Hace ya muchos años, más de la cuenta, cuando estudiaba bachillerato en el Instituto de Segunda Enseñanza de Cienfuegos, recuerdo que la pesadilla de toda la clase era ver a Ñiquito Lafuente, el profesor de matemáticas, abrir su libro de las Matemáticas de Rosell. Ello quería decir que se avecinaba una batería de problemas de Tanques y Móviles que sus alumnos debíamos traer resueltos al día siguiente. Pues bien algo similar me sucedió cuando ayer el Presidente Obama habló sobre su presupuesto de $3.4 millones de millones (trillones) y su propuesta de corte de $17 mil millones (billones) a ese presupuesto. De inmediato tuve que agarrar una hoja de papel y auxiliado por la calculadora de mi celular comencé a sacar cuentas. Como entonces, experimenté el sufrimiento de calcular la cantidad de agua que entraba y salía del tanque y el tiempo en que este se demoraría en llenarse. Al Senador Judd Gregg parece haberle sucedido algo similar, porque en su respuesta a la intervención de Obama expresó: “es como sacar del océano una pequeña cucharada de agua, mientras se vierte un río completo en él”. A eso el Presidente le llamó “restricción en el gasto”. Y yo continué haciendo cálculos y estableciendo comparaciones. Por ejemplo, conozco a un matrimonio que gana anualmente $50 mil entre los dos y que trata de ahorrar a la semana el 10% o más de lo que ganan, pues bien, si siguieran el ejemplo del ahorro que propone Obama, que representa escasamente el 0.5% del total de $3.4 trillones de su presupuesto, mis amigos ahorrarían $5 a la semana, lo que equivale a $260 al año.
¿Restricción o desparpajo?
Pues sí, a este corte insignificante en el gasto público es a lo que el Presidente llama restricción y yo desparpajo e irresponsabilidad con nuestro dinero de los impuestos. Hay que tener la cara dura, para presentarse en la TV nacional ante el pueblo norteamericano y decir que llegaron a esta cifra después que los celosos vigilantes financieros de la Mesa de Pericles del Presidente, revisaron concienzudamente, “línea a línea”, el presupuesto para encontrar todo lo que fuera ineficiencia y desperdicio. Y no se asusten si todavía los legisladores demócratas adictos al gasto puede ser que consideren que estos cortes risibles son demasiado: Muchos de ellos fueron retomados de entre los que el Presidente Bush intentó eliminar el año pasado y no lo logró.
Pero no vayan a creer tampoco que en estos “cortes” se eliminan muchos gastos federales: El plan para el presupuesto (blueprint) adoptado por el Congreso la semana pasada, en realidad aumenta el gasto discrecional doméstico en un 9%. Peor todavía será el incremento monumental en el déficit federal, el cual se disparará hasta $1.38 millones de millones (trillones), sólo en el próximo año fiscal.
Y a pesar de todo Obama todavía intentó ponernos un rabo cuando dijo: “No podemos permitirnos más dejar las decisiones difíciles para el próximo presupuesto, la próxima administración o la próxima generación”. ¡Que será precisamente la consecuencia que tendrá este presupuesto!
Digamos solamente que en los primeros 100 y algo más días de su presidencia, Obama ha aumentado nuestra deuda nacional a la pasmosa cifra de $600 mil millones (billones). Y aumenta tan rápido, que puede ser que los prestamistas muy pronto comiencen a recular a ese ritmo de gastos y aumenten las tasas de interés, lo que alejará de inmediato a quienes están interesados en pedir préstamos en el sector privado para potenciar el crecimiento económico y la creación de puestos de trabajo y, como es de suponer, la inflación se disparará también y será una carga más que tendremos que soportar los contribuyentes actuales y los futuros.
En pocas palabras: Nadie se atreverá a invertir o arriesgarse en un país que visiblemente se dirige a la bancarrota.
Y el “ungido” en un acto de la más fina esquizofrenia política, agregó: “Hay una gran cantidad de dinero que se ha gastado de forma ineficiente e inefectiva y, en algunos casos, en formas que realmente son asombrosas”. Seguramente se refería a la “fotito” del Air Force One sobre el bajo Manhattan, que aterrorizó con razón a muchos neoyorquinos y que nos costó a los contribuyentes la bicoca de $328,835. Foto que como pueden ver al principio de este artículo, podría haberse conseguido utilizando Photoshop que sólo cuesta algo más de $500.
¿Sería a la foto a lo que se refería?
Diego Rodríguez-Arche
Nueva York, 8 de mayo de 2009
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