lunes, 29 de junio de 2009

Un fantasma recorre América Latina… ¡El fantasma de la reelección!

En América Latina la voluntad de perpetuarse en el poder no es nueva y ejemplos de ello sobran. Es como una enfermedad sumamente contagiosa, que no reconoce ideologías ni ubicación en el espectro político tradicional, no nos olvidemos que el primero que lo intentó en Argentina fue Carlos Menem hace casi 20 años y que, más recientemente, vemos al Presidente Uribe de Colombia coquetear con la idea. Habría que preguntarse entonces, cuál es el origen de este virus que ya adquiere características pandémicas en la región. Para respondernos esta pregunta habría que establecer dos cuestiones básicas:

1. Después de años de inestabilidad política y social, Golpes de Estado, Guerras de Guerrillas, La Declaración de la Habana, Fidel Castro, Ché Guevara, Revolución Sandinista, Fin del Socialismo Real con la caída del Muro de Berlín, etc., etc. La región entró en una etapa de maduración institucional de la democracia y escogió el camino del Estado de Derecho, cuya apoteosis podríamos fijarla en el día en que Daniel Ortega acepto el resultado electoral y entregó el poder a Violeta Chamorro en Nicaragua. A partir de ese momento, Hispanoamérica comenzó a transitar un capítulo inédito hasta entonces para muchos de los países que la componen. Nuevas Constituciones se escribieron, se discutieron, se sometieron a votación en referendos y se promulgaron. Parecía que por fin la región alcanzaba la mayoría de edad y que la civilidad se imponía en el continente.

2. Y entonces llegó Hugo Chávez y con él el virus que hoy se esparce con fuerza por el Continente, la renovación de lo que parecía acabado para siempre: El populismo filofascista al estilo Perón con su idea de liderazgo mesiánico y redentor, por encima de la ley y las instituciones democráticas. Pero que esta vez, se moderniza y en lugar de utilizar a la fuerza militar como antaño, ahora lo hace convocando a una Asamblea Constituyente y las experiencias ya vistas en Venezuela, Ecuador y Bolivia le han mostrado el camino a seguir a quienes pretenden perpetuarse en el poder.

Hoy nos encontramos ante el caso más reciente de infestación: Honduras. Desde hace meses se veía venir lo sucedido en ese país. Habría que ser ciego para no darse cuenta de que Manuel Zelaya había comenzado a aplicar La técnica del golpe de estado social de Chávez, para acabar desde el poder con el orden jurídico institucional en Honduras. Pero se encontró ante una dificultad prácticamente insalvable dentro de la legalidad hondureña, su mandato culminaría después de las elecciones de noviembre de 2009, es decir que en 5 meses su país elegiría a un nuevo Presidente según lo establece la Constitución de esa nación y debía abandonar el poder sin poder de forma legal optar nuevamente por el cargo al estar expresamente prohibido por la Carta Magna. Además, en Honduras desde enero de 1982, fecha en que se promulgó la Constitución vigente existe una separación de poderes real. Es decir la Ley Fundamental de la República no es letra muerta, sino que se cumple al pie de la letra, de ahí que hasta ese día, como dice Raúl Rivero en su artículo del periódico El Mundo, en que “Manuel Zelaya Rosales, amaneció diferente, tocado por una fuerza interior y con una cercanía invencible con los pobres. (…) salió al balcón del palacio para ver cómo rayaba sobre Tegucigalpa el alba del día en el que descubrió –conmovido, ilusionado- que era un hombre de izquierda”..., hasta ese día, Honduras había sido uno de los países más estables y tranquilos de la región.

Apremiado por la realidad constitucional hondureña y por el tiempo, Zelaya buscó consejo entre aquellos que más saben del arte de conspirar contra la democracia, Fidel Castro y Hugo Chávez; y regresó a Honduras con la idea genial que le permitiría avanzar hacia lo que ahora llaman Socialismo del Siglo XXI. Una consulta popular en la que le preguntarían a los votantes si estaban de acuerdo en convocar a una Asamblea Constituyente, consulta por demás diseñada, organizada y subvencionada desde Caracas. La idea, presentaba todas las características de ser una movida que culminaría en éxito cualquiera que fuera el desenlace de la polémica que crearía con su consecuente agitación social, el combustible con el que funciona la maquinaria totalitaria del llamado Socialismo del Siglo XXI.

Como era de esperarse en cualquier estado de derecho verdadero, el Poder Judicial echó a andar como corresponde y el Tribunal Superior Electoral hondureño determinó que la tal consulta sobre una Asamblea Constituyente que proponía el Ejecutivo no se ajustaba a derecho. Era contraria a la ley. Es decir, el Poder constituido al que le tocaba la resolución final de la cuestión se pronunció. Uno puede disentir de las decisiones jurídicas y eso es perfectamente lícito, pero no le exime de cumplir lo que falle un tribunal, ya que lo opuesto conduciría al caos y eso fue precisamente lo que hizo Manuel Zelaya al ver que el camino legal se cerraba a sus pretensiones continuistas; optó por el caos. Vistió el traje de caudillo y ordenó al ejército que preparara la encuesta. Pero como la Fuerza Armada de Honduras es respetuosa de lo que le señala la Constitución, se negó a cumplir una orden que violentaba el orden institucional y a Zelaya se le desbordó la arrogancia de Jefe Supremo Assolutto y optó por la destitución del General Romero Vásquez, acto que el Tribunal Supremo consideró ilegal y ordenó su reposición inmediata en el cargo. ¿Luego, quién violentaba aquí el orden jurídico? ¿El ejército, el Congreso, el Tribunal Supremo Electoral, El Tribunal Supremo de la Nación o Manuel Zelaya?

¿Dónde estaban todos los que hoy claman: “Anatema, golpe de estado”? ¿Dónde estaban el Sr. Insulza con su OEA, la Unión Europea, Zapatero, la ilustre Secretaria de Estado Clinton y el más ilustre todavía Presidente Barack Hussein Obama?

Probablemente, como dice el refrán popular: “En Belén con los Pastores”. Y mientras tanto, el fantasma de la reelección indefinida cobra nuevas fuerzas en el festín en el que devora la Libertad de Honduras y que se celebra hoy, por todo lo alto en Managua, Nicaragua, bajo los auspicios de ese “gran demócrata centroamericano” que lleva por nombre Daniel Ortega.

Nobama
Nueva York, 29 de junio de 2009

5 comentarios:

Abel dijo...

Zelaya,sin dudas,pa'fuera!
Abel

Cristina García. dijo...

¿No corrió un rumor de cambio de constitución por estos tiempos hasta en USA?
Hussein debe mirar con envidia a estos caudillitos de pacotilla deshaciendo la democracia en sus países. La idea de que el mundo lo necesita más de 8 años gobernando debe estar en el fondo de las aspiraciones de Hussein.
Tiempo al tiempo.

Cristina García. dijo...

A propósito de la importancia que da esta administración al tema de la democracia, hoy apareció en Libartad Digital un artículo de Jeff Jacoby muy interesante. Vale la pena leerlo.

Nobama dijo...

Tiene usted toda la razón, estimada Cristina, la propuesta de Ley existe en la Cámara y la presentó el Congresista por el Bronx, NY, José Serrano y sólo espera que la Speaker Pelossi la entre al Comité correspondiente para que entre en discusión. Concretamente la propuesta de Serrano se trata de modificar la Constitución para permitir la reelección presidencial más allá de los 2 períodos de 4 años que permite la actual enmienda. Si le suena alguna campanita no es su imaginación, es que está sonando. No en balde Hussein Obama está en este caso en el mismo lado de la cerca que Chávez, Castro, Morales, etc., etc. ¿Qué le parece?
En cuanto al artículo de Jacoby, tiene toda la razón: Hay que leerlo.
Gracias por su opinión siempre interesante,
Saludos
Nobama

Zoé Valdés dijo...

Excelente, le puse link en mi blog.