Hurgar en la historia y en sus personajes siempre resulta interesante, pero más aún lo es encontrar las similitudes con personajes vivos y actuales. El sábado, la Cámara de Representantes aprobó con susto la Ley del
ObamaCare y de inmediato una exultante Speaker
Pelosi anunciaba su victoria después de la votación. Sólo unas horas después, el Profesor de la Georgetown University,
Bradley A. Blakeman, publicaba un certero artículo que tituló
Nancy Pelosi – The General Custer of Our Time, en el que haciendo un paralelo con el General que condujo a sus tropas al matadero en
Litle Bighorn, concluye que al igual que
Custer, Pelosi, con la Ley del
ObamaCare, conduce a los demócratas a un matadero en la las elecciones del 2010. Pero si uno observa un poco la historia de la política norteamericana parecería que cada cierto tiempo se produce una recurrencia de lo que alguien alguna vez llamó el Síndrome del General Custer.
Alrededor de lo que sucedió en
Litle Bighorn se han tejido infinidad de teorías y versiones de lo ocurrido que han hecho que se haya creado una suerte de misterio. Pero en realidad no existe tal misterio acerca de lo que allí sucedió, como generalmente sucede la verdad es sencilla y siempre ha estado ahí para ser vista. Simplemente habían demasiados indios y muy pocos soldados y la arrogancia y el endiosamiento de Custer lo llevaron a pensar que con su genio lograría la victoria sobre los Bravos Sioux del Gran Jefe
Sitting Bull.
Y, hablando de arrogancia y endiosamiento llegamos a
Barack Hussein Obama y a la mañana del 5 de noviembre de 2009, cuando el Mayor del Ejército norteamericano
Nidal Malik Hassan, realizó su matanza de 13 personas e hirió a otras 30 al grito de
Allahu Al –Bakr (Dios es Grande). Esa misma mañana en una declaración leída en la Casa Blanca el Presidente “urgía a no sacar conclusiones prematuras”, con lo que estaba enviando la señal de cómo quería que se tratara el asunto: No mencionar la religión islámica y mucho menos la palabra terrorismo asociada a la masacre, la mayor sufrida en los Estados Unidos después del 11 de septiembre de 2001. Y, que como ya todos sabemos, menos el Presidente parece ser, fue realizada por un
Jihadi, un musulmán, un creyente de la religión que propugna el odio y la muerte para nosotros, los infieles. Quizás sea porque Obama, como integrante de la
Umah (la comunidad de los fieles) no se siente personalmente considerado dentro de la categoría de infiel, o quizás como a Custer, su arrogancia y endiosamiento no le permiten reconocer que hasta hoy su política hacia el terrorismo y su máximo exponente, el Islam es totalmente equivocada y tan llena de errores como su discurso de El Cairo. Parecería que, como Custer, Obama se niega a ver lo que está ahí para ser visto y que como él condujo a sus tropas al matadero en
Litle Bighorn, este mediocre Comandante en Jefe conduce a la nación entera a la derrota y nos hará pagar un alto precio en vidas para satisfacer sus ideas. Al igual que todos los “iluminados”, Obama está dispuesto a sacrificarnos a todos en pos de lograr sus objetivos ideológicos.
Hoy, el Presidente Obama estará en Fort Hood y dentro de poco seguramente escucharemos sus palabras, pero no esperen que mencione las palabras “terrorista” ni “Islámico”, si para algo menciona a los musulmanes será para alabarlos una vez más.
Ya todos sabemos de las relaciones del carnicero Malik Hassan con el extremista Imam
Anwar al-Aulaqi, un decidido partidario de al Qaeda que huyó de los Estados Unidos. Sabemos que el FBI sabía de estos vínculos y de su posible contacto con dos de los asesinos del 11 de septiembre fieles de su misma mezquita en Virginia de la que, casualmente, el Imam era al-Aulaqi, que más de una vez se levantaron banderas rojas por sus opiniones extremistas y gracias a la corrección política que parece haber llegado también a las Fuerzas Armadas, a pesar de todas estas evidencias, Malik Hassan fue promovido al grado de Mayor, en fecha tan reciente como el mes de marzo.
Así que no esperen que Obama califique lo sucedido en Fort Hood como un acto de terrorismo, eso no sucederá ni aunque el FBI le ocupara al terrorista “una foto de
Osama bin Laden ayudándole a comprar armas en el centro de Killeen, Texas. Ni eso sería suficiente” para Obama.
Y de la “objetiva” Gran Prensa Norteamericana no esperen mucho tampoco, ya recibieron la señal y están tratando de convertir al victimario en víctima para satisfacer la agenda política de la izquierda, ergo, del Presidente. Así el Washington Post lo presenta como un empobrecido miembro de una minoría que vivía en un apartamentucho de $320 al mes y que conducía un cacharro por automovil, como si ello fuera algo muy importante para encontrar sus motivos. Todo a pesar de que a su sueldo de Mayor, habría que agregarle lo que recibía adicionalmente por su condición de médico, más los beneficios que reciben los oficiales de las Fuerzas Armadas, lo que sumado arroja una cantidad que pasa de los $100 mil, para un soltero sin deudas de ningún tipo. El New York Times, publicó un artículo que tituló:
When Soldiers Snap (Cuando los soldados disparan sin apuntar) en el que afirma que “más de 90 días de combate continuo puede convertir a cualquier soldado en una baja psiquiátrica”, y refiriéndose a Hassan agrega: “ese punto se alcanzó aún antes de esperimentar la realidad de la guerra”. La revista Time culpa a la estresante atmósfera en Fort Hood, debido a que los frecuentes envíos de tropas a zonas de combate significan que “el problema estaba oculto a simple vista”. Habría que recordarle a la revista Times que los ciegos aquí son los funcionarios militares que en aras de la corrección política no se atreven a señalar el peligro de que en nuestras unidades existan musulmanes
jihadistas, porque esas son las órdenes que reciben desde el punto más alto de la cadena de mando: El Comandante en Jefe.
No es hora de seguirle la tonada a Obama, este es el momento en que alguien en el Congreso, quizás el Senador
Lieberman que anuncia una investigación congresional de todo el incidente, diga que lo que hemos sido testigos en Texas no puede describirse sólo como “una horrorosa explosión de violencia” dirigida contra las fuerzas armadas norteamericanas. Es hora de que alguien le diga al Presidente y a sus compinches apaciguadores y campeones de la corrección política que ello forma parte de una amplia guerra ideológica, generada por el terrorismo islámico que estimula a sus fieles a realizar este tipo de acciones. “Lobo solitario” o no, organizado o no, esta masacre perpetrada en una de nuestras bases militares significa que la guerra ya está aquí y que hay que librarla con decisión. No con corrección política. Y nuestros jefes militares y el Comandante en Jefe no pueden estar atacados del Síndrome del General Custer para librarla a menos que queramos reproducir las carnicerías de
Little Bighorn y Fort Hood como una reacción en cadena.
NobamaNueva York, 10 de noviembre de 2009