Cuando era niña escuché por primera vez aquello de que “Lo que es bueno para la General Motors es bueno para los Estados Unidos”, pero de esa fecha hasta hoy han pasado algunos años y la actualización del moto, para que vuelva a ser verdadero, no pasa por la concesión de un préstamo de 25 billones de dólares más a las 3 grandes para salvarlas de la bancarrota. Los jerarcas (CEO) de GM, Ford y Chrisler están desde ayer en el Capitolio Nacional rogando por el dinero. Lo que no parece lograrán, al menos antes de que Barack Hussein Obama tome posesión el 20 de enero. El equipo del “ungido” ya se afila los dientes para repartir los 350 billones, de los 700 aprobados, que le deja la administración saliente y todo parece indicar que el dinero llegará a las 3 grandes, no para salvarlas a ellas, que no tienen salvación, sino para evitar que se renegocien los onerosos contratos sindicales con la United Auto Workers, que son la causa principal de la falta de liquidez de las compañías automotores de Detroit, y la que las ha llevado a la mayor ineficiencia industrial conocida, amen de las trabas tecnológicas que no le permiten fabricar autos más económicos. Los sindicatos jugaron un papel fundamental ($$$$) en la victoria de Obama y pasan la factura.
La industria automotor cuenta con casi 5 millones de trabajadores y los Demócratas con el “ungido” recién electo presionan por un rescate federal antes de la toma de posesión de la nueva administración. Pero los problemas son tantos y tan obvios que resultaría vergonzoso que se lo anotaran al Congreso saliente, por lo que, como decía, no parece que lograrán los votos necesarios en el Senado, al menos con este Congreso.
Los Senadores Republicanos, mayoritariamente, entre muchas otras razones para votar no, se hacen la siguiente pregunta: ¿Dónde parar? Y tienen toda la razón, porque una vez que se vaya más allá del sector financiero, todas las industrias con problemas pedirán su paquete salvavidas al gobierno federal. Y en tales casos, ¿qué determinará que se responda sí o no?
Inevitablemente el criterio será arbitrario y político. El dinero irá preferentemente a aquellas industrias con conexiones en el Capitolio y La Casa Blanca. A las compañías concentradas en los distritos de los presidentes de los comités legislativos. Es un poder que asusta, pero la mayoría de los votantes así lo han querido al ejercer su voto, así que nos corresponde a los 56 millones que no votamos por el socialismo denunciar estas trapisondas. ¿Pero no era este precisamente el tipo de política impulsada por el cabildeo contra la que se supone que Barack Hussein Obama hizo y ganó su campaña?
También está la ineficiencia que, como decía, aqueja a la industria. Salvar a Detroit significa salvar a las 3 grandes de la bancarrota. ¿Pero ya no hemos visto eso antes con las aerolíneas? La bancarrota, el Capítulo 11 específicamente, permite que la compañía siga funcionando, al tiempo que se despojan de obligaciones que no pueden afrontar con los proveedores, los accionistas, distribuidores, los gobiernos y en especial los jubilados, más 8,000 empleados que forman parte de los “bancos de empleo”, un eufemismo que realmente significa pagarles para no trabajar. También significaría que las 3 grandes podrían liberarse también de los ruinosos acuerdos salariales y sus beneficios astronómicos (el costo de la hora promedio de un trabajador de esas compañías: $73; el de un trabajador norteamericano de la Toyota: $48). ¿Tendrá esto algo que ver con el que los sindicatos son unos de los intereses especiales con más influencia en el Partido Demócrata y, por supuesto con el presidente electo? Más clara el agua, harán lo imposible por lograrlo a pesar de que saben que con ello garantizan que esas compañías sigan funcionando de la forma fallida en que lo han hecho hasta el presente, pero para ello tendrán que lanzar al ruedo decenas de cientos de miles de millones de dólares de los contribuyentes. De ahí que este plan sea ¡lo último en el socialismo limón!
Repito una vez más: La verdadera razón por la que los Demócratas, con Barack Hussein Obama a la cabeza, empujan esta asistencia financiera es proteger a los sindicatos al evitar este tipo de reestructuración financiera, que permitiría a su vez reestructurar de forma obligatoria los contratos laborales para que las compañías alcanzaran la solvencia financiera necesaria.
Está claro que atravesamos una de las crisis económicas más complicadas desde los años 30, por lo que el sentido común indica que nuestros ¿líderes? en Washington, salientes y entrantes, deben sopesar con extraordinaria ponderación las consecuencias que tendría la nacionalización de una industria de ese tamaño y garantizar que Detroit no pueda regresar a la misma rutina que la ha llevado hasta esta crisis insalvable. La industria automotor no puede continuar dirigida por burócratas emitiendo directivas de cuotas de producción para cubrir planes quinquenales destinados a satisfacer normas de eficiencia en el consumo de combustible establecidas por los políticos en el poder. Léase: Obama y el Congreso Demócrata.
El Capítulo 11 de reorganización en bancarrota es la vía adecuada, The American Way, para solucionar este problema. Pero quizás podrían encontrarse otros mecanismos para lograrlo, quién sabe si la United Auto Workers acepte renegociar todos sus onerosos contratos y hacerlos costeables, ¿estarán dispuestos los jefazos sindicales a ceder sus parcelas de poder? Lo dudo. O a lo mejor el Presidente del Cambio y el Congreso Demócrata nos sorprenden con una legislación para obligar a los sindicatos a poner los pies en la tierra y contribuir decididamente a la solución de una crisis de la que son en gran medida responsables. Habría que ver si tienen las agallas para enfrentarse a estos intereses tan poderosos. Si me preguntaran a mí, yo diría que si no lo logran ahora, esperarán a que el Obamesías tome posesión y le darán nuestro dinero de los impuestos cuántas veces lo pidan, al menos durante 4 años, o quizás menos tiempo, 2, cuando vuelvan a celebrarse elecciones legislativas y quizás estemos todavía, Dios no lo permita, atravesando por la Recesión más profunda después de la Depresión de los años 30, sino es que para entonces estamos en medio de la Depresión misma y en un país en bancarrota.
Ezperanza E. Sotomayor
Los Ángeles, California
19 de noviembre de 2008
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2 comentarios:
Excelente analisis. Es preocupante como desde el mismo inicio se ponen en practica medidas estatistas.
Un saludo.
Obama parece que comienza a moverse, una vez más, al centro al nombrar a Timothy Geithner como su Secretario del Tesoro. Geithner es un economista pragmático, defensor del libre mercado y hasta donde se conoce es del gusto de Wall Street, por eso parece que inmediatamente que se supo la noticia la Bolsa, que estaba en negativo, comenzó a subir. Otro nombramiento que puede considerarse centrista es el de la Senadora Clinton como Secretaria de Estado. Recemos porque esto significa que Obama se haya convencido de que estos no son tiempos para estar jugando con políticas socialistas y proteccionistas. ¡Dios lo quiera así!
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