Por acá y en muchos sitios del mundo estamos felices y orgullosos de todos los que participaron directamente en el rescate del Capitán Richard Phillips y sobre todo de esos bravos soldados norteamericanos de las fuerzas especiales del US Navy (Navy Seals), sí esos mismos que tantas veces han sido considerados por la extrema izquierda y por algunos ilustres patricios en el Congreso, como asesinos de civiles inocentes (¿recuerdan a John Kerry, o a John Murtha?). Después de una ordalía de cinco días en un bote a la deriva en el Océano Índico, tres de los piratas fueron abatidos por los francotiradores y el valiente Capitán de la Marina Mercante rescatado.
¿Caso cerrado? Para nada.
Sería del género tonto pensar que la marina de los Estados Unidos no tenía ninguna opción que no fuera una acción contra los piratas secuestradores, a pesar de los riesgos que para Phillips representaba cualquier acción violenta para rescatarlo.
No hacer nada era una opción y no crean que no estuvo en el tapete todo el tiempo, igual que nada ha hecho durante meses la comunidad internacional sin mover un dedo para acabar con el cáncer de la piratería en alta mar, ahora endémica en esta región. También se dice que el Presidente Obama estuvo al frente de la operación desde el principio y a pesar de que no estamos muy seguros de ello, le concedemos el beneficio de la duda. Aunque mentiríamos si no dijéramos que siempre nos queda el bichito aquél de preguntarnos ¿qué habría hecho el “ungido” si la tripulación norteamericana no recupera la nave y los franceses no hubieran lanzado su operación de rescate que costó la vida a uno de los rehenes franceses?
Lo cierto es que la piratería por ser un elemento vital en la economía de Somalia, se ha convertido en un mal al que, como al terrorismo, se impone hacerle una guerra sin cuartel, no nos olvidemos que cientos de otros rehenes y docenas de buques permanecen en manos de esos modernos filibusteros. Así que esperemos que nuestra ilustre Secretaria de Estado no se le ocurra proponer negociaciones con los piratas somalos, al igual que ha hecho con los que ella llama “Talibanes moderados”. Eufemismo que si no fuera tan peligroso sería como para morirse de risa al escucharlo.
¿Pero quién podría culpar a esos truhanes por pensar que pueden piratear sin sufrir consecuencias por ello? Antes de que los franceses actuaran el viernes para terminar con el secuestro de sus nacionales y hasta que los marineros del buque norteamericano recuperaran su barco al enfrentarse a los piratas y los francotiradores abrieran fuego, el negocio de la piratería había sido una empresa de bajo riesgo para quienes la practican.
De manera que le damos las gracias Señor Presidente por haber dado la orden de emplear la fuerza y conducir la operación desde Washington con tanto éxito, pero también le decimos que se impone ahora que los Estados Unidos amplíen su éxito de ayer y avancen con determinación para eliminar el cáncer de raíz arrasando con sus bases en las costas somalíes.
Nobama
Nueva York, 13 de abril de 2009
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