lunes, 2 de febrero de 2009

El Circo de Illinois y The Chicago Way

Ni yo ni ustedes sabemos si el ahora ex Gobernador de Illinois Rod Blagojevich cometió algún delito. Pero de lo que sí estoy seguro es que tiene razón cuando dice que este Juicio que lo sacó de su cargo fue totalmente injusto y el tribunal que lo juzgó es lo que aquí se conoce como Kangaroo Court. Así, con esta puesta en escena, con este travestismo del Estado de Derecho, los Senadores del Estado de Illinois votaron por unanimidad removerlo de su cargo, pero cuando vamos a las conclusiones, estudiamos el proceso, vemos que, al final de cuentas, todos seguimos sin saber si en realidad cometió o no algún delito o falta de mérito que exigiera ese desenlace. Para mí el procedimiento no fue sólo injusto, sino que se asemejó bastante a los juicios sumarísimos de la dictadura castrista o a la forma en que “truenan” en Cuba a los dirigentes del gobierno y del Partido. Pero eso es lógico que suceda allá, donde el Estado de Derecho no existe y la Ley la dicta algunas veces un anciano demente y otras una pequeña pandilla de vejetes soberbios, arrogantes y pervertidos, pero aquí se supone que somos una nación regida por las leyes y que por esa razón existen protecciones procesales para garantizar la justeza de los juicios, por una sola razón: Para garantizar que todo el proceso pueda llegar a la verdad.

Muchos “entendidos” en la materia señalan que este no es un juicio criminal y que por lo tanto el Senado de Illinois tiene toda la libertad para establecer reglas mucho menos estrictas que las que rigen en un proceso criminal. Bueno, esa “tolerancia” a la hora de establecer las normas y, lo que es más importante, a la hora de hacerlas cumplir es lo que distingue a la práctica política que conocemos como The Chicago Way. El Senado de Illinois actuó aquí como si fueran los “Mirlos Blancos” de la política estadounidense, pero las malas mañas que distinguen históricamente a los políticos de Illinois desde los tiempos de Al Capone y que son una vieja tradición los desmienten. Y, claro está, esa es una de las razones que nos ha permitido ver esa unanimidad entre políticos de ambos partidos, entre los que hay muchos que se odian a muerte. A eso le llamamos: instinto de conservación y espíritu de unidad de la especie ante el peligro. No nos olvidemos que al frente de la investigación contra Blagojevich, está un verdadero Pit Bull, Patrick Fitzgerald. Y que no resulta muy conveniente correr el riesgo de enojarlo con tontas exigencias de lo que se reconoce en nuestra Constitución y en la del Estado de Illinois como “debido proceso legal”.

Porque: “El derecho a llamar testigos no es una carga que ‘debemos soportar’ en un proceso criminal. Sino que está ahí porque no se puede llegar a la verdad sin que se ejerza”. El derecho a citar testigos para que comparezcan a declarar no es una carga ‘que debemos soportar’ en un proceso legal. Sino que está ahí porque no se puede llegar a la verdad sin que se ejerza. El derecho a tener acceso a toda las evidencias en el caso no es una carga ‘que debemos soportar’ en un proceso legal. Sino que está ahí porque no se puede llegar a la verdad sin que se ejerza. El derecho a reinterrogar testigos no es una carga ‘que debemos soportar’ en un proceso legal. Sino que está ahí porque no se puede llegar a la verdad sin que se ejerza. Porque, en resumen, nadie puede reinterrogar a una declaración jurada”.

A Rod Blagojevich se le negaron todos esos derechos en el “juicio” en el que fue juzgado por el Senado. El resultado es el mismo que tuvo en Cuba, el juicio sumarísimo en el que condenaron a mis amigos Raúl Rivero y Manuel Vázquez Portal junto a 73 disidentes pacíficos más a quienes se les negaron esos derechos. Conste, para los mal intencionados, que no trato de mezclar piedras con hielo, la inocencia de estos valerosos cubanos está más que probada. La del ex-Gobernador de Chicago está en entredicho. De lo que se trata es de comparar procedimientos, porque aquí no se trata de un país regido por una dictadura totalitaria como Cuba, estamos hablando del Estado de Illinois, que forma parte de la Unión Americana, el país más democrático del mundo donde reina el Estado de Derecho y cuya Constitución cuenta con una Cláusula de Debido Proceso.

En cualquier contexto legal, al ex-Gobernador se le estaría negando lo que en la jurisprudencia norteamericana se llama la “Evidencia Brady”, que se refiere al derecho de todo acusado a reclamar que la acusación presente aquellas evidencias que podrían probar que el acusado no es culpable. Pero como este no es todavía un proceso criminal, Fitzgerald no está obligado a mostrar que las mismas existen. Es por ello que resulta tan injusto ahora el siquiera sostener audiencias al respecto, no ya un juicio para sacarlo de su cargo.

Y para empeorar las cosas, el Senado de de Illinois decidió que los Resultados de la investigación para la impugnación hecha por la Cámara se incorporarían a este juicio y que a Blagojevich no se le permitiría refutarlos. Lo que básicamente significa que el proceso estaba finalizado antes de comenzar. Una violación del debido proceso que muchos de los más eruditos juristas de este país dicen jamás haber visto aquí. Muchos también afirman que la actual administración quiere darle más derechos a los prisioneros de Guantánamo que los que el Senado concede a Blagojevich. ¿Pero de qué nos extrañamos?, diría yo, esto también forma parte de lo que se conoce como The Chicago Way.

Blagojevich no sólo no ha sido convicto de ningún delito, sino que ni siquiera ha sido formalmente instruido de cargos, es decir acusado por el fiscal Fitzgerald, quien ha pedido una ampliación de 3 meses al plazo que establece la Ley para acusar formalmente al ex-Gobernador, por lo que el Senado de Illinois no puede aplicarle la no elegibilidad para ocupar un cargo electivo que establece la Constitución del Estado. Lo único que existe es que un hombre, el fiscal federal Patrick Fitzgerald, alega tener evidencias que dijo no mostraría y que en su momento probarían la culpabilidad de Blagojevich. El Debido Proceso no significa que un Gobernador pueda ser expulsado de su cargo porque lo dice Patrick Fitzgerald.

Los políticos de ambos partidos que afirman que las apariciones deI ex-Gobernador en los medios mientras se celebraba el proceso en el Senado y su presencia el último día para dirigirse al pleno del Senado antes de la votación, tienen el propósito de influir en los posibles jurados de existir un caso criminal en el futuro parecen, en primer término, burlarse de la inteligencia de los ciudadanos de Illinois y por extensión de todos los que hemos seguido este circo desde que comenzó. Pero la realidad es que nadie es tan culpable de ello como Fitzgerald. Lo que realmente habría influido en los posibles jurados sería que al ex-Gobernador le hubiesen garantizado un juicio justo en el Senado y hubiese ganado el caso. Fitzgerald sí manipuló el juicio en el Senado porque sabía, más bien sabe, que si Blagojevich era expulsado de su cargo, como esperaba, ello influiría en los jurados a favor de la acusación.

Como decía al principio, nadie sabe todavía si Rod Blagojevich es culpable o no. Y quien tiene que probar su culpabilidad es la fiscalía, porque según nuestra Constitución todo acusado es inocente hasta que se pruebe su culpabilidad en un Tribunal de Justicia. Parece ser que no así en el Senado de Illinois donde parece reinar lo que llamamos The Chicago Way y no el Imperio de la Ley como en el resto de los Estados Unidos.

¿Pero de qué nos extrañamos? Me vuelvo a preguntar. Si esta misma maquinaria política es la que desarrolló y catapultó a la fama a nuestro actual Presidente. El que tiene el desparpajo de afirmar, más que afirmar, de firmar sendas órdenes ejecutivas estableciendo normas éticas supuestamente inviolables en su administración, para después otorgarle dispensa a Cabilderos para que ocupen cargos de suma importancia como Vicesecretario de Defensa, por ejemplo, y tener la frescura de afirmar que otros nombrados como Tim Geithner y Tom Daschle que dejaron de pagar cientos de miles de dólares en impuestos que sabían que eran su obligación, tenían problemas menores de impuestos que ya habían solucionado. ¿Qué se hizo del hombre del Cambio en la manera en que Washington funciona? Como diría Nicolás Guillén: “¡Oh, qué misterio entre las aguas!”

Diego Rodriguez-Arche
Nueva York, 31 de enero de 2009

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