El término viene del latín cynĭcus, el que a su vez proviene del griego kuvιkóç y es uno de esos términos que con el tiempo han perdido su significado original y que hoy tiene otro muy distinto al que tuvo en sus orígenes. Sin embargo hay uno de los rasgos de los cínicos originales, la autosuficiencia, que ha llegado hasta hoy y que, por lo general, la poseen todos los cínicos modernos, incluido, claro está el que nos ocupa en este artículo. Este presidente, Barack Hussein Obama, pasará a la historia como el más cínico, impúdico, desvergonzado, hipócrita y manipulador que hemos visto en esta nación. Algunos dirán que exagero y hasta me acusarán de racista. No me importa, prefiero ser fiel a mis convicciones que ser como la mayoría de esos personajes temerosos que hoy lideran el Partido Republicano; que han destruido el Partido de Reagan y que sufren hoy de un complejo de inferioridad derrotista. Pretenden ser aceptados por aquellos que los odian y los desprecian y para ello están dispuestos a renunciar a los principios conservadores y liberales que hicieron grande al Partido desde Lincoln. Sí ese mismo Lincoln, Presidente Republicano, del que hoy los Demócratas pretenden apropiarse y los Republicanos no se atreven a decirle en la cara al Presidente Obama: Usted no tiene derecho a jurar con la Biblia de Lincoln, usted proclama, peor, usted aparenta ser como Lincoln, cuando en realidad es la versión aumentada de Jimmy Carter y uno de los discípulos más aplicados de Saul Alinsky, más que Hillary Clinton, que escribió su tesis en el Wellesley College, sobre este teórico extremista de la función del Organizador comunitario, como pieza clave para destruir desde adentro el sistema capitalista utilizando las libertades democráticas. Usted, Sr. Presidente, define la democracia en dos niveles, uno con la hipócrita apariencia del que jura defender la Constitución que la protege y otro en el que aplica la máxima de Carlos Marx de que la Democracia es la vía hacia el socialismo.
“Esta dolorosa crisis nos da la oportunidad de transformar nuestra economía y mejorar la vida de la gente corriente”, dijo el propio Obama. Afirmación reveladora donde las haya. La crisis le ha brindado la ocasión y los votos el poder para hacer realidad su meta de redistribuir la riqueza, que los que hemos vivido en el infierno de una sociedad estatista, sabemos bien que significa la destrucción del individualismo y el ansia de superación individual como llave para el éxito de la sociedad democrática. De manera que como su intención es “transformar nuestra economía”, su plan económico no tiene como finalidad solamente crear empleos a partir de reparar los puentes, reformar las escuelas, establecer un sistema universal de salud, etc. También pretende imponer una visión utópica de que la economía es una materia que debe planificarse desde el Gobierno. Se trata de una presunción arrogante como pocas. Nadie puede saber lo suficiente como para rediseñar algo tan complejo como “una economía”; por cierto, “una economía no es más que la suma de gente que intercambia bienes para alcanzar sus fines”. Planificar la economía significa planificarnos a nosotros. En pocas palabras, la destrucción de lo que ha hecho que esta nación sea sui generis en sus libertades y relaciones sociales a pesar de sus imperfecciones; porque se renueva y se reinventa a sí misma y, paradójicamente, el que hoy Obama se siente en la Oficina Oval se debe justamente a esa capacidad de renovación de la democracia norteamericana. Habrá quienes digan que no hay nada que objetar a este deseo y tendrían razón si su propósito fuera fortalecer la economía de Libre Mercado, fortalecer el papel del Gobierno como árbitro y regulador del mercado, hasta donde ello fuera necesario. Pero no, su propósito no es este, su agenda, bien clara en el nuevo sitio Web de la Casa Blanca, es terminar nacionalizando la Banca, a partir de acciones preferenciales para el Gobierno y modificar así toda la estructura. Por eso ya no hablan de equilibrar el presupuesto, lo que ayer era una vergüenza de la administración Bush, ya hoy en la de Obama no es importante. Ahora lo importante es tener un Gobierno con una burocracia poderosa, que tenga un control absoluto sobre la economía para poder cumplimentar su plan de convertirnos al socialismo tipo Europa Occidental.
¿Y mientras tanto qué hacen la mayoría de nuestros flamantes legisladores Republicanos en la Cámara y el Senado? Con contadas excepciones tratan de pasar inadvertidos, de no parecer hostiles al nuevo presidente. Parecería que han aceptado el papel de “oposición” permanente y que es mejor no arriesgar sus curules defendiendo los principios del Partido al que dicen representar. Se han convertido en lo que los verdaderos Republicanos llaman RINOS, siglas que responden a Republicans In Name Only, es decir, Republicanos sólo de nombre. A ellos, los verdaderos conservadores tendrían que decirles como el Cínico Diógenes de Sinope le dijera a Alejandro Magno: “Muévanse que me están quitando la luz”.
Diego Rodríguez-Arche
Nueva York, 23 de enero de 2009
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1 comentario:
Fantastico! Muy preciso. Sin duda es cinico y oportunista. Que Dios nos ampare... a rezar y a encender velitas :) lol!!!
Bendiciones :) Melek
"Si quieres ganar un adepto para tu causa, convéncelo primero de que eres su amigo sincero." ~ Lincoln
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