lunes, 5 de enero de 2009

ISRAEL NO DEBE PARAR HASTA DESTRUIR A HAMAS

En el fin de semana las fuerzas terrestres de Israel penetraron en Gaza, una acción a la que el estado hebreo se resistía y que sin dudas está llena de riesgos estratégicos. Pero como dijo el Primer Ministro israelí, Ehud Olmert, “hay momentos en los que no queda otra opción”.

De acuerdo con los informes iniciales, el asalto terrestre dividió a Gaza en tres secciones. Las tropas israelíes llegaron hasta la costa del mar mediterráneo y sus unidades blindadas rodean Gaza City. Hasta aquí los objetivos tácticos israelíes parecen haberse cumplido, pero lo que todavía no se conoce con claridad es cuáles son los objetivos estratégicos de Israel.

Oficialmente los funcionarios israelíes han sido muy parcos al respecto. El único objetivo, dicen, es la destrucción permanente de la infraestructura que Hamas ha utilizado en los últimos tres años para lanzar miles de cohetes y de proyectiles de morteros contra civiles israelíes.

La cautela que muestran los judíos, parece ser el reflejo de las lecciones aprendidas en la desastrosa guerra en Líbano durante el 2006, cuando otro satélite de Irán, Hezbollah, combatió contra Israel y lo dejó con la amargura de quedarse en la misma situación que tenían al principio del conflicto.

En aquella guerra, Israel sobreestimó la capacidad del poder de la fuerza aérea para forzar una victoria en el terreno y entonces tuvo que retroceder a causa de las bajas inevitables una vez que lanzó al terreno las fuerzas blindadas y la infantería.

¿Por qué arriesgarse a repetir un resultado similar?

Parece ser que la verdadera intención es, esta vez, derribar el gobierno de Hamas, el que, después de todo, ha convertido a Gaza en un estado terrorista dedicado a la destrucción de Israel.

De no lograr ese objetivo, se especula que Israel espera al menos obligar a Hamas a que acepte un acuerdo a largo plazo que acabe con la amenaza sobre los civiles israelíes. Pero esta especulación parece muy poco probable. Porque hablando en términos prácticos, la amenaza que Hamas representa para Israel no desaparecerá hasta que Hamas desaparezca a su vez. Esa es la realidad y tanto Israel como Hamas lo saben.

Hasta el momento no está claro ni siquiera si Israel logrará este objetivo estratégico, pero lo que si está claro es que no podrá hacerlo sin el apoyo irrestricto de los Estados Unidos y al menos con la cooperación tácita de los gobiernos occidentales que comprenden la amenaza que representa para sus propios ciudadanos el extremismo islámico. Apoyo que no será fácil lograr y mucho menos mantener, debido a las imágenes gráficas de muerte y destrucción que hoy llenan las pantallas de la TV en todo el mundo. De momento, occidente con la lamentable excepción de Francia y la predecible de la España del liberticida Zapatero, parece apoyar a Israel en su derecho básico de autodefensa.

Como decía, el que Israel pueda o no concluir con éxito la acción que comenzó es algo que no se puede predecir, al menos todavía. Pero ninguna persona decente con un mínimo de justeza en su corazón le puede negar a Israel su derecho y de hecho su obligación de intentarlo. Porque, ¿a qué nación se le puede pedir con justicia que soporte interminables ataques con cohetes y morteros? ¿Qué gobierno del mundo sometido a una situación similar a la que está Israel ha demostrado la contención que este ha mostrado durante tantos años? Digamos que muy pocos, aunque en verdad por más que busco en mi memoria no recuerdo ninguno.

Hamas comenzó este conflicto, por lo que Israel está en todo su derecho de intentar acabarlo de una vez y por todas. Esperemos que lo logre antes de que el bloque internacional de los que odian a Israel logre salvar de su destrucción completa a la máquina de terror controlada por Irán. Pero para ello Israel debe resistir todas las presiones que se le avecinan y avanzar lo más que pueda, y muy importante, lo más rápido posible, en la consecución de su objetivo estratégico de largo alcance antes del 20 de enero, cuando Barack Hussein Obama tome posesión como Presidente de los Estados Unidos, ya que las señales que últimamente el presidente electo nos envía no son muy favorables para Israel, ni tampoco para los Estados Unidos. La reciente nominación de Leon Panetta como Jefe de la CIA, nos indica que con su llegada termina la línea dura contra el terrorismo islámico y comienza la llamada línea suave, que no sólo pone en peligro a Israel, sino también a todos nosotros a quienes ellos, los terroristas islámicos, nos llaman infieles.

Diego Rodríguez-Arche
Nueva York, 5 de enero de 2009

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