jueves, 25 de junio de 2009

¿Quo Vadis Obama?


There's daggers in men's smiles.
William Shakespeare
Macbeth
El Presidente Barack Hussein Obama llegó a la Casa Blanca con la convicción de que con sus antecedentes no tradicionales, su carisma, simpatía, sonrisa fácil y buenas intenciones podría aplacar a los regímenes hostiles a los Estados Unidos y aliviar las tensiones en el mundo.

En estos primeros casi seis meses, el flamante, radical y despistado novato en la presidencia ha dejado bien en claro a Ahmadinejad, Kim Jong-Il, Hugo Chávez, Daniel Ortega, Fidel y Raúl Castro, Vladimir Putin y otros bandidos autoritarios de la misma especie, que él es un Presidente amable y gentil que ha prometido pulsar el botón de “reiniciar” en las relaciones internacionales de los Estados Unidos. En resumen, un Presidente norteamericano que critica su propio país, pide perdón por nuestros errores y que está dispuesto a conversar con los regímenes autoritarios sin ninguna condición previa.

Pero hasta el presente los más bandidos de este mundo no parecen apreciar esa nueva buena voluntad. Los informes de inteligencia indican claramente que, por ejemplo, Kim Jong-Il planea lanzar un misil balístico de prueba en la dirección de Hawai entre el 4 y el 8 de julio y amenaza con “borrar del mapa a los imperialistas de una vez y por todas”.

En su más reciente resbalón en política internacional, Obama se mantuvo en un silencio ominoso durante una semana después de las fraudulentas elecciones iraníes y la subsiguiente represión del gobierno a los que protestaban en las calles y ante el asesinato de Neda Soltan, la joven iraní que hoy se ha convertido en el símbolo de las protestas, no se sintió lo suficientemente ultrajado y ofendido como para cancelar de inmediato la invitación a los diplomáticos iraníes a comer perros calientes en las celebraciones del 4 de Julio. De hecho, pasaron tres días después del asesinato de Neda, antes de que Obama expresara algo que tuviera algún parecido al enojo y sólo entonces dijo sentirse “horrorizado e indignado”; términos bien débiles tratándose del Presidente de los Estados Unidos y siempre después de que el Presidente de Francia Nicolás Sarkozy y hasta Ban Ki-Moon, el Secretario General de esa entelequia mundial que responde al nombre de ONU, denunciaran con particular dureza la represión de los islamo-fascistas en el poder en Teherán. Aún después de esta muestra de salvajismo de los mullahs, se atrevió a decir “No es demasiado tarde” para que el gobierno iraní se siente a negociar con la comunidad internacional. La realidad innegable es que Obama todavía cree que hablando con Irán podrá convencerlos de abandonar el programa nuclear y por ende estaba preocupado con la posibilidad de que ello se frustrara una vez que el Supremo Líder Khamenei y el Presidente Ahmadinejad acallaran la resistencia a través de la represión brutal.

Pues bien, a pesar de su tibieza y “mesura” en la denuncia a la represión, el mismo Ahmadinejad se ha encargado de despertarlo de ese sueño infantil de “genio de la diplomacia” que cree ser. “El Señor Obama cometió un error al decir esas cosas… (horrorizado e indignado) Nos preguntamos por qué él ha caído en esa trampa y dice cosas que Bush decía anteriormente”, dijo el dictador iraní. “¿Desea usted hablar con ese tono? Si esa es su posición, de qué podríamos hablar”, expresó. “Espero que usted evite en el futuro interferir en los asuntos internos de Irán y exprese su arrepentimiento en una forma en que quede bien claro para la nación iraní”.

Un Presidente con experiencia y no poseído de sí mismo como Obama, se habría dado cuenta de que los acontecimientos le pasaban por encima y habría reaccionado de inmediato. Ni siquiera percibió la señal que mostraba el hecho de que en su sermón del viernes pasado, el Supremo Líder Khamenei, acusara a los Estados Unidos de interferir en Irán y lo que es peor, revelara la existencia de una carta que le habría enviado Obama en la que llamaba a un mejoramiento en las relaciones entre ambos países.

Pero a pesar de estas realidades, el Presidente parece sufrir de un caprichoso ataque de infantilismo y no quiere reconocer que después de toda esta sangrienta carnicería en las calles de las ciudades iraníes y de los cientos que han sido lanzados a las mazmorras del régimen por sus protestas, si la dictadura Khamenei-Ahmadinejad logra mantenerse en el poder, cualquiera que estreche su mano y se siente a conversar con ellos, no podrá, como en Macbeth, lavar la sangre de sus propias manos.

Es obvio que el Presidente está dispuesto a sacrificar todo en aras de su llamada opción diplomática. Ha puesto demasiado en ella y renunciar ahora pondría en evidencia lo disparatada que es desde su concepción misma. Para él, la eliminación del problema que representa un Irán nuclear no es una meta en sí misma, sino que le ha otorgado la función de piedra angular de su Plan para el Medio Oriente. Según un experto iraní en contacto con la Casa Blanca dijo a Laura Rozen de Foreign Policy: “Obama está dedicado a la diplomacia de una manera que es casi ideológica… Él quiere lograr algo en el Medio Oriente en el transcurso de los próximos 8 años, y puede ser que no consiga ni la mitad de lo que se propone a menos que le salga bien esta gran pieza del rompecabezas”. Y por lograrlo está dispuesto a cualquier cosa, incluso entregarle Israel en bandeja de plata a los Mullahs. De ahí su reciente anuncio de que nombrará un embajador en Siria, a la que piensa usar como intermediaria para negociar con Hamas y también como un elemento más de presión sobre Israel.

Al establecer esta conexión, Obama vincula el destino de la región entera a la solución de un problema que no ha sido resuelto en más de 60 años. Esta es una posición extraordinariamente conveniente para aquellos que prefieren mantener el status quo, por lo que no resulta nada extraño que tantos déspotas árabes se aferren a ella y resulta una señal muy peligrosa que sea el Presidente de los Estados Unidos el que lidere esta posición en la arena internacional.

Obama abandona a Israel, la única democracia y su verdadero aliado en la región a partir de la falsa esperanza de que con ello mejorará sus relaciones con el mundo árabe y con un Irán con el arma nuclear y, lo que es peor, no parece darse cuenta de que evitar que Irán consiga hacerse con la bomba es más importante para la seguridad de los Estados Unidos y de todo el mundo que el estancado proceso de paz. Y con toda franqueza habría que decirle que no es con sonrisas, buenos modales y cartitas dulces, ni con invitaciones al Barbecue del 4 de Julio con lo que evitará que el régimen de Khamenei-Ahmadinejad ponga al mundo al borde de un holocausto.

¿Quo Vadis Obama?

Diego Rodríguez-Arche
Nueva York, 25 de junio de 2009

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