viernes, 2 de enero de 2009

¿PACTARÁ OBAMA CON EL DIABLO?

San Wolfgang y el Diablo, de Michael Pacher

¡Oh, si mi alma debe sufrir mi pecado!!
¡Pon final a mi dolor incesante!
Haz que Fausto viva mil años en el infierno,
Cientos de miles, y que luego sea salvado.
Dr. Faustus
Christopher Marlowe

Imagínense si en el verano de 1941, Adolfo Hitler se le hubiese acercado a Winston Churchill y a Franklin Delano Roosevelt con esta propuesta de pacto: Cesaré las hostilidades y dejaré tranquila a la Gran Bretaña, si ustedes me dejan en paz para terminar mi exterminación de los judíos. Es de esperar que en enero próximo Mahmoud Ahmadinejad, haciéndose eco de la voluntad de Barack Hussein Obama de reunirse sin condiciones, le ofrezca un pacto similar.

Probablemente la oferta sea el compromiso de Irán de cooperar con occidente en lo referente a su programa nuclear y posiblemente exprese la aceptación de la inspecciones por parte de la ONU. Claro está, siempre que los Estados Unidos cambie su posición de apoyo a Israel, incluyendo sus acciones contra Hamas en Gaza, que pueden ser sólo el preludio de la próxima gran confrontación entre los Estados Unidos e Irán en el Medio Oriente y, por supuesto, un momento definitorio para la presidencia de Obama.

Según la opinión de algunos expertos en los recovecos de la política iraní esto es lo que la cúpula iraní prepara para ofrecerle a occidente en una suerte de Pacto con el Diablo. En pocas palabras, el precio que pone Irán a ponerse de acuerdo con los Estados Unidos, “El Gran Satán”, será nuestra aceptación de que puedan destruir al “Pequeño Satán”, Israel.

¿Aceptará Obama un pacto como este? En realidad muchos de los integrantes de su equipo de política exterior, incluyendo al vicepresidente electo Biden, han expresado la urgencia de conversaciones directas con Irán como una vía para resolver el impasse nuclear, aunque otros integrantes de ese equipo como Hillary Clinton o Rahm Emanuel, se resistan a ello. El problema es que Irán interpreta que una política norteamericana de conversaciones directas sobre la cuestión nuclear daría luz verde a sus mayores ambiciones.

La violencia en Gaza debe recordarnos que es Irán quien tira realmente de las cuerdas que mueven a Hamas y que desea ser la primera potencia nuclear en el Medio Oriente y también destruir a Israel.

Lo que pocos norteamericanos comprenden, incluyendo al parecer a importantes ayudantes en polítíca exterior de Obama, es que Irán no necesita alcanzar el primer objetivo para lograr el segundo.

Irán no necesita una bomba nuclear para destruir a Israel. Lo único que necesita hacer es seguir cerrando la pinza que representan Hamas, Hezbollah y Siria sobre el estado judío, hasta que este se vea forzado a permitir la reentrada de los Palestinos en Israel y ofrecerles la ciudadanía, lo que conduciría a la eliminación de la “Entidad Sionista”.

Pero Teherán sabe que esto jamás será posible sin tener a los Estados Unidos a bordo. Los Ayatolas tienen la certeza de que un ofrecimiento de conversaciones directas, abrirá las puertas a que puedan ofrecer un precio por la paz en Iraq y la futura cooperación iraní en materia nuclear, ese precio sería que los Estados Unidos se mantengan inactivos mientras Israel deja de ser gradualmente un estado judío independiente.

No importan el calendario ni los detalles reales, como, por ejemplo, el que una administración Obama logre que bajo su presión, Israel regrese a las fronteras de 1967 y lo obligue a ceder en que Jerusalén sea la capital del Estado Palestino, o que acepte “el derecho al regreso” de los palestinos. Lo que cuenta es que Irán pretende “llevarse la gloria” de haber inutilizado a Israel y quizás de “borrarlo del mapa” como dice Ahmadineyad y, por supuesto, el premio de haber logrado engañar a los Estados Unidos para que le ayudara a lograrlo.

En una carta abierta dirigida al Presidente Bush en 2006, Ahmadineyad detalló las bases para ese pacto al decir que la hostilidad de los musulmanes contra occidente nunca cesaría a menos que abandonaran su apoyo a Israel. Tarde o temprano, él hará una propuesta similar al ya para entonces Presidente Obama y esta vez, posiblemente, incluya una propuesta de pacto sobre el programa nuclear iraní.

El problema es, claro está, que una oferta de ese tipo no tendría valor alguno. Irán no es un interlocutor confiable ya que ha mentido sistemáticamente a la ONU y a la Unión Europea y durante años ha violado y hecho trampas en varios acuerdos sobre su programa nuclear. ¿Qué podría hacer que cambiara ahora? Si Irán puede engañar a la administración entrante para que revierta su política de apoyo a Israel, no veo qué razón tendría para abrirse paso a través de engaños hasta tener lista su bomba.

Lo que sí es seguro es que habrá algún tipo de presión sobre Obama para que llegue a algún “acuerdo o compromiso”. El tiempo y la voluntad para una opción militar, como bombardear las instalaciones nucleares de Irán, se agota. Desde 2005 y sin haber logrado mucho, la administración Bush ha intentado todas las vías diplomáticas posibles, excepto las conversaciones directas, para lograr ese compromiso. La tentación de iniciar conversaciones directas como el próximo paso será casi abrumadora.

Obama ha dicho que Israel tiene el derecho a su autodefensa y a un Jerusalén unificado. Pero también ha estado junto a la extrema izquierda durante toda sus vida y como sabemos, esta cuenta con una hostilidad instintiva hacia Israel porque lo considera el representante del occidente imperialista. Además, ha mantenido sus simpatías hacia los activistas palestinos como Rashid Khalidi, el amigo de Obama, sin importarle cuán militantes o terroristas sean. También sabemos que la visión de Obama sobre Irán es la de un “pequeño país” que “no representa una amenaza para nosotros”.

El daño que Irán pueda infligirle a Israel es otra cuestión a tener en cuenta. El nudo corredizo de Hamas, Hezbollah y Siria alrededor del cuello de Israel se aprieta cada vez más. Aún cuando el lamentable gobierno de Olmert se las arregle de alguna forma para reducir el poderío militar de Hamas, la amenaza de Hezbollah y de Siria, con Irán apoyándolos se mantiene como espada de Damocles sobre el estado judío. ¿Asumirán los Estados Unidos bajo Obama una posición firme para evitar que el nudo corredizo se cierre aunque ello signifique tener que enfrentar a un Irán permanentemente hostil?

Al margen de sus errores, que son muchos, a la hora de tratar con Teherán, la administración Bush jamás cedió a la tentación de hacer un pacto con el Diablo. Muy pronto sabremos, tan pronto como el 20 de enero, si el material del que está hecho Obama, cuenta con el mismo temple.

Aarón Mayer
Nueva York, enero 2 de 2009

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