educación. Lo mas indicado es compararlo como una infernal maquina moledora de carne.
Magnífico, le hago link en mi blog.
Saludos,
Me lo llevo tambien.........
Nirki
Aunque entre, lea, y no deje comentarios, sepan que sigo siendo su admiradora, y su seguidora; para aquellos que dicen por ahí que me he desmarcado, para nada. Sigo firme en mis principios.
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