A Rahm Emanuel, el Jefe de Gabinete de la Casa Blanca, designado por el Presidente electo Barack Hussein Obama, se le conoce por muchas cosas, desde enviarle un pescado muerto, en el mejor estilo mafioso de Chicago, a un encuestador que lo reprendió; hasta por utilizar obscenidades con líderes extranjeros (Tony Blair), o por atacar con cualquier tipo de “arma” a su alcance a cualquiera que se interponga en su camino, pero quedarse tranquilo y callado no es algo por lo que se le conozca hasta ahora.
Esa es la razón por lo que mucha gente vinculada a la política y los medios políticos están intrigados con el hecho de que un hombre notoriamente conocido por su clara tendencia a la guapería y las opiniones directas, ha estado extrañamente quieto y silencioso en el escándalo Blagojevich, especialmente cuando ha sido señalado como alguien que ha mantenido algún tipo de contacto con el Gobernador de Illinois. Y parece ser que para este ex bailarín de ballet, no habrá pirueta o demi plíe (flexión máxima de las rodillas) que lo pueda librar de esta.
Pero Barack Hussein Obama, también se ha mostrado algo impotente a la hora de hablar del asunto. Y para muchos resulta verdaderamente extraño que las veces que ha mencionado o respondido a alguna pregunta sobre el tema, la más vergonzosa muestra del llamado Chicago Way en la corrupción, haya mostrado poca, si alguna, emoción tratándose de su propio escaño en el Senado.
Para no perjudicar a su jefe, Rahm Emanuel está obligado a salir limpio de este asunto y Obama, a su vez, tiene la obligación pública de pedirle que lo haga; especialmente cuando la transparencia y la responsabilidad fueron lemas descollantes de su campaña para la Presidencia.
Pero, ¿qué es lo que realmente sabemos hasta ahora? Que Rahm Emanuel, a pedido de Obama, sostuvo discusiones con Blagojevich en relación con el escaño del Presidente electo que quedaría vacante en el Senado. También que Emanuel entregó al Gobernador una lista de candidatos “aceptables” para Obama. Y aunque esto no es ilegal, sí merece algunas respuestas y muy pronto, si no de inmediato.
El lunes, hablando de su investigación interna, Obama expresó: “Yo no he tenido contacto con la oficina del gobernador y no he tenido contacto con nadie en la oficina del gobernador”. También dijo que la revisión mostraba que el escándalo Blagojevich “no tenía vinculación alguna con mi oficina”. Ayer dijo a un reportero que no “desperdiciara su pregunta” preguntando de nuevo sobre el tema. Lo cual parece algo arrogante a la hora de decir qué debe o no preguntar la prensa o un periodista en particular. En todo caso el Presidente electo debió esperar cortésmente a que el reportero finalizara su pregunta y responderle o no, según su criterio. Eso es lo que se espera de un gobernante democrático. Pero parece que Obama se acostumbró, a través de toda la campaña, a no recibir “preguntas incómodas” de la prensa y pareció molesto ante la insistencia del reportero. Así reaccionan los Castro, Chávez y comparsa, no los Presidentes verdaderamente democráticos. Nuestra recomendación: Acostúmbrese señor Presidente electo, que esa es la libertad de prensa en la democracia y usted está sujeto al escrutinio de la prensa y de los ciudadanos.
Por otro lado, sabemos que Obama es un talentoso artífice de la palabra, es decir alguien que puede hablar mucho sin decir nada y parecer que lo dicho cuenta con un contenido profundo, pero si son ciertas las informaciones de que Obama indicó a Emanuel que conversara con el Gobernador acerca de sus criterios sobre quién sería su sucesor en el Senado, ello demostraría que el Presidente electo no tuvo contacto directo con el Gobernador, pero también que utilizó a su ayudante principal para que actuara en su nombre.
Claro que si no existió quid pro quo (del latín intercambio de algo por algo) en las conversaciones, ello no constituye delito. Pero, ¿por qué no habla Rahm Emanuel? ¿Por qué él y Obama no hablaron antes?
Una nueva encuesta de Rasmussen del jueves y viernes pasado muestra que el 45% de los votantes piensa que es “probable” que Obama, o uno de sus ayudantes principales estuviera involucrado en el escándalo Blagojevich. El 23% dice que es “muy probable”, sólo el 11% dice que “no es nada probable”. No muy buenos números para un Presidente que ni siquiera a tomado posesión.
La investigación interna de Obama puede presentar riesgos graves para el presidente electo, aún si insiste que no hay nada que ocultar ni ilegal. Cuando de a conocer su investigación, Obama debe asegurarse de que no salga algo a la luz más adelante, si dice que no hay evidencia de nada impropio o ilegal. Se especula de que en la oficina de Blagovich existían informantes confidenciales y que las grabaciones ocultas se hacían ya desde mucho antes de los dos meses que conocemos. De ser así, ello aumenta la probabilidad de que existan más alegaciones que involucren a alguien cercano a Obama o a personajes a él vinculados en el pasado.
El tiempo resulta esencial, pero el lunes Obama dijo que su investigación no se haría pública hasta la semana próxima por haberlo así solicitado el Fiscal Federal Patrick J. Fitzgerald, quien está al frente de la investigación del caso Blagojevich. Ello deja aun más espacio a la especulación y sólo puede agravar más la situación para el Presidente electo.
Para alguien que no sólo proclama su inocencia en este escándalo, sino que además se le elogia por haber desarrollado la mejor campaña de la historia, especialmente cuando de la rápida respuesta se trata, sin dudas Obama ha cometido algunos errores de Relaciones Públicas y no está aprendiendo la lección de sus errores. Su deber es liberar a Emanuel de cualquier orden de silencio y pedirle que diga públicamente lo que sabe y que explique de qué forma está involucrado en este escándalo que presenta todas las características necesarias para convertirse en la clásica bola de nieve que al rodar cuesta abajo arrasa con todo lo que encuentra a su paso. No se olviden de que al frente de la investigación Blagojevich está un fiscal incorruptible del tipo Elliot Ness (Los intocables), el que una vez limpiara a Chicago de la escoria. Este fiscal, Patrick J. Fitzgerald, es el mismo fiscal que acusó y obtuvo la condena de Scotter Libby, quien era el Jefe de Gabinete del vicepresidente Dick Chenney.
Otra recomendación al presidente electo: Hable usted antes de que lo haga Blago, si no lo hace puede ser que las cosas, Dios no lo quiera, se le compliquen más de lo que se imagina.
Nobama
Nueva York, 17 de diciembre de 2008
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