Hasta ahora, Barack Hussein Obama no ha tenido problemas para ser la mayor atracción mediática, más que las violentas protestas, en este su primer viaje transatlántico como Presidente. Pero mientras él y Michelle se encontraban con la Reina Isabel II, Obama luchaba a brazo partido para mantenerse como el principal líder mundial y conducir el debate político.
¿Lo logró?
La Casa Blanca dice que el Presidente dio su conferencia de prensa en solitario para llevar su mensaje, otros le atribuyen un significado de liderazgo, pero lo cierto es que las demás naciones del G-20 tuvieron igualmente en solitario sus conferencias de prensa antes de la de Obama. A él como la suerte de estrella de rock que proyecta, le conceden la conferencia de cierre. Ah, le contrôleur européen de la finesse.
“Tengo absoluta confianza en que esta reunión reflejará un enorme consenso acerca de la necesidad de trabajar de acuerdo para enfrentar estos problemas”, dijo Obama, prediciendo junto al Primer Ministro Británico Gordon Brown que la Cumbre resultaría en un importante acuerdo global para enfrentar la cada vez más profunda recesión mundial.
Según el documento salido de la reunión, ellos son los únicos que tienen esa seguridad.
En la anterior Cumbre celebrada en Washington, donde se acordó celebrar la de Londres, el entonces presidente Bush utilizó la ocasión para señalar las virtudes y ventajas del capitalismo de libre mercado y advertir que las respuestas internacionales a la crisis financiera podrían rápidamente convertirse en un asalto a la libertad económica, Bush quiso y logró dejar bien clara la posición de los Estados Unidos al respecto.
“Si buscamos crecimiento económico, si buscamos oportunidad, si buscamos justicia social y dignidad humana, el camino es el sistema de libre mercado”, dijo entonces Bush.
Eso era cierto hace seis meses y también lo era hace 62 años cuando en julio de 1947 y prácticamente sobre ese mismo concepto se edificó el llamado Plan Marshall, cuyo nombre real era Programa de Recuperación Europea. Al concluir el programa en abril de 1948, la economía de todos los estados participantes, con la excepción de Alemania, había crecido mucho más allá de sus niveles previos a la guerra. Durante las siguientes dos décadas, muchas regiones de Europa Occidental disfrutarían de un crecimiento y una prosperidad sin precedentes. Durante mucho tiempo al Plan Marshall se le ha identificado como uno de los primeros elementos de la integración Europea, ya que al eliminar las barreras de las tarifas comerciales, abolió de hecho el proteccionismo y estableció instituciones para coordinar la economía a un nivel continental.
Lo dicho entonces por Bush, también es cierto hoy, 3 de abril de 2009, a 61 años de finalizar el Plan Marshall. El único problema, y no pequeño, es que ahora tenemos a Barack Hussein Obama.
Esta Cumbre del G-20 le ofreció una oportunidad ideal para que hiciera su propio llamado inequívoco en defensa del libre mercado, pero nuestro flamante e iluminado Presidente dejó pasar la ocasión y sumido en la poesía y con un huracán de grandielocuencia, habló de “un enorme consenso” a pesar de que su propuesta, secundada por Brown, de inyectar millones de millones en el gasto público como estímulo económico, rápidamente tuvo que ser degradada. Oportunidad esta que no dejó pasar la Canciller alemana Ángela Merkel, más experimentada, pragmática y conservadora con experiencia en el tufo que despide el discurso Obamista, para convertirse en la principal defensora del modelo económico libre e independiente y de paso frenar con éxito la orgía de gasto masivo global que como su Plan Marshall personal, milagroso y salvador; llevaba Obama en cartera, para solucionar los problemas económicos de la humanidad. “No dejaré que nadie me diga que debemos gastar más dinero”, dijo la Merkel y el viento del huracán de elocuencia, se quedó quieto.
Así, como anticipaba en mi artículo anterior, lo más importante de esta Cumbre fue el acuerdo logrado entre China y Obama, del cual todavía no sabemos mucho, pero del que ya nos iremos enterando. Habrá que ver que consiguió nuestro mayor acreedor para dejar a un lado su propuesta de una nueva divisa global en sustitución del dólar y que le habrá concedido a Medvedied para que el presidente ruso tampoco volviera a mencionar el asunto.
En fin, que esta Cumbre salvadora del mundo concluye como anticipaba: Apenas mil millones de dólares adicionales a los ya acordados anteriormente en Washington para los distintos planes de estímulo y zip, se cerró la bolsa. De esos dineros adicionales el monto mayoritario irá al Fondo Monetario Internacional como fondo de rescate a países en apuros; no, no se embullen que esos no somos nosotros.
Según, Gordon Brown, “el viejo consenso de la cumbre de Washington ha acabado, hoy hay un nuevo consenso”, pero debió agregar entre Obama y yo. De la Cumbre no sale un nuevo consenso, más bien un no-consenso, compromisos vagos de interpretación múltiple en un comunicado tan ambiguo que contente a todos y que parezca que tanto las recetas de Obama y Brown como las de Sarkozy y Merkel se han impuesto. Y lamentablemente quien más sufrirá con esta vaguedad será el libre comercio, porque no existe en el texto una defensa real del mismo, sino más bien de los intercambios controlados. Por otro lado, en otro de los aspectos claves de la reunión, la regulación financiera global, llegaron a un acuerdo que podríamos llamar salomónico: se crea el Consejo de Estabilidad Financiera, pero no se establecen con precisión sus atribuciones y alcance.
Finalmente, para que esta reunión de salvadores del mundo tuviera un brillante colofón, necesitaba de un chivo expiatorio sobre el que debe desencadenarse toda la ira de los nuevos cruzados y lamentablemente le tocó a los llamados Paraísos fiscales que serán quienes paguen el pato, aunque no hayan jugado ningún papel relevante en el estallido de la actual crisis financiera. Su principal papel siempre ha sido el de ofrecer grandes ventajas a los inversionistas y empresas extranjeras que tratan de escapar de los elevados impuestos que se aplican en sus respectivos países. El problema es que la voracidad insaciable de las burocracias gubernamentales no puede permitir que se les escapen 11 mil quinientos millones sin gravar. Al menos sabemos que Obama dijo, de eso nada y bueno, los demás se lo conceden. No importa que ello en nada contribuya a impedir que se vuelvan a producir crisis económicas, pero sí que abra la puerta a brutales subidas de impuestos en todos los países de occidente y que con ello desaparezca para siempre el secreto bancario, instrumento imprescindible en el mercado inversionista. Supongo que la lógica esté en que si los Gobiernos serán el mayor inversor mundial, para qué podría necesitarse la existencia del dichoso secreto bancario.
En fin que de esta Cumbre quien esperaba alguna solución a la crisis económica, ciertamente quedará muy decepcionado. Pero hay alguien que a lo mejor tenía razón, aunque me pese reconocerlo, cuando ayer escribió en ocasión del comienzo de la reunión: “Lo que al mundo importa es lo que de allí salga, si es que sale algo”. Les doy una pista: salió publicado hoy en el periódico cubano Granma y su título es El inicio de la cumbre. Nada difícil de adivinar.
Aaron Mayer
Nueva York, 4 de abril de 2009
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1 comentario:
Excelente artículo.
Gracias.
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