jueves, 14 de enero de 2010

Barack Hussein Obama: un tratado viviente sobre la impudicia, la mentira, la traición y la estupidez humana (II)


Hay dos cosas en la tierra que son universales;
el hidrógeno y la estupidez.
Ley de Murphy
Pero además de impúdica y estúpida, la administración Obama se comportó y se comporta de forma tramposa y falsaria hacia Honduras y su pueblo. Como recordaremos, en el llamado Acuerdo de San José, Oscar Arias propuso en uno de sus puntos y según se dice a propuesta de la Secretaria Clinton, una amnistía general a todos los participantes en los sucesos del 28 de junio. De esta forma se buscaba una aparente equiparación moral y jurídica entre el violador de la Constitución, Manuel Zelaya y las autoridades constituidas hondureñas -Tribunal Supremo, Parlamento y Fuerzas Armadas- y digo aparente, porque como sabemos, ni la OEA, ni Arias, ni los verdaderos autores intelectuales de la componenda de San José, es decir la administración Obama, consideraban que Zelaya había cometido ilegalidad alguna y su propósito era colocarlo nuevamente en el Poder.

Si la trampa de San José hubiera prosperado, al aceptar la llamada amnistía, el Gobierno Constitucional designado por el parlamento hondureño, habría aceptado de jure, es decir legalmente, que había cometido un delito al decidir y ejecutar la orden judicial de sacar del poder al ex Presidente Zelaya. Pero como sabemos, la Habana y Caracas pedían rabo y orejas y le ordenaron a su marioneta que declarara fracasado el Acuerdo de San José, porque no les garantizaba la permanencia indefinida de Zelaya en el poder y la total destrucción del orden constitucional y sus instituciones que era lo que perseguían, para acabar de cerrar el círculo del Socialismo del Siglo XXI en Centroamérica.

Al fracasar esta maniobra y con evidente complicidad de la OEA, de Lula Da Silva y de la Casa Blanca, Chávez, asesorado directamente por su mentor desde la Habana, logró colar subrepticiamente a Zelaya en la Embajada carioca en Tegucigalpa, con el propósito de provocar un baño de sangre en las calles y también que el Gobierno de Micheletti perdiera los estribos y sacara por la fuerza a Zelaya de la Embajada y que hasta quizás se produjera su muerte violenta por parte de las fuerzas gubernamentales o de un pistolero introducido clandestinamente en el país, lo que hubiera dado la posibilidad de que Brasil invocara el Pacto Río y se produjera la intervención militar de la OEA en Honduras para restaurar el Orden Constitucional. ¿De dónde serían las tropas que utilizaría la OEA? Pues claro que de Brasil y Venezuela y quizás hasta de Nicaragua. Ese era el macabro plan que fracasó gracias a la ponderación y la serenidad del Presidente Micheletti y sus colaboradores civiles y militares.

Entonces, a la Casa Blanca no le quedó más remedio que cambiarse el disfraz y, misteriosamente, la Secretaria de Estado Clinton desapareció prácticamente de la escena de la crisis hondureña, dándole paso a un diplomático de carrera, Thomas Shannon, que había sido Subsecretario para Asuntos Latinoamericanos en la administración Bush. Abandonaba así Obama su papel de estrangulador del pueblo hondureño y asumía el de mediador, con la intención de distanciarse del fracaso de Chávez y, como muy bien se valorara en Nobama el 30 de noviembre, “trataba de limpiar la desvergüenza política que significaba que mientras aliviaba el embargo a la asesina dictadura de la Habana y le enviaba algún que otro guiño solapado, sometía al pueblo hondureño a presiones económicas y diplomáticas parecidas a las que un día le fueron aplicadas a la dictadura castrista. Al asumir el papel de mediador, Obama, como Macbeth, trataba de limpiar el baldón que significó acostarse con Chávez, Castro, los principales títeres del ALBA, la izquierda supuestamente democrática de Europa, su amanuense de la OEA el pérfido, José Miguel Insulza y la mayoría de los países que se califican de democráticos, todos en la misma cama en un grosero amancebamiento que les será difícil borrar”.

Pero como se dice en Cuba: “Perro huevero... Aunque le quemen el hocico”. La soberbia y arrogancia Obámica, hicieron que la administración norteamericana siguiera conspirando para encontrar una vía de poner de rodillas al pueblo y al gobierno hondureños y se les ocurrió el famoso Plan Guaymuras, que no era otra cosa que el mismo Acuerdo de San José con leves cambios y que fuera aceptado por el dignísimo Micheletti cuando de él se eliminó el álgido punto de la Amnistía política, que sería inaceptable para su Gobierno por las mismas razones que apuntábamos anteriormente y otras que veremos más adelante.

No obstante la firma del llamado pacto por ambas partes -Micheletti y Zelaya-, los Estados Unidos siguieron presionando para que el Congreso, como parte del acuerdo, decidiera la restitución de Zelaya antes de las elecciones programadas, y se sabe que presiones y sobornos tuvieron una abundante presencia para que el cuerpo legislativo fallara en favor de la restitución, pero los hondureños y su gobierno, una vez más se mantuvieron firmes y se produjo la celebración exitosa, limpia y transparente de las elecciones y como ya es historia los legisladores votaron abrumadoramente en contra del regreso del títere al poder.

He querido extenderme en el episodio de Honduras, porque resulta fundamental para comprender el alcance del entendimiento de Obama con Chávez, Castro y comparsa y porque también demuestra, unido al análisis que más adelante haré sobre Israel, que la errática política exterior de la administración de Obama no lo es por inexperiencia y por tanto involuntaria, sino que por el contrario, responde a una línea ideológica perfectamente trazada mucho antes de que el Presidente jurara su cargo hace ahora casi un año.

Paralelamente, con el reconocimiento de las elecciones y la evidencia incuestionable de que la lección hondureña dejaba al desnudo la impudicia de todos los factores que trataron de asfixiar a Honduras, desde la OEA hasta los Estados Unidos, pasando por la ONU y la Unión Europea y que fracasaron en su intento; la administración Obama comenzó una campaña de presión diferente. Esta vez dirigida a deslegitimizar en el terreno jurídico internacional, el camino tomado por los Hondureños apegados a su Constitución y sus leyes para defender su democracia y su orden jurídico particular. Como recordarán, al primero que utilizaron con este propósito fue a su instrumento de San José, el Presidente Oscar Arias, quien en una entrevista de Prensa en el Programa Al Punto del lamentable Jorge Ramos, calificó a la Constitución hondureña de “adefesio”. De ahí que las acciones se concentraran en tres aspectos fundamentales para enviar un mensajes al resto de los países latinoamericanos bajo la esfera de influencia del Alba y el Socialismo del Siglo XXI, que el camino de la defensa de su soberanía, democracia y el orden constitucional tomado por los hondureños no sería tolerado en el futuro.

Así, a la vez que se producía la visita de Craig Kelly, Subsecretario adjunto para América Latina a Tegucigalpa y que provocó la digna respuesta de Micheletti a que nos referimos anteriormente; desde Santiago de Chile, el Secretario de Estado Adjunto para América Latina de los Estados Unidos, Arturo Valenzuela, declaraba lo siguiente: “El golpe de estado en Honduras significó un gravísimo revés para la región, similar a lo que ocurrió en Haití” (...) “Que presidentes hayan tenido que renunciar en esta época no había ocurrido hace años y es un precedente que no se puede tolerar” (...) “La elección presidencial del pasado 29 de noviembre en Honduras fue un paso necesario para la solución de la crisis, pero no un paso suficiente, porque no se puede pretender blanquear un golpe de estado con una elección” (...) “Con America Latina tenemos un manejo de relaciones y no de crisis (...) Tengo un gran optimismo con la región, veo el vaso mitad lleno, hay muchos desafíos, porque si pensamos, los tiempos dictatoriales y los de la inflación se han superado”. Voilà, más clara, el agua. El mensaje para el presidente electo Porfirio Lobo es cristalino, usted desde el poder debe revertir y denunciar lo sucedido el 28 de junio como un golpe de estado militar y al gobierno surgido del mismo como una dictadura. Y lamentablemente, los primeros pasos dados por el Presidente electo parecen dirigirse en ese sentido, ya que favorece las 3 exigencias norteamericanas, a saber:
  1. Renuncia del Presidente Roberto Micheletti antes de su toma de posesión y una llamada “salida honorable” para Zelaya.
  2. Gobierno de Unidad Nacional que incluya a los sectores que apoyaban la 4ta urna electoral, es decir la violación de la Constitución por parte de Zelaya.
  3. Amnistía General.
Pero como hemos visto, no logran amedrentar a los hondureños. Micheletti, se mantiene firme como una roca y Zelaya tiene que pedir asilo político o entregarse a la justicia.

El Gobierno de Unidad Nacional ya existe y fue Zelaya el que se negó a designar a sus representantes porque no lo presidía él.

Y en cuanto a la Amnistía, esta es la exigencia más tramposa de todas las hechas por la administración Obama. Y el Congreso Nacional hondureño y la mayoría de los ciudadanos no se dejaron engañar y la rechazan de plano. Es la más tramposa porque de adoptarse de la forma en que está planteada, significaría que podría revertirse la situación al 28 de junio. Según la mayoría de los expertos jurídicos, existen figuras legales que de aplicarse como están propuestas podrían usarse para “blanquear” otras acusaciones mucho más serias. Una absolución de los delitos cometidos por Manuel Zelaya, el único delincuente en esta historia, sería un precedente funesto, en el que los únicos que saldrían manchados serían los comandantes de las fuerzas armadas, el Tribunal Supremo de Justicia y los actuales legisladores que votaron contra su restitución. El decreto presentado deja sin aclarar hasta dónde llegan los delitos políticos y dónde comienzan los “comunes conexos”.

La valoración más clara hecha al respecto es la de Ramón Custodio, Comisionado Nacional de los Derechos Humanos en Honduras, quien dice que de aprobarse la amnistía, tal y como está planteada, “el ex Presidente José Manuel Zelaya Rosales puede, al acogerse a la misma, reclamar su restitución inmediata a la Presidencia de la República y hasta reclamar los meses faltantes a su período”. De ahí que la mesa directiva del Congreso Nacional después de consultas celebradas determinara no discutir la amnistía y recomendaron que “mejor integremos la comisión de la verdad, y que la comisión de la verdad se pronuncie y posteriormente hacia la amnistía, porque no tiene sentido declararla a ciertos delitos de tipo políticos o conexos, sin conocer un informe de la verdad”. Ah, la verdad... Eso es algo que no interesa mucho, verdaderamente nada, a Barack Hussein Obama.

Diego Rodriguez-Arche
Nueva York, 12 de enero de 2010

Nota aclaratoria: Esta es la 2da parte del artículo que por su extensión hemos dividido en tres partes. Mañana colocaremos la tercera parte y final del mismo.

Nobama
Nueva York, 14 de enero de 2010

4 comentarios:

Reflexiones de Chocolatico Pérez dijo...

Nooo, no pongas final Nobama. Esto es como una novela de Agatha Christie, aunque desde hace rato yo sé que Obama se ve a sí mismo en Zelaya, da un enorme placer verte desenredar como Poirot los entuertos de este mequetrefe, que se cree que los demás somos tontos. Está claro como dices que no es por error, ingenuidad o desconocimiento, es algo desde hace rato concebido, por supuesto, la foto del Ché en un Local de la campania de Obama no fue casualidad.

Gracias.

Isis dijo...

Como dice muy bien Chocolatico, qué manera de desenredar los entuertos de este accidente de la historia que se llama Hussein Obama.
Saludos,

Zoé Valdés dijo...

Sumamente claro, y la estupidez o hijoeputez del personaje queda al desnudo.

Anónimo dijo...

usted le ha pegado en el clavo a todo esto. solo le falto los 60 milloncitos que se robaron de las bovedas del Banco Central.