miércoles, 5 de noviembre de 2008

No, we can’t!

Anoche el candidato del llamado “Cambio” logró un triunfo que para muchos todavía resulta inexplicable. No para Nobama, siempre supimos que la posibilidad era real y así lo manifestamos en nuestro blog desde que publicamos nuestra primera entrada A modo de introducción el 5 de agosto.

Anoche el Presidente electo Barack Hussein Obama dejó entender que el triunfo logrado en las urnas no era el esperado Cambio, sino el Cambio que permitiría el Cambio. En muchos sentidos, Obama sigue siendo todavía un enigma.

Llega a la Oficina Oval sin mucha o ninguna experiencia práctica, pero con una innegable capacidad de inspirar a los demás, lo que, en otras palabras, llamamos Carisma. Y llega acompañado de una mayoría demócrata en ambas ramas del legislativo, un cuerpo que ahora tiene todas las posibilidades para llevar a cabo su agenda.

La cuestión es: ¿Cuál será en definitiva esa agenda? O quizás, para ser más exactos, ¿podrá liberarse de los intereses especiales que contribuyeron a que se instale en la Casa Blanca? O ¿bailará al son que Washington le toque? Es decir; ¿“Business as usual”?

Lo que haga Obama en sus primeros 90 días como presidente decidirá si será una presidencia que hará historia o una presidencia más, o lo que es peor la más radical de izquierda de toda la historia de los Estados Unidos.

Puede asumir, como muchos de quienes le apoyan esperan que haga, los puntos de vista de la extrema izquierda que domina al Partido Demócrata, especialmente en cuanto a políticas económicas y de seguridad nacional. O puede realmente establecer su verdadera independencia con “nuevas políticas para una nueva época” que tanto ha prometido durante su campaña liberándose de las trabas ideológicas de las que han sido prisioneros otros demócratas antes que él.

De momento, la primera opción amenaza con llevarnos a una economía socialista de tipo europeo. Si Obama cede ante su propia tendencia socialista de redistribuir la riqueza y sigue las políticas que ya anuncian Nancy Pelossi y Harry Reid en nombre de la “equidad”; con la imposición de impuestos una y otra vez a los negocios y a quienes ganan más; dejará sin vida a la economía y acabará destruyendo cualquier oportunidad de recuperación y crecimiento en un futuro cercano. Será la pesadilla Carter multiplicada por 10 y el país se hundirá en una depresión más profunda aún que en los años 30. O, en el mejor de los casos, nos condenará a esa economía tipo socialismo de Europa occidental que ya mencionamos, en las que el índice de desempleo es, generalmente, el doble del nuestro y donde el ingreso per cápita real oscila entre un 20 y un 30 por ciento más bajo que en los Estados Unidos. Y si lleva a cabo sus tendencias al proteccionismo comercial mostradas en la campaña, muy parecidas a las desastrosas tarifas Smoot-Hawley puestas en vigor poco antes de la bancarrota de Wall Street en 1929, se arriesgará a sufrir las represalias de nuestros socios comerciales en todo el mundo y podría ser el detonante de una depresión económica a escala mundial.

Pero Obama puede ser un presidente diferente. Si despliega sus considerables dotes políticas y oratorias y rompe de inmediato con la ortodoxia demócrata y con su pasado de ideas socialistas y posiciones izquierdistas. Obama tiene todas las condiciones para gobernar como un verdadero independiente, no sólo recomponiendo el panorama político norteamericano, sino convirtiendo su presidencia en una tan importante y transformadora como fue la de Ronald Reagan. Lo que quiere decir que debe establecer una política económica que ignore la ideología a favor del sentido común y, como antes decíamos, rompiendo con sus numerosos pronunciamientos contradictorios en relación con la política exterior y la seguridad nacional, especialmente los puntos más candentes como Irán, Iraq y Afganistán. Eso provocará una rebelión de la extrema izquierda demócrata en el poder, de los intereses especiales, de la gran prensa que con razón se considera artífice de su elección y de seguro que no le faltarán las acusaciones de “traidor”.

Pero Obama llega a la presidencia con un mandato real por el Cambio y mejor que no se confunda, un Cambio no partidista, ese que propugnaban McCain-Palin y cuenta con la inteligencia y el poder de persuasión para llevar a los Estados Unidos por un camino bipartidista.

¿Lo hará? ¿Será ese Presidente de todos los norteamericanos? Nobama confiesa que tiene enormes reservas y desconfianza en que Obama es otra persona diferente a la que que conocemos desde que se inició en la política y que ha dejado de ser el senador más izquierdista, más izquierdista todavía que el Senador Independiente por Vermont, Bernie Sanders, que se califica a sí mismo como socialista. Al menos sus primeros pasos después de ser electo no parecen indicarlo. Su primera selección para el cargo de Jefe de Gabinete, de Rahm Emanuel, uno de los legisladores demócratas de mayor ortodoxia en la izquierda del Partido Demócrata nos hace dudarlo.

Anoche, el presidente electo concluyó su discurso con su mantra de Yes, We Can! (Sí, sí podemos). Pero hasta que demuestre lo contrario para Nobama será: No, We Can’t! (No, no podemos).

Nobama,
Nueva York 5 de noviembre de 2008

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